"Nosotros, como Gobierno, no creemos que haya espacio para ello"
Paula Narváez
Vocera de Gobierno desestimó intenciones del alcalde de Isla de Pascua de llegar a la ONU para tratar demandas del territorio insular
"Estamos en una etapa de consolidación de la agenda progresista"
Marcelo Mena
Ministro de Medio Ambiente descarta crisis en La Moneda por caso Aleuy
El comercio y sus principales casas van a estar cerradas hoy por las carreras a la inglesa, que se harán esta tarde en el llano de la Placilla. Más de treinta firmas, tanto de casas inglesas, como francesas y alemanas, avisan que no abrirán sus escritorios. Ello está en una hoja de información en la Bolsa Comercial. El interés por asistir a las carreras ha sido extraordinario.
Ayer se inició el cierre de hospitales de esta ciudad, debido a la crisis económica que les aflige y que fue denunciada por la Junta de Beneficencia. En el Hospital San Juan de Dios, se cerraron 6 salas; en el San Agustín, otras 6, y en el Sanatorio de Peñablanca se han cerrado 2 salas. No hay dinero para alimentación de los enfermos ni para medicinas.
En la mañana de ayer, en el litoral de Valparaíso, vararon algunos cetáceos que impresionaron a los observadores por su tamaño. En caleta de El Membrillo hubo 7 ejemplares, el mayor de los cuales medía más de 6 metros, con un peso de 7 toneladas. La explicación científica del hecho es que los ecosondas y otros equipos de los buques desorientan a estos mamíferos.
Visiones regionales, nacionales y valóricas, desde ópticas divergentes, a veces convergentes, estuvieron presente en el Desayuno Debate organizado por El Mercurio de Valparaíso y el Instituto de Seguridad del Trabajo (IST).
El encuentro, que concentró a gran cantidad de invitados en el salón de eventos del Valparaíso Sporting Club, contó con la presencia de ocho de los 31 candidatos al Senado por la Región de Valparaíso, Sexta Circunscripción, que elige 5 integrantes de la Cámara Alta. Los postulantes representaban a U. Patriótica, Amplitud, UDI, RN, PR, PPD, PS y DC, tendencias que compiten a lo largo del país en la renovación total de la Cámara de Diputados y parcial del Senado. Dos eran senadores en ejercicio que van a la reelección, otro era un diputado actual que postula a la cámara alta y otros dos de los participantes ya han tenido presencia parlamentaria.
En el debate, moderado por el director de este Diario, Carlos Vergara, por la periodista Paola Passig y por el gerente general del IST, Gustavo González, primó, sin claudicación de ideas, el respeto.
Miradas contrastantes se refirieron en especial al papel del Estado en materias como gestión portuaria, construcción de hospitales y regulación de los derechos de uso del agua.
Hubo coincidencias sobre una ley de puertos y se planteó una autoridad con visión nacional portuaria buscando integración de recursos.
El tema insular también estuvo presente referido a Pascua, con su impronta cultural e inquietudes autonómicas, y Juan Fernández, con problemas diversos.
Se analizó, además, el centralismo en su dimensión regional y cómo afecta a comunas del interior, en particular en la inversión pública.
Valparaíso patrimonial también fue una materia, considerando inversión, uso del suelo y cambios que podrían desplazar a residentes de sectores tradicionales, casos de los cerros Alegre, Concepción y Bellavista, entre otros, fenómeno conocido como gentrificación. El tema urbano también estuvo focalizado en los cambios en la Población Vergara de Viña del Mar.
En lo valórico, era de esperar, hubo diferencias tajantes ante la aprobación del aborto en tres causales.
Se hicieron presente, además, inquietudes de interés general, como delincuencia, medio ambiente y descentralización. De paso, algunos insistieron en la reforma constitucional.
En suma, fue un primer debate amplio, abierto, focalizado a lo regional, pero con aproximaciones nacionales, que será seguido de otros encuentros similares, esfuerzo de El Mercurio de Valparaíso y medios asociados por hacer llegar a la ciudadanía las posiciones de quienes postulan a representar a la zona en el Congreso Nacional.
La manía clasista y racista de chilenos que hoy se extravían y aturden en la foresta urbana del nuevo rico, olvidando a sus abuelitos migrantes, de botas, picota y pala, me perturba y avergüenza. Revela el poco mundo que tienen quienes creen que por conocer París, ir al Caribe, vivir en un barrio caro o saber algo de gastronomía internacional ya pueden dictaminar lo que es bueno o malo para la sociedad. Los frecuentes testimonios de los inmigrantes americanos, en especial los de piel oscura, sobre el rechazo y las descalificaciones que sufren en el país, hablan de ignorancia, insensibilidad y mente estrecha. No digo provincianismo, por respeto a los provincianos.
Provengo de una región donde ser inmigrante o hijo de inmigrante ha sido tan natural como no serlo. Si me preguntan qué diferencia hice o aprecié entre los chilenos que habían llegado a Magallanes desde otras regiones del país y los que descendíamos de extranjeros, no tengo respuestas. Mis amistades de infancia eran tan variadas como los árboles de un bosque.
Una dinámica incorporación de extranjeros de origen europeo alcanzaba su "equilibrio geopolítico" con los numerosos chilotes-huilliches que llegaban a Punta Arenas con distinta historia, tradiciones y costumbres. El viaje desde sus islas lluviosas era mucho más breve, pero en lo esencial eran tan migrantes como los del Viejo Mundo. Las dos etnias australes originarias sobrevivientes no eran parte de la sociedad local. Vivían en zonas marginales, con escaso contacto.
Con estas ínfulas de territorio internacional que pocas regiones del país pueden lucir en sus historias locales -incluida la Metropolitana- se formó un tejido social singular, donde por lo general nadie miraba en menos o en más al otro, existiendo no obstante como sustrato cierta tendencia a situar en una posición de mayor jerarquía al europeo.
Había en la zona austral un sentido real de comunidad entre personas provenientes de un mismo país y región. Se reunían en clubes, sociedades y mutuales para recordar, divertirse y ayudarse. Eran españoles, croatas, italianos, alemanes, ingleses, escoceses, suizos o griegos. Y chilotes. Si a alguien se le hubiese ocurrido hacer un encuentro gastronómico de todas las nacionalidades y regiones, con sus tradiciones tan próximas en la memoria, hubiéramos tenido una buena tajada de mundo en la mesa.
Me agrada ver los rostros distintos de nuestros más recientes inmigrantes en nuestra tierra, y lamento los malos ratos que están pasando en un Chile que pretende lucirse como país moderno en el mundo. Confío en que los "amigos forasteros" superarán con paciencia y sabiduría estos alardes que recuerdan el apartheid sudafricano o la Guerra de Secesión estadounidense. Los nuevos inmigrantes nos ayudarán a evolucionar.
Patricia Stambuk M.
Periodista, Academia Chilena de la Lengua