Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Vida Social
  • Deportes
  • Espectáculos
  • Clasificados

200 años navegando al servicio de la Patria

Las fuerzas navales del mañana se caracterizarán por el equilibrio que se logre al alcanzar las capacidades necesarias para ejecutar las operaciones y funciones asociadas al rol militar, de contribución a la Política Exterior del país, al desarrollo socioeconómico y a la mitigación de desastres naturales.
E-mail Compartir

El pasado viernes 17 de marzo, a exactos doscientos años de la fecha del zarpe del bergantín "Águila" en demanda de Juan Fernández, para traer de regreso al continente a los patriotas relegados por adherir a la causa emancipadora, la Armada de Chile dio inicio a la celebración de sus 200 años de existencia.

La Armada de Chile fue creada durante el bienio 1817-1818, sin que exista un decreto de fundación único. Se fue formando en base a una serie de hechos que cristalizaron la visión marítima del Padre de la Patria, General Bernardo O'Higgins, quien después de la victoria de Chacabuco, sentenció, con preclara visión de futuro, que "esta victoria y cien más serán insignificantes si no dominamos el mar". La tenacidad con que se emprendió la tarea pronto dio sus frutos y durante esos años se dieron los primeros pasos para conformar y desarrollar el necesario poder naval de la naciente República. La creación de la Comandancia de Marina, de la Escuela Naval, de la Infantería de Marina, de los Arsenales y de la Marina Mercante Nacional, fueron algunas de las acciones que, entre muchas otras, marcaron el inicio de esta Institución ya bicentenaria.

Durante este extenso periodo, sus tripulaciones, herederas de una tradición de gloria y victoria, y forjados en el real significado de lo que representa el compromiso, el sacrificio y el amor por la Patria, han servido al país escribiendo páginas brillantes de su historia no sólo cuando las crisis externas se lo han demandado, sino también participando activamente en la consolidación y proyección futura de Chile. La toma de posesión del Estrecho de Magallanes, la anexión de Isla de Pascua, la incorporación a la navegación segura de los cientos de canales de nuestra zona austral, la creación de Puerto Williams y la proyección hacia nuestros intereses antárticos, son sólo una muestra de esos hechos, a los que se suman todos aquellos que dejan de manifiesto su vocación de servicio a toda prueba, cuando la naturaleza o graves acontecimientos han conmocionado al país, momentos en los cuales nuestras dotaciones se han puesto al servicio de sus conciudadanos afectados para llegar con la ayuda necesaria.

Y no podía ser de otra manera, puesto que la Marina es parte fundamental del alma de nuestro país y no representa sino la chilenidad en su más pura expresión. Sus dotaciones han estado y están compuestas por un heterogéneo grupo de ciudadanos que, fluyendo de los más apartados rincones de nuestra Patria, dan vida a la Institución enriqueciéndola y conformando, a su vez, el más preciado bien institucional.

Son estos hombres y mujeres los que deberán afrontar los desafíos que el futuro nos depara, porque la Marina no es sólo pasado, es también presente y futuro. En lo inmediato, son ellos los que con su esfuerzo dan vida a nuestra contribución al desarrollo cultural, tecnológico y científico del país, y materializan el permanente apoyo institucional a la Política Exterior del Estado. Ello nos impone participar plenamente en el contexto mundial globalizado, ya sea cumpliendo con los compromisos internacionales suscritos por el Estado para el resguardo de la vida humana en el mar; contribuyendo en forma significativa en Operaciones de Paz de Naciones Unidas, o participando en la organización y conducción de ejercicios navales relevantes en el océano Pacífico, reconociendo la capacidad profesional y competencia de sus integrantes.

Y nos proyectamos al futuro del mismo modo que lo hicieron nuestros predecesores, quizás porque la naturaleza de nuestra profesión nos obliga a mantener nuestra mente siempre oteando el horizonte, intentando develar lo que se esconde a nuestras naturales limitaciones, para afrontarlo con mayores posibilidades de éxito y convertir convenientemente las amenazas en oportunidades.

Ribereños de un océano donde el mundo globalizado ha puesto su atención y donde los mares australes y la Antártica representan espacios que despiertan interés estratégicos como fuentes de todo tipo de riquezas, tenemos la obligación de prestar atención a esos escenarios no sólo dándoles la importancia que merecen, sino que desarrollando mayores potencialidades para asegurar nuestros intereses nacionales.

Así, nuestra preocupación futura está centrada en un desarrollo equilibrado del conocimiento y de la fuerza. Sólo se puede alcanzar efectividad en la consecución de la misión si se cuenta con dotaciones apropiadas y con la calificación requerida. Los medios a flote del futuro e infraestructura requerirán contar con marinos que, junto con mantener el actual interés y compromiso para con la Patria, se distingan por su alta calificación humana, profesional y técnica. Las fuerzas navales del mañana se caracterizarán por el equilibrio que se logre al alcanzar las capacidades necesarias para ejecutar las operaciones y funciones asociadas al rol militar, de contribución a la Política Exterior del país, al desarrollo socioeconómico y a la mitigación de desastres naturales. La correcta combinación de estas definirán las capacidades estratégicas de la Armada del Siglo XXI.

No podemos sino estar felices al comenzar a celebrar nuestros primeros 200 años de existencia como una institución permanente del Estado, haciendo partícipes a todos nuestros compatriotas, conscientes de nuestro rico pasado histórico y convencidos de que debemos fijar nuestra mirada y nuestros esfuerzos en el futuro, para continuar dedicados en cuerpo y alma a servir a Chile de manera desinteresada, sin esperar recompensas, sino sólo la íntima satisfacción de haber cumplido con el deber que la Patria nos señala.