Hace décadas que en Chile se viene discutiendo cómo mejorar la educación a todo nivel. Las aristas en el tema son variadas, desde infraestructura, modelos educativos, aplicación de tecnología, financiamiento, horas de permanencia en las aulas, entre otras. En este contexto, creo relevante reflexionar sobre una aspecto en el cual hemos ido perdiendo terreno ante la velocidad en la que la vida actual nos tiene inmersos. Me refiero a la importancia de la familia en el aprendizaje.
El foco de la educación hoy día está puesto en el aprendizaje, siendo el alumno el protagonista y el adulto un facilitador, por lo que generar condiciones que permitan el desarrollo de competencias en los niños en el hogar, manteniendo concordancia con el colegio, resulta necesario, siendo prioritario no perder terreno en esta materia.
Asimismo, los apoderados deben mantener una comunicación permanente con el establecimiento, estar al tanto de los avances, retrocesos y dificultades que puede presentar el alumno, asistir a las entrevistas y reuniones a las que son convocados y solicitar asesoría para apoyar los aprendizajes.
En la práctica, es importantísimo que el apoderado pregunte a los niños ¿cómo le fue?, ¿qué aprendió?, ¿cómo se sintió? y orientar al respecto. Todo ello, junto con proveer los materiales necesarios para cada sesión y ofrecer un espacio dedicado y preparado para el estudio, entre otros elementos.
Mediante un documento que da inicio a una política de participación de los padres y apoderados, elaborado el año 2002, por el MINEDUC y actualizado posteriormente, se destaca lo significativo y decisivo de la presencia parental en el proceso educativo, además de reconocer el rol de los padres como agentes socializadores. Lamentablemente, esta situación no siempre se da y, por lo tanto, resulta relevante analizar este contexto para establecer niveles de exigencia, que son necesarios, pero que no pueden ser estandarizados. A ello, se debe sumar las potencialidades de cada alumno.
No es un tema menor, ya que este apoyo familiar, llevado con compromiso y cariño puede influir sustantivamente en el aprendizaje de los alumnos, por lo cual, más allá de las horas de trabajo y el estrés de los padres, se deben buscar mecanismos en el hogar para mantener este trabajo conjunto. No se puede perder el intercambio de información útil, completa y oportuna con el colegio, cumplir con las tareas y funciones propia del rol parental, además de propiciar la incorporación de los mismos en instancias como las reuniones, entrevistas, deporte en familia, charlas para apoderados, entre otras.
Marissa Escobar
Orientadora del Colegio Altomonte