Por Valeria Barahona V.
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El amor es parte central de la teoría del profesor de arquitectura de la Universidad de Sevilla, José Joaquín Parra, quien afirmó que los profesionales del área "a menudo no tienen biografía, lo que existe a veces es un catálogo de obras, omitiendo toda referencia a la gloria o el fracaso" del autor, por lo que expuso acerca del "amor como componente esencial de la arquitectura que quiere ser más seria", en la Universidad Técnica Federico Santa María.
Cuando se habla de afectos hacia las construcciones, estos llevan asociados la noción de patrimonio, que "está para ser destruido. El objetivo de la arquitectura no es preservar lo preexistente, sino generar obra que los herederos piensen que es digna de conservar", dijo el profesional español, agregando que es necesario "integrar lo existente a lo nuevo", como Alberto Burri, quien cubrió de concreto las ruinas de Gibellina, en Sicilia, para preservar la memoria de sus habitantes que vieron sus vidas derrumbadas por un terremoto.
CULTURA GENERAL
Eso, a juicio de Parra, es "permitir que la arquitectura desaparezca de una manera digna".
El bombardeo a Sansepolcro, durante la Segunda Guerra Mundial, fue evitado gracias a un cuadro de Piero della Francesca, pintor casi desconocido si no fuera por una referencia del autor de la novela "Un mundo feliz", de Aldous Huxley, quien en 1923 señaló que su fresco de la resurrección era la pintura más bella del mundo. Por ello, el militar a cargo del operativo no abrió fuego. "La cultura general es la clave para preservar el patrimonio", agregó el arquitecto.
Otros exponentes del amor por la belleza de las construcciones fueron Gerardo Murillo y Carmen Mondragón, quienes se fueron a vivir a un claustro abandonado en Ciudad de México, para evitar su demolición. Murillo es recordado por promover la geografía del país como parte del patrimonio, mientras que su esposa "escribía poemas de amor por las paredes del claustro" que actualmente se encuentra en restauración.
"Fue una relación violenta, como todas las grandes pasiones. (…) Pero la defensa del convento los llevó a la euforia creativa y destructiva de ambos", quienes dejaron libros y pinturas realizados a mediados del siglo XX. "Sin afecto la arquitectura puede ser correcta, pero fría", puntualizó Parra.