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Damnificada: "Son tantas las pruebas que la depresión me mata"

PUERTAS NEGRAS. Familia que perdió la casa en el siniestro del lunes tiene dos hijas con condiciones complejas.
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ciudades@mercuriovalpo.cl

Entre los escombros de Puertas Negras, a un costado de una reja verde, Maribel Bran, funcionaria de aseo en la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), barre las cenizas de la que era su vivienda antes del devastador incendio que afectó al sector el lunes pasado. Allí vivían ella y ocho familiares.

Al otro extremo del terreno que muestras vestigios de la dura acción del fuego, los hombres de la familia, con carretillas y palas, limpian las basuras acumuladas. En el improvisado antejardín, los niños juegan a la pelota y una bandera blanca y verde afirmada en el portón flamea sin cesar por un viento tan potente como el que empujó las llamas a inicios de esta semana.

El calor y el olor a quemado invaden el lugar; algunas cenizas son empujadas por el viento. En medio del terreno está sentada una niña con la mirada perdida. A la menor se le acerca María Inés Arcos, su madre de 39 años. Refugiada en la sombra que proyecta la poca fachada sobreviviente al siniestro, Arcos dice que la experiencia de los últimos días ha sido espantosa. "Los que me conocen dicen que soy luchadora, pero son tantas pruebas que la depresión me mata", expresa.

Mientras su marido limpia, Arcos explica que una de sus hijas "sufre de epilepsia, bronquiectasia pulmonar y perdió sus medicamentos". Por eso desde el siniestro ruega que no pase a mayores, porque perdieron todo, incluso pasa sentada para no marearse y así no sufrir una crisis. Además, explica, tiene un retraso mental leve, por lo que a sus 19 años se comporta como una niña de 10 años.

La preocupación de María Inés aumenta al pensar en su otra hija, de nueve años, que tiene una extraña enfermedad que ataca sus defensas, que dentro de sus secuelas ataca su piel y requiere trasplante. "El domingo la gente se acercaba, decían 'aquí tiene agüita para que le lave la cara' y yo les decía que no, que eran manchas de su piel", expresa.

Con el incendio, los Arancibia Bran perdieron todo, además de papeles y documentos que ayudarían al trasplante, junto con los carnés de discapacidad. Una de las situaciones que rompe el corazón de María Inés es ver a sus hijas llorar "la menor extraña sus juguetes y pregunta 'mamita, ¿vamos a vivir aquí en la calle?' Yo le digo que ya vamos a tener nuestra casita".

Los Arancibia Bran se muestran fuertes. Pese a quedar sin hogar, estar cansados, con cenizas en el pelo, están unidos "nosotros somos del puerto, somos del Wandereres, vamos a salir adelante", manifiesta con fuerza Maribel.

"La menor extraña sus juguetes y pregunta 'mamita, ¿vamos a vivir aquí en la calle?' Yo le digo que ya vamos a tener nuestra casita"

María Inés Arcos, Damnificada"