El establecimiento educacional público más importante y tradicional del país, el Instituto Nacional, quedó fuera de ranking de los 100 colegios con mejores puntajes. Este inédito resultado se debe a que desde 7° básico los estudiantes de ese plantel que dieron este año la PSU perdieron 13 meses de clases.
Conceptualizando la materia y desde un punto de vista general, el vicerrector académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Nelson Vásquez, expresó que "los jóvenes que hoy están egresando de cuarto medio han perdido mucho tiempo por las movilizaciones estudiantiles o porque los profesores ha tenido sucesivos paros". Agrega que el tiempo perdido "no se recupera, más allá de las horas de repaso".
Aterrizando esta realidad al plano nacional, de los 100 planteles más destacados, 93 son privados, cinco subvencionados y sólo dos municipales. En el plano regional, del universo de 50 establecimientos con puntajes promedio más elevado, 34 son particulares pagados y 16 subvencionados. No aparecen los municipales.
Apunta Vásquez que en esos colegios "los profesores y el equipo directivo logran terminar y profundizar la totalidad de los contenidos de Matemáticas, Lenguaje, Ciencia e Historia". Destaca que en establecimientos municipales y algunos particulares subvencionados "no hay una cultura del rigor, de la disciplina, del estudio". Y lo peor es que "hay profesores que tienen muy bajas expectativas de las capacidades de los jóvenes y están convencidos que estos jóvenes tienen pocos talentos o justifican los bajos resultados con las características socio económicas de los alumnos". En otras palabras, algunos profesores parten derrotados y no confían en su propio quehacer.
Es cierto que en educación importan el entorno social y económico y las condiciones materiales de los colegios, pero eso no puede ser motivo para rendirse y caer en un fatalismo que finalmente condena a alumnos potencialmente talentosos que con mayor apoyo docente pueden salir adelante.
Y no hay que olvidar que dentro del proceso reformista, bajo presiones, se han privilegiado los recursos para la gratuidad universitaria, olvidando reforzar el cimiento educacional: los ciclos prebásico, básico y medio, los de mayor fuerza formativa.
Si se ha querido emparejar la cancha con la gratuidad, lo lógico sería que quienes aspiren a esa cancha, que es la educación superior, puedan postular donde quieran y en las mejores condiciones, pero sin formación de calidad en todas las fases de la educación pública no hay cancha pareja. Los números están a la vista, y tras los números, personas, jóvenes, seres humanos que no pueden estar desde el colegio condenados a la derrota.