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Design Thinking: Lidera el presente. Crea el futuro.

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Para nadie es un misterio que día a día nos enfrentamos a desafíos que se enmarcan en un entorno cada vez más competitivo. Por ello, para dar resultado a estos retos es fundamental lograr equilibrar el pensamiento analítico con una reflexión más intuitiva, visual y emocional.

El foco principal de este libro está en entregar una perspectiva del pensamiento distinta al que normalmente utilizamos para resolver los problemas. Así, las empresas podrán diseñar las soluciones desde una mirada más creativa y, con ello, contribuir a la innovación en el largo plazo.

De esta forma, el propósito del libro es impulsar un cambio cultural en las empresas, donde el trabajo empresarial se desarrolle de manera colaborativa y centrado en las personas.

Justicia organizacional

ADMINISTRACIÓN. Una mirada a las percepciones de equidad de las personas en la organización.
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Las percepciones de justicia organizacional no sólo afectan las relaciones entre las personas o sus afectos hacia la organización, sino también los resultados económicos de ésta. El concepto de justicia organizacional fue acuñado por Greenberg en 1987, para referirse a las percepciones de equidad de las personas, y cómo éstas influyen en sus actitudes y conductas laborales. Por ejemplo, ¿cuántas veces ha sentido que la compensación que recibe por su trabajo no se corresponde con los aportes que realiza, o que la forma en que se adoptan algunas decisiones no consideran la opinión de todos los involucrados? Éstas y otras preguntas, son abordadas por los estudiosos de la justicia organizacional.

A diferencia de los estudios en filosofía o derecho, más orientados a definir aquello que es justo, los psicólogos sociales han buscado entender mejor cómo las personas construyen sus creencias sobre lo justo. Es decir, más que buscar establecer un código moral prescriptivo, la psicología se ha enfocado en describir los procesos individuales que llevan a una persona a considerar algo como equitativo, justo, o ético. Desde esta perspectiva, la justicia organizacional es un fenómeno subjetivo y multidimensional, integrado por tres tipos de justicia: distributiva, procedimental, e interaccional (Colquitt, 2001).

Distributiva

La justicia distributiva deriva de los estudios de Stacy Adams (1965) sobre motivación laboral, y es considerado el origen de los estudios sobre justicia en las organizaciones. Según Adams, las personas comparan si la relación entre sus aportes a la organización y la compensación recibida a cambio, es similar a la de otras personas con cargos y contribuciones similares, en la misma, u otra organización. Es decir, existe una comparación sobre un nivel de equidad interna, y otro sobre equidad externa. Esta primera aproximación a la justicia en la organización, despertó el interés de los investigadores sobre la equidad en los procesos o formas de hacer las cosas en la organización.

Procedimental

La justicia procedimental refiere a cómo las personas perciben la forma en que se toman las decisiones en la organización (Leventhal, 1980). Refiere a los juicios sobre la idoneidad en las normas, o procedimientos para asignar recursos (por ejemplo, humanos, financieros) y los resultados (por ejemplo, metas, brechas) a los trabajadores. Por ejemplo, un proceso es considerado como más justo, si se aplica consistentemente a todos, es representativo de las partes interesadas, es capaz de ser corregido o adaptado, y es consistente con normas éticas. En general, los procesos que involucran a los trabajadores son percibidos como más justos, y se traducen en mayor lealtad y esfuerzo en favor de las metas de la organización. Aunque estos sentimientos hacia la organización como un todo, coexisten con aquellos hacia otros colaboradores y superiores.

Interaccional

La justicia interaccional, en términos simples, refiere a cómo una persona trata a otra, por ejemplo: cordial, honesto, responsable. Bies y Moag (1986) introdujeron el concepto de justicia interaccional para referirse a la equidad en el trato interpersonal. Un trato, que se expresa tanto en la información entregada como la forma en que se entrega. Los aspectos informativos refieren a si los argumentos ofrecidos por la persona para desarrollar algún procedimiento son percibidos como apropiados o veraces; y la forma, al respeto y dignidad hacia la otra persona al momento de informar el procedimiento (Colquitt y colegas, 2001).

Son pocos los estudios empíricos sobre justicia organizacional en Chile, pero la evidencia (Rainieri, 2012) sugiere que las percepciones sobre justicia distributiva son más bajas respecto a la procedimental e interaccional. Como también, que las mujeres manifiestan menores percepciones de justicia organizacional respecto de los hombres, en las tres dimensiones. Avanzar en justicia organizacional, permite a las personas mantener la confianza en la organización, y desarrollar un mayor compromiso con las metas de ésta; en especial, cuando las cosas no van de la mejor forma (Goldman, 2003).

El cuidado de la justicia organizacional pudiera suponer una perspectiva instrumental sobre cómo los sistemas más justos incrementan los resultados socio-económicos para la organización; pero la justicia organizacional debiera entenderse más bien, como una oportunidad para construir espacios significativos comunes entre todos los colaboradores. No olvidemos, que las personas prefieren vivir en sistemas sociales justos o éticos. En especial, si esperamos retener a las personas más valiosas o talentosas en la organización.

Más tolerancia

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EDUARDO CARTAGENA NOVOA

La semana pasada un pre-candidato presidencial dijo, en un programa de televisión, que la Pontificia Universidad Católica de Chile, y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, pertenecen a otro Estado, por lo que deberían recibir financiamiento del Vaticano, o renunciar a ser Pontificias para seguir recibiendo parte de su financiamiento desde el Estado de Chile, dado que nuestro Estado es laico.

Cabe precisar que muy pocas universidades católicas del mundo tienen la distinción honorífica de ser Pontificias, al ser reconocidas por el Estado Vaticano por las contribuciones que ellas han realizado a la educación superior en sus países, destacándose por su calidad en la formación y la investigación, entre otros aspectos. No se trata de una sujeción o dependencia administrativa ni financiera.

Nuestras dos universidades pontificias siempre han sido chilenas, reconocidas por el Estado, con vocación pública, pluralistas y tolerantes en lo religioso; no hay impedimentos para recibir estudiantes, académicos, ni funcionarios de cualquier creencia, laicos y no creyentes. A todos quienes acuden voluntariamente a estos planteles ni siquiera se les pide que compartan su inspiración, sólo respeten el carácter confesional de su quehacer porque es un plus respecto a las laicas.

Como la mayoría de los chilenos se declaran creyentes, pese a los errores, faltas y delitos cometidos en comunidades religiosas, en mi opinión, el país no necesita más intolerancia, ni exclusión hacia las universidades católicas. Lo que necesitamos es más tolerancia, en la educación y en la sociedad.

Director, Escuela de Negocios y Economía, PUCV

eduardo.cartagena@pucv.cl