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ENTREVISTA. Carlos Peña, abogado, doctor en filosofía y rector de la Universidad Diego Portales:

"La sociedad chilena se

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Ese esfuerzo, sin embargo, se presenta complejo porque la chilena, explica Peña, "es una sociedad que se resiste a ser comprendida". Y la mejor prueba de aquello es que ninguno de los aspirantes presidenciales parece estar lográndolo. Falta aún que alguno descubra cómo hablarle y qué decirle a los millones de chilenos de sectores medios que esperan, todavía, que alguien reconozca su "experiencia vital" de los últimos años, dice Peña, abogado, doctor en filosofía y acaso e l más prominente intelectual público del país.

"(Los sectores medios) han experimentado un cambio muy radical en sus condiciones materiales de existencia en apenas lo que dura una generación y tienen una manera de comprender el entorno muy distinta"."


resiste a ser comprendida"

"Creo que Piñera es el típico sujeto que hace cálculos de costo-beneficio en este obrar (el político). Para ser un gran político se requiere mayor propensión al riesgo simbólico"."

Luis Pino Gumucio luis.pino@mediosregionales.cl

El camino a La Moneda pasa por aprender a leer. No en el sentido habitual, como quien se enfrenta a una publicación, sino en el de decodificar los profundos efectos del acelerado proceso modernizador que ha transformado a la sociedad chilena, muy en especial a los sectores medios. Para Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, quien mejor y antes entienda esto tiene mucho avanzado.

- Los dirigentes y aspirantes a la Presidencia se interpelan regularmente por una supuesta ausencia o debilidad en materia de liderazgo y por las más variadas razones . ¿Qué lectura hace de eso?

- Lo que ocurre es que el fenómeno fundamental que opera como trasfondo del debate político actual es que la sociedad chilena se resiste a ser comprendida. Tenemos una estructura social y problemas difíciles de entender. Hace 10 ó 15 años bastaba con unas encuestas de opinión y un conocimiento relativamente pormenorizado de la historia reciente de Chile para predecir los cursos principales por los que Chile iba a transitar. Hoy tenemos una sociedad opaca en los procesos que la constituyen. Esto produce que las élites y las dirigencias políticas están frente a una sociedad que no comprenden y la ciudadanía frente a liderazgos que tampoco entiende. Esto es resultado del hecho que la sociedad chilena ha experimentado una rápida y gigantesca modernización que ha cambiado radicalmente la memoria, la manera de las grandes mayorías nacionales de comprenderse; mayorías que han transitado de ser grupos proletarios o trabajadores con adscripción clara de clase social, como era el Chile de los 80 y 70, a grupos móviles y medios muy movedizos, que ya no tienen mucho arraigo ni en el barrio ni en la Iglesia ni el sindicato ni en el partido político. Han experimentado un cambio muy radical en sus condiciones materiales de existencia en apenas lo que dura una generación y tienen una manera de comprender el entorno muy distinta.

- ¿Estamos, entonces, en una suerte de período de transición social?

- El fenómeno fundamental de las sociedades es que se constituyen por una especie de cruce entre la biografía personal y el cambio en la estructura social. A veces se ajustan y estamos en presencia de momentos relativamente calmos y legibles; pero en otras ocasiones se produce una especia de inconsistencia. Este desajuste hace que la sociedad sea muy difícil de ser comprendida. Estamos en medio de ese proceso. Este fenómeno consiste en que las personas están contentas y satisfechas con su vida personal, pero muy descontentas con el medio en el cual esa vida se desenvuelve.

- ¿Cuándo y cómo se produce el ajuste entre la biografía personal y el cambio en la estructura social?

