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Polémica por cierre de Cesfam de Rodelillo

SALUD. Municipio criticó a la seremi por clausurar el recinto. Sin embargo, la medida se había dejado sin efecto el viernes.
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Una nueva polémica entre la Municipalidad de Valparaíso y la Secretaría Regional Ministerial de Salud se desató este fin de semana. Durante la tarde de ayer, la el municipio criticó que la seremi decidiera clausurar el nuevo Centro de Salud Familiar (Cesfam) de Rodelillo, dejando "a 15 mil personas sin atención médica".

De acuerdo a los antecedentes del acta de una visita de formalización efectuada el jueves 25, se detectó que el edificio arrojaba diferentes deficiencias sanitarias, como la falta de señaléticas y de una bodega para almacenar los insumos clínicos.

Aún así, el director del centro médico, Rodrigo Valenzuela, aseguró que las observaciones "no guardan proporcionalidad con la medida de prohibir el funcionamiento".

"Hay puntos del acta que no son tal. Indica que las vías de evacuación no están señalizadas, lo que no se condice con la realidad, pues las vías si están señalizadas", dijo Valenzuela. En tanto, el director del área de salud de la Cormuval, Alejandro Escobar, calificó como "desmesurada y descriteriada" la medida adoptada.

Cierre fue levantado

No obstante, desde la seremi de Salud aseguraron que la medida de prohibición fue levantada el viernes. Así lo indica un comunicado enviado ese día alrededor de las 21 horas, en el que se detalla que "se constató que el recinto asistencial estaba atendiendo pacientes sin contar con la debida autorización sanitaria (...) Sin embargo, y a pesar de las graves faltas de la Cormuval, se ha determinado autorizar el funcionamiento de dicho centro asistencial".

La decisión quedó reflejada en la resolución N° 35 que emitió la seremi el mismo día. En ella, se decreta dejar "sin efecto la prohibición de funcionamiento" del Cesfam y se otorga un plazo de 30 días para que la Cormuval obtenga la resolución sanitaria.

Terremotos y la pervivencia del Patrimonio en Chile

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Hacia 1614, Alonso González de Nájera, un reconocido cronista hispano, destacó lo siguiente: "todo el reino de Chile es sujeto a terremotos por la razón de ser todo él costa como dicen los naturales, los cuales temblores son tan ordinarios que no solo se sienten en el estremecer de los edificios (por los que los fabrican generalmente bajos)…". A partir de esta referencia, bien podemos decir que esta innegable realidad geofísica, presente desde tiempos remotos y dada por el simple hecho que nuestro territorio se ubica en una de las zonas de subducción más activas e importantes del planeta (nos referimos al denominado "Cinturón de Fuego del Pacífico), ha traído como consecuencia la ocurrencia de temblores, terremotos y "salidas del mar" o tsunamis en forma constante, como bien lo advirtió el citado soldado escritor.

De esta manera, esta particular y recurrente manifestación de la naturaleza, unida al desconocimiento que por largas décadas tuvo la población de Chile de sus causas y consecuencias, hizo que numerosas obras arquitectónicas y costosas fábricas sagradas, construidas con los mejores materiales y empleando elaborados diseños, ya que tenían por fin "durar una eternidad", se desmoronaran, como parte de una sinfonía macabra, en un breve lapso de tiempo.

En consecuencia, la ocurrencia de un violento e inesperado movimiento de la tierra, y que para nuestros antepasados probablemente significó vivir la noche misma del "juicio final", ya que el orden establecido y la firmeza de sus construcciones se arruinaban en cuestión de minutos, hoy, y ya que conocemos la causa científica que los provoca, nos invita y obliga a reflexionar desde la Historia y volver a mirar nuestro pasado sísmico con el fin de conocer los alcances de estos destructivos eventos y proyectar sus consecuencias para prevenir sus estragos y así, en la medida de lo posible, contribuir a que nuestro patrimonio, en el más amplio sentido de su definición, perviva y pueda ser apreciado en forma real por las futuras generaciones y no en el olvidado recuerdo de lo que fue o pudo ser. En otras palabras, el estudiar la historia de las manifestaciones sísmicas en los pueblos y ciudades que hoy conformar nuestro país nos ayudaría, como sociedad, a generar planes de contingencia efectivos y con ello evitar, así como Sísifo, volver a empezar.

Departamento de Historia y Ciencias Sociales Facultad de Artes Liberales, Universidad Adolfo Ibáñez

Alfredo Palacios Roa