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Universitario de 15 años participará en Brasil de Olimpiada Internacional de Matemáticas

CONCÓN. Es el único de la región en el certamen y busca financiamiento.
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Con tan sólo 15 años, Diego Rojas La Luz ha participado de varias competencias de matemáticas y estudia en un ramo de estructuras algebraicas en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Su última hazaña, el año pasado, fue obtener el primer lugar del campeonato de matemáticas a nivel nacional con puntaje perfecto y el mismo año el segundo lugar en las olimpiadas nacionales de la misma disciplina.

En quinto básico, Diego decidió estudiar por su cuenta y da exámenes libres para pasar de curso. Siendo autodidacta y sin ningún apoyo de profesional externo, hoy cursa segundo medio y participa de un ramo especializado en la universidad.

Para Diego, el tiempo es para estudiar y lo tiene claro. Decidido, hace un par de meses tuvo que pasar varios obstáculos para ser uno de los seis participantes que representará a Chile en la versión 58 de la Olimpiada Internacional de Matemáticas (OIM) que se disputará en Río de Janeiro, Brasil.

Pese a su conocimiento, Diego, conconino, busca financiamiento con su familia para poder pagar los pasajes y la estadía en Brasil para participar del certamen que se realizará desde el 12 al 23 de julio de este año.

"Para quedar seleccionado tenía que quedar bien en las olimpiadas nacionales, había que dar una prueba, y así era la selección. Estoy en el proceso contento, feliz, eufórico y estoy ansioso porque no he viajado a Brasil a representar al país, por eso estoy estudiando todos los días para lograr una medalla".

¿Hay apoyo del Ministerio de Educación? Diego fue sincero y dijo que no porque en su caso él no estudia en una escuela pública y el pago que ahí se hace es sólo de pasajes de avión.

Por esta razón "estamos trabajando para conseguir el dinero del viaje porque la persona que está organizando ya compró los pasajes para que saliera más barato, pero aún nosotros no hemos podido pagar, estamos buscando financiamiento para el viaje".

La forma de estudio, dijo Diego, es "leer por mi propia cuenta, soy capaz de aprender sólo a través de la lectura. Yo puedo hacerlo autodidacta y no me gusta la forma de enseñar en los colegios".

El vino como lugar: Syrah Ritual y Merlot Nimbus

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Por Marcelo Beltrand Opazo

El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte, decía George Brassens. Sin duda que tenía razón. Y lo digo y lo pienso cuando recuerdo todos los momentos en los que he disfrutado con amigos una buena copa. Porque después de todo el trabajo que tiene una botella, toda la historia que encierra un vino, nosotros al descorchar una, comenzamos a construir una nueva historia. Desde ese momento se inicia la escritura de un capítulo en que los protagonistas somos nosotros mismos. Propongo iniciar esa conversación con un buen vino, en esta ocasión, con un Merlot del 2014 de la línea Nimbus, de Viña Casablanca. Es importante destacar los procesos de vinificación y guarda, ya que son, en gran medida, los responsables del resultado final. Decir por ejemplo que la cosecha se realiza a mano, seleccionando la fruta en el mismo viñedo, evitando así la oxidación de la uva, y que tiene 12 meses en barrica de roble francés. Este vino es de un rojo púrpura intenso con notas violáceas. En nariz encontramos, primero, aromas a fruta roja muy madura, ciruela; luego, notas a fruta negra, algo de grosella. Pero también podrán distinguir notas florales que se mezclan con vainilla. Y ya en boca, taninos crujientes que se suavizan enseguida prolongando unas notas a pasas; algo herbáceo. Todo esto se disfruta excelentemente en un largo final. Con este vino y una tabla de quesos y jamones, podemos comenzar una reunión con buenos amigos. Después del aperitivo, y para la cena, recomiendo un Syrah Ritual 2015 de la Viña Veramonte. Al igual que el Nimbus, su proceso de vinificación y guarda, así como la materia prima, le dan toda la estructura y carácter. Podemos destacar que el viñedo se encuentra en el sector más alto del Valle y que su cosecha es manual. Parte de esa cosecha se fermenta con el racimo completo, proceso que le aporta notas especiadas y aumento de la estructura. Este vino es de un rojo intenso, casi morado. Al realizar la olfacción el primer aroma que sentiremos es el característico de la cepa, esa nota cárnica que lo envuelve todo; luego, fruta roja y fruta negra que se combinan y fusionan como mermelada, dando algo de dulce y untuosidad, pero también pimienta negra, leve. En boca, sus taninos son suaves dejando espacio a la fruta negra, y a unas notas florales. Con este vino, una carne bien sazonada, con mucha pimienta y un arroz al curri se convertirán en un excelente maridaje. Podemos partir una conversación de cualquier lugar, yo propongo iniciarla con estos dos grandes del Valle de Casablanca.