- Pensemos en los actuales grupos medios. Tienen en su memoria familiar una larga historia de exclusión, de privación, de carencia, pero de pronto, en el curso nada más que de esta generación, han accedido a la vivienda propia, han visto expandirse la escolaridad de sus hijos a niveles inimaginables, han accedido a bienes estatutarios. La pregunta es qué ocurre en la memoria de esos grupos. Se produce un problema de identidad muy complicado. Esto produce una ruptura con la memoria familiar. Junto con ello, cuando rememoran su experiencia reciente, lo que adquieren es una gigantesca autonomía y confianza en sí mismos que los hace ser muy indóciles a las élites y a las dirigencias políticas.

- ¿Pero qué señal indica que ya se ha producido el acople social?

- En general, las sociedades que se modernizan. Las sociedades modernas son sociedades que viven en medio de una sensación dual; por una parte, hay una cierta experiencia de libertad personal y de autonomía, como la que está viviendo la gente hoy en Chile, pero, al mismo tiempo , una sensación de pérdida y nostalgia por el mundo que se dejó atrás. El mundo que se deja atrás es un mundo abrigado; las sociedades tradicionales son sociedades en las que, si bien hay poca autonomía y poca libertad, con mucha carencia y mucha desigualdad percibida, tienen mucho abrigo, mucho consuelo y mucha cohesión social. Eso hoy se echa de menos. Si atiendes al discurso, la Presidenta (Bachelet) piensa que la demanda fundamental de Chile es de mayor cohesión social, que Chile es una sociedad fracturada. Esta es una sensación que está en el ambiente porque las sociedades que se modernizan hacen más libres a las personas, más autónomas, pero también las echan a la intemperie. Pero las sociedades tienen que estabilizarse en algún momento y eso ocurre, por decirlo así, cuando la vida pública se hace más mediocre.

- ¿Cuando la política importa menos, cuando gravita menos?

- Cuando importa menos, cuando la vida pública ya no es el espacio de la felicidad, del jardín del edén; cuando ese tipo de expectativas se refugia en la vida personal, en la religión, en el arte, en la literatura, pero no en la política.

- ¿Tiene que ver con expectativas?

- Tiene que ver con un tema de expectativas. Cuando se produce este tipo de fenómenos, la tentación grande es pedirle a la política más de lo que puede dar. Algo de eso estamos viendo en Chile y esto se vincula con el populismo. Lo que se llama populismo no es tanto la demagogia, el halago al pueblo, sino el intento, consecuencia de la falta de legibilidad de la sociedad, de leer la sociedad como un sujeto colectivo simbólico. Se quiere aligerar la complejidad de la vida social por la idea de erigir a un sujeto simbólico del cual el líder populista se siente intérprete privilegiado. Lo estamos viendo. Beatriz Sánchez es un caso clásico y, en algunos momentos, (Alejandro) Guillier, cuando dice 'yo no me vinculo con los partidos, no soy político, quiero construir el programa con la ciudadanía', como si la ciudadanía fuera identificable.

- Hoy se alerta permanentemente acerca del auge del populismo, en Chile y en otras partes . ¿Es una suerte de "espíritu de nuestro tiempo", algo casi inevitable?

- Lo que estamos viviendo es una modernidad radicalizada y la modernidad lo que hace es desarraigar. Las sociedades modernas son móviles, desarraigan a los sujetos de sus referencias tradicionales y tienden a disolver las pertenencias grupales; son sociedades electivas, donde todo es fruto de una elección. Es una individuación muy radical que provoca que lo que llamábamos sociedad, la sociedad nacional, unida por costumbres y una historia común, tiende a desaparecer y se produce esta sensación de desorientación y desamparo. Cuando eso ocurre, la gente busca significados simbólicos para aferrarse.

- Y esta búsqueda de significados simbólicos, ¿no es acaso pasto seco para el renacer de las utopías?

- Totalmente. Es pasto seco para dos cosas, para las utopías y para los chivos expiatorios. La inmigración, los musulmanes, los herejes, etc. Escuchemos a Beatriz Sánchez, 'hay que soñar un futuro distinto', como si la realidad dependiera de lo que somos capaces de soñar.

