Se ha hecho oportuno saber que un buen proyecto no necesita convocatorias forzadas ni intervenir sobre una evaluación ambiental en trámite. El aparente "apoyo transversal" al Terminal 2 de hace unos días, es más bien una seña vertical. Un relámpago desde la capital que deja además la sensación de un inminente anuncio de emplazamiento del Puerto Gran Escala en otro lugar, donde las condiciones y procedimientos han sido evidentemente más favorables que los locales.
Desde hace un lustro el Estado Central y sus actores estacionales han persistido en defender con estadísticas no confirmadas un plan portuario que en 15 años se ha vuelto obsoleto, contradiciendo la lógica de apertura urbana propuesta originalmente por el gobierno de Ricardo Lagos. Los argumentos para implementar un proyecto que es medible solo desde 2013 -que Unesco no pudo conocer 10 años antes, cuando el plan proponía otras dimensiones para la expansión en el centro de la bahía-, son la evidencia de un proceso fallido, cuya intervención corporativa en plena tramitación ambiental y finalizando este gobierno, genera aún más dudas sobre su legitimidad y viabilidad.
Pero a diferencia de otros años, el excluyente paseo de las autoridades por el borde se hizo sin la autoridad local. Como sin percatarse, caminaron por donde todo porteño desearía, lugar que desde hace décadas sólo puede ser soñado tras un muro, con invitaciones ocasionales y limitadas, pero con ninguna que sea vinculante para ser copartícipes de la tan necesaria transformación. En fin, la política dando la espalda a los ciudadanos, considerándolos menos importantes que un contrato. ¿En qué otro lugar de Chile puede un proyecto estatal anunciar respaldos sin si quiera considerar la visión de la alcaldía, desinflando al mismo tiempo su propia agenda de descentralización, bajo un nuevo pisotón centralista? ¿Se entenderá ahora la razón por la que la política local giró en 180 grados en octubre pasado?
Al contrario de lo que se ha dicho, no es por el Sistema de Evaluación Ambiental que el aparato público se contradice con la urgencia de implementar más y mejor infraestructura, pretendiendo de ese modo revertir la vulnerabilidad social y económica, producto de la obsolescencia urbana de Valparaíso. Más bien, nos enfrentamos a un proyecto concebido deficientemente, que simboliza además un extravío en el necesario consenso entre las reparticiones y sobre todo con la representación local, de habitantes que merecen estar mejor informados y empoderados ante los riesgos evidentes que tan bien fueron establecidos por el Informe Isaza.
Esta disociación "porteña" entre el mar y la ciudad, desde la evolución de la industria portuaria del siglo XX, que propició la involución de su industria terciaria, terminó por impedir la sostenibilidad social y económica de su época de oro, generando en consecuencia una ruina ambiental, encarnada hoy en las denominadas "condiciones de riesgo". Se niega la equidad territorial a una población que requiere urgentes líneas productivas para reimpulsar su precaria economía local, acceder a servicios urbanos y ejercer su derecho a vivir en una ciudad digna. Un diálogo para el emplazamiento compatible e inteligente del puerto, es la única manera para revertir las vulnerabilidades y amenazas, donde el cambio climático asoma como un nuevo paradigma que, ya sabemos, nos golpea cada año con más frecuencia.
Valparaíso cuestionó legítimamente hace siete meses esta "Política de Estado". La ciudad demostró que la gobernanza local se logra desde la asociación de colectivos ciudadanos preocupados por la falta de procesos democráticos en temas de alto impacto como el plan maestro portuario. Hoy, en medio de una imposición de decisiones tomadas fuera del territorio local, se evidencia con más claridad el necesario encuentro de la política y los ciudadanos, de las decisiones y los habitantes, de los proyectos y sus entornos. Buena razón entonces para pensar en la urgencia de Gobernadores Regionales electos, representativos, capaces de administrar y planificar las nuevas áreas metropolitanas regionales, desde la heterogeneidad de cada territorio y sus verdaderas vocaciones. Única forma de lograr equilibrios entre el poder económico y político local, que es la clave de una planificación posible, eficaz y sostenible en el tiempo.
Gonzalo Undurraga
Alberto Texido *
* Integrantes Corporación Metropolítica