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Comerciantes llaman a preferir el comercio local en esta Navidad

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Con el lema en "Vísperas de Navidad: prefiero mi barrio" locatarios de los 4 barrios comerciales de la región de Valparaíso- Valle Hermoso, en La Ligua; Quilpué Centro; San Antonio Centro y, calle Bustamante y Plaza Echaurren en Valparaíso- hicieron un llamado a que los consumidores en estas compras navideñas privilegien lo local y se queden con el pequeño comercio, el mismo que entrega el capital de trabajo y mueve al país. El llamado a preferir los barrios va acompañado por la campaña en redes sociales #YoPrefieroPequeñosNegocios, impulsado por Sercotec regional.

Hacia la reconstrucción de lo público

Quizás nos hemos acostumbrado a aceptar la pérdida de espacios públicos, con negocios que extienden su servicio hacia la vereda, al principio con estructuras efímeras que al pasar del tiempo se hacen permanente y pesadas.
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Vienen las fiestas de fin de año y el borde costero del Gran Valparaíso se prepara para recibirlas, lo que ocasiona aglomeración de personas en todas las áreas centrales, acompañadas del surgimiento exponencial del comercio callejero en las ciudades.

Cuando hablamos de comercio callejero, nos referimos al comercio establecido que se transforma en ferias navideñas a distintas escalas y en distintos lugares de la ciudad, sean estas calles o plazas. Lo que cabe preguntarse aquí es porqué como ciudadanos nos hemos acostumbrado a estas prácticas y las aceptamos sin analizar sus efectos. Estamos hablando del cierre entendido como ocasional, a veces se extiende en el tiempo y se hace permanente, lo cual implica la privatización de los espacios públicos.

Otro caso aún más complejo es el cierre de calles para situar ferias, donde ya existen comercios formales que deben competir con este comercio callejero que altera la red de intercambio comercial al cual están acostumbrados, y del cual dependen sus economías de escala casi a nivel de subsistencia, como es el caso de las calles Francia o Freire en Valparaíso.

Lo anterior se suma a que existe poca preocupación por lo que es la vecindad , lo que es de "todos" y, por lo tanto, surge con cierta facilidad el descuido o el destrozo. Esto no sólo lo vemos diariamente a nivel local con los rayados de fachadas y suciedad en las calles, sino además a la tendencia de las ciudades en promover el "turismo del carrete" a nivel nacional.

A esto se une a lo poco preparada que están las ciudades para poder mitigar y normar las consecuencias de los eventos con grandes convocatoria de personas. En el caso porteño fiestas como los Mil Tambores, el Año Nuevo, conmemoración del 21 de mayo, que intensifican los problemas urbanos de la ciudad, sumando toneladas de basura y vandalismo. Al punto que se discute que si el 21 de mayo la ciudad de Valparaíso es capaz de recibir a dos magnos eventos simultáneamente, como lo son la celebración de las Glorias Navales y el Mensaje Presidencial.

Entonces, la idea del espacio público como oportunidad de construcción de ciudadanía y encuentro social está definido hoy en día por el entendimiento político y social de la adecuada relación entre lo público-privado, encontrándonos en un momento donde determinar lo público se da en distintas esferas de la sociedad, una discusión crucial para la planificación urbana de nuestras ciudades y las macro zonas donde se encuentran insertas.

A veces, las prácticas sobre el espacio publico libre los municipios lo perciben como un espacio cedible, y se transforman en gestor de arriendo de espacios comerciales confrontados con el propietario de locales formales y en claro desmedro del espacio público. La "Ordenanza sobre ocupación de Bienes Nacionales de Uso Público para ejercer temporalmente el comercio"(06/12/11), se ha transformado en un instrumento que permite en muchos casos usos permanentes, generando impactos negativos como aseo y seguridad en calles y plazas, como también en edificios del entorno, muchos de ellos transformados en bodegajes que dificultan la adecuada manutención de los inmuebles.

Quizás nos hemos acostumbrado a aceptar la pérdida de espacios públicos, con negocios que extienden su servicio hacia la vereda, al principio con estructuras efímeras que al pasar del tiempo se hacen permanente y pesadas. Nos hemos habituado a ver cortada la continuidad de las veredas porque se coloca un kiosco en medio de ellas. Acostumbrados a rallados y suciedad en calles y equipamientos urbanos. O permitimos que los árboles de nuestra ciudad sean podados hasta terminar con su florecimiento y con ello además liquidar la posibilidad de generar sombras, cada día más valiosas en las épocas soleadas, considerando los efectos crecientes del calentamiento global.

Resulta necesario repensar la ciudad desde sus espacios públicos, imponernos como principio colectivo y ante la oportunidad de generarlos, recuperar el protagonismo y liderazgo por parte de la Administración local. La regularización y construcción de los mismos ha de crear espacios claramente delimitados, para que exista la correcta armonía tanto para habitantes cotidianos como para quienes visitan una ciudad que pretende y requiere diversificar sus actividades económicas.

Pero también, y con el fin de viabilizar las estrategias de mejorar la calidad de los espacios públicos, será necesario que se realicen acciones de carácter informativo, normativo, de ejecución, control y mantenimiento de lo que significa ocuparlos, sobre lo que es común a todos, de tal manera de retornar hacia lo que parece ajeno, pero que nunca dejó de ser propio.

*Integrantes Corporación Metropolítica

Por Marcela Soto / Gerardo Ureta*