- ¿El Frente Amplio es, entonces, hijo de esta necesidad de utopías?

- Tiene varias fuentes. Hay una vertiente generacional. El gran desafío del Frente Amplio como fuerza política es si acaso va a ser capaz de superar este momento generacional. Está alimentado por una pulsión generacional. Una generación que nació cuando Chile ya se modernizó y solucionó los problemas de la transición democrática. Es una generación que mira para atrás con cierto desdén a los grupos que construyeron la transición y le reprochan haber estado por debajo de lo que pudieron hacer. Cada generación pretende estar en un escalón más alto en la escalera de la historia. No es que todos los que pertenecen al Frente Amplio sean de la misma generación; es una cuestión espiritual, cultural, no de edad necesariamente. Beatriz Sánchez no participa de esta pulsión generacional por edad, sino por espíritu. Por otra parte, recoge este malestar fruto del proceso modernizador, una cierta nostalgia por una comunidad perdida. Ellos hacen un esfuerzo de reconstituir cierto sentido comunitario. De ahí viene esta permanente afirmación de lo colectivo. También hay una cierta reacción contra el proyecto modernizador de Chile, que es típicamente capitalista. En esto veo diferencia entre los sectores más de izquierda del Frente Amplio, que apuestan a una suerte de sustitución del modelo, y Beatriz Sánchez. Creo que Beatriz Sánchez tiene una retórica más encendida, pero en la práctica, cuando se escuchan los proyectos, es una socialdemocracia más radical.

- Volviendo a lo que comentaba sobre el liderazgo. ¿Qué implica el momento social de Chile en términos de la demanda de liderazgo?

- Si llamamos liderazgo a ese fenómeno en que una persona logra interpretar la sensibilidad de un grupo, contener las expectativas de ese grupo, racionalizarlas, evidentemente estamos ante un problema de liderazgo en Chile. Lo que observamos en personas como Guillier es el esfuerzo por amplificar las expectativas que el sospecha tiene la gente, pero sin contenerla, sin racionalizarla, sin proyectarla políticamente. El liderazgo político no consiste solamente en repetir en voz alta lo que la gente murmulla en la calle ni consiste solamente en amplificar las expectativas de las personas o reproducirlas. Eso no es la política, la política es un esfuerzo de mediación y de contención de las expectativas de la mayoría. El gran político, Arturo Alessandri, en el caso de Chile; Charles De Gaulle, en Francia, es el sujeto que cuando uno lo mira a la distancia dice 'este sujeto engatusó a la gente, le hizo creer que la interpretaba fielmente, pero acabó haciendo algo distinto a lo que la gente quería'. La política es el principio de realidad.

- En este contexto social de Chile, ¿está Piñera apretando la tecla adecuada? Lo critican por una narrativa que parece reducirse al crecimiento económico.

- Piñera está en una situación totalmente expectante y muy sorprendente. Durante todo el Siglo XX, el llamado Estado de Compromiso, es decir, la vigencia de la Carta de 1925, sólo una vez la derecha logró hacerse del poder mediante los votos, con Jorge Alessandri. Ahora, en menos de un cuarto de siglo, está a punto de alcanzar dos veces la presidencia mediante el voto. Si gana Piñera, estaríamos en presencia de algo totalmente inédito. Quienes piensen que Chile rechaza el modelo de modernización capitalista tendrían que explicar cómo es posible que un país descontento escoja dos veces a la derecha. Es probable que Piñera esté usufructuando de una cierta desilusión por la cantidad de torpezas y tropiezos increíbles del gobierno de la Nueva Mayoría. Pero Piñera no está tocando la tecla adecuada. Quien logre interpretar a los grupos medios es quien va a ganar. Lo que ha ocurrido es que, de alguna manera, Bachelet ha devaluado la experiencia vital de esos grupos medios en Chile. Bachelet, cuando mira para atrás y ve estas dos décadas de modernización, es como si fueran puras sombras, como si hubiéramos sido víctimas de un engaño, como si hubiéramos estado tejiendo una fractura social profunda, como si la expansión del consumo y de la escolaridad, la emigración dentro de la ciudad y el acceso a bienes estatutarios no fueran una buena noticia. Mientras los grupos medios ven estos 20 años como fruto de su desempeño, de su éxito personal y familiar, el gobierno le dice 'no, lo que usted consideraba que era ascenso, movilidad, era puro arribismo'.

- ¿Considera que la centroderecha es diversa hoy en Chile?, ¿qué representan las otras precandidaturas en ese sector?

- La derecha ha tenido históricamente problemas a la hora de construir su identidad. En Chile siempre hubo varias derechas. Hubo una socialcristiana, con (Eduardo) Cruz Coke, cuyo remedo inferior es (Manuel josé) Ossandon, paternalista, caritativa, que la hace ser muy cercana al mundo popular. Pero la derecha ha tenido una vertiente tecnocrática, que tiene su origen en la misión Klein-Saks, que es la que prestó auxilio ideológico a la dictadura. Y ha habido una derecha más hispanista, más tradicionalista. Hoy hay una disputa por la identidad de la derecha, con tres voces claras. Una, la de José Antonio Kast, quien, minoritario y todo, representa la vertiente más tradicional; la otra es la de Ossandon y luego están Felipe Kast y Piñera, que representan, en el largo plazo, las dos opciones de la derecha. Una derecha liberal, aunque Kast, como dije en una columna, está algo descafeinado como liberal.

- O sea, ¿Kast finalmente es liberal?

- Digamos que es un esfuerzo por construir un liberalismo en Chile de derecha, pero el liberalismo de derecha es casi siempre descafeinado. Y Piñera no logra sacudirse esta idea que ha infectado la derecha en Chile de la tecnocracia, de la gestión. El futuro de la derecha depende de la capacidad que tenga de generar un discurso que vaya más allá del mero discurso tecnocrático.

- ¿Y cree que Piñera sea capaz de eso, por como está "formateado"?

- Es muy difícil. Es muy inteligente, pero paradójicamente es alérgico a las ideas. Ve los relatos ideológicos como estorbos, le deben parecer parrafadas de filósofos sin mucho sentido. No comprende del todo esta dimensión de la política.

- ¿Y lo ve el líder ideal para proyectar un gobierno de la centroderecha más allá de los cuatro años?

- No es el ideal, pero es el único, no se observa otro realmente. Si uno piensa en Felipe Kast, le falta mucho. Piñera mostró, en su gobierno, algunos atisbos de un liderazgo mayor. Recuerdo cuando habló de cómplices pasivos de la dictadura, ahí mostró atisbos del tipo de derecha que quería construir, una que no se ata a la dictadura, sino que la rechaza y que invita a los partidos que lo apoyan a revisar su experiencia. Hay en él una semilla, pero creo que Piñera es el típico sujeto que hace cálculos de costo-beneficio en este obrar. Para ser un gran político se requiere mayor propensión al riesgo simbólico.

- ¿Y qué se juega la Democracia Cristiana en esta elección?

- Lo que ocurre con la DC es que es una rareza total. Ha retrocedido en prácticamente todo el mundo y la pregunta es por qué. La respuesta es que es un tipo de proyecto político al que le queda muy incómoda la modernización. Es un proyecto que intenta revalidar y hacer políticamente eficaz valores como la comunidad, la cooperación social, una cierta solidaridad institucional. No es un partido confesional, pero es cristiano, lo que le hace ir muy a contrapelo de los procesos básicos de las sociedades modernas: individuación, disolución de los grupos de pertenencia, debilidad de la religión como soporte de sentido. Ha funcionado cuando es francamente de derecha, pero no es el caso de la DC chilena.

alfonso gonzalez ramirez

"la sociedad chilena ha experimentado una gigantesca modernización".

RODRIGO SÁENZ/AGENCIAUNO