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La democracia desafiada

Nuestro sistema democrático está sometido a un duro examen, en cuanto a su reconocimiento y validación social.
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El domingo 19 de noviembre nuestro sistema político se verá sometido a una prueba de legitimación social conforme a los estándares normativos y políticos de la democracia. Ello nos exige a todos el mayor compromiso y disponernos con anticipación para seguir fortaleciendo la institucionalidad y las virtudes públicas propias de la convivencia cívica, independientemente de los resultados electorales de ese día.

Las democracias no viven ni dependen solo de las normas legales ni de las decisiones de las autoridades, ellas requieren de un conjunto de convicciones socialmente difundidas que se manifiesten de modo consistente en unas prácticas y discursos públicos y privados. En este sentido, es particularmente pertinente afirmar el respeto a las leyes y las instituciones que regulan el proceso electoral, ser explícitos en reconocer la legitimidad de los resultados, así como contribuir lealmente a las autoridades elegidas conforme a ellos.

A mi juicio, necesitamos esa voluntad porque a la vez Chile tiene todavía una institucionalidad débil que no garantiza una mayor adhesión ciudadana a la democracia. Este periodo legislativo y de gobierno que termina, dejó de manifiesto que la perversa relación entre dinero y política puede haber causado una grave fisura en la confianza que las personas deben guardar respecto de las instituciones.

Como se sabe, se ha hecho un lugar común decir o incluso promover que habrá una alta abstención, tal como en elecciones anteriores. Ello se explicaría en buena medida por una alarmante distancia entre política y ciudadanía, además de la ausencia o incapacidad del Estado en aquellas necesidades básicas que demandan las personas, junto con la instauración del voto voluntario que puso término a "esa pesada carga que afecta a los más pobres", como se dijo en la moción senatorial correspondiente.

Esta última trampa que nos hemos hecho puede hacer aún más elitista o distante la democracia de aquellos sectores con una menor educación cívica y para quienes la actividad política carece de sentido subjetivo alguno y lo que haga o deje de hacer el Estado es perfectamente indiferente. Diversos estudios indican que los niveles de participación varían significativamente; en las comunas ricas de Santiago bordea el 40% y en las pobres apenas supera el 30%. No se trata de atribuir una ventaja mecánicamente a determinado sector político, el daño más grave es la fragilidad cívica.

Puede ser discutible filosóficamente que haya o no voto voluntario y su consistencia con el respeto a la libertad de elegir ser o no parte de la comunidad política. Pero una discusión muy diferente es cuánto ello puede hacer más minoritaria o clasista la vida política y la legitimación o aceptación social de la misma, que es lo relevante para el proceso político. Una escasa participación general y además un sesgo socioeconómico son hechos que pueden corroer peligrosamente la eficacia social y política de las instituciones que se generan a partir de la participación electoral. Por estas razones, nuestro sistema democrático está sometido a un duro examen, no de validez o legitimidad jurídica, sino en cuanto a su reconocimiento y validación social.

Aldo Valle

Rector de la Universidad de Valparaíso

Nuestras invaluables obras

Las colecciones que albergan los museos de cualquier naturaleza, son un bien cultural en sí mismo y hay que protegerlas
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La primera vez que vi la película "Té con Mussolini", pensé en lo importante que algunos consideramos el arte y las obras de arte, ergo la cultura, como para al igual que las protagonistas del filme, estar dispuesto a arriesgarse al máximo por protegerlas y preservarlas.

Pensar en dar la vida por una obra de arte, puede parecer exagerado sin duda, pero al menos debe movernos a la reflexión de la importancia de protegerlas, ya sea de guerras y bombardeos, que aún en nuestros tiempos ocurren, así como también de cualquier otra situación, que aun teniendo legítimos aspectos, pongan en riesgo obras y colecciones.

Las colecciones que albergan los museos de cualquier naturaleza, son un bien cultural en sí mismo, por cuanto recogen la voluntad de una persona o de una institución, por atesorar determinado tipo de objetos, y estar dispuesto a compartirlo con su comunidad, a través del museo, en este caso, como figura contenedora y mediadora.

Nuestros museos albergan obras, colecciones y objetos, pero aún más, albergan identidad, historia, patrimonio, educación, valores, elementos todos que en su conjunto significan cultura para una comunidad y todos sus integrantes.

Es deber de quienes hoy cautelamos colecciones y obras, protegerlas con la misma pasión y compromiso de las protagonistas de la película mencionada, estar dispuesto a cuidarlas como lo hace uno con lo más preciado que tiene, evitándoles el mínimo riesgo, y trabajando para el principal objetivo de conservarlas en las mejores condiciones, para que muchos otros puedan más adelante conocerlas también.

En el caso puntual del museo que hoy me honro en dirigir, sus obras y colecciones, representan una clara y perfecta línea de tiempo de la historia de la pintura chilena, desde los maestros extranjeros precursores, hasta cada generación de artistas que han sido referenciales al arte clásico nacional. Casi 300 obras nos dan cuenta de la historia y desarrollo de una ciudad, una región y un país, como también nos muestran buenamente otros tiempos y circunstancias tanto en Chile, como en el extranjero, de la mano de los grandes maestros.

Por las razones mencionadas, es que debe comprender la comunidad toda que se tratan de obras de valor incalculable y que de ninguna manera podrían llegar a estar en riesgo de tener otro destino que no sea el de exhibirlas a los visitantes. Para ello están en el museo, y para ello seguirán estando. Con este compromiso honramos la memoria de quienes fundaron el museo, el maestro Valenzuela Puelma; la magnífica dupla del pintor porteño Camilo Mori y el poeta Agusto D'Halmar, re fundadaores del mismo a mediados del siglo pasado; también a don Pascual Baburizza, que al donar su pinacoteca a la ciudad, quiso fortalecer al museo, a tantos hombres y mujeres que lo han querido y lo siguen queriendo.

Este compromiso de cautela y preservación, es un imperativo, que estamos comprometidos al máximo en su cumplimiento y estoy cierto que cada uno de los que tenemos esta misión, nos sentimos responsables. La comunidad nos acompaña en este camino y ello lo valoramos y agradecemos.

Rafael Torres A.

Director Museo Bellas Artes y Presidente Red de Museos

Una oportunidad para la Región de Valparaíso

La APEC 2019, que se realizará en Chile, debe ser el punto de inflexión en la alianza público - privada para convertir a la ciudad puerto y Viña del Mar en protagonistas de esta cita internacional. El diplómatico chileno Mario Artaza será el encargado de organizar este foro multilateral que traerá al país a los presidentes de 21 economías, entre ellos el de Estados Unidos, China, India, Canadá, Perú y Japón.
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El nombramiento del diplomático porteño Mario Artaza Loyola (entrevistado en la edición de hoy) como secretario ejecutivo de APEC 2019 es quizás la noticia más relevante para la Región de Valparaíso de los últimos años, habida cuenta de su abierta intención de entregarle al Puerto y a Viña del Mar una posición relevante en la XXVII edición del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC) a realizarse en nuestro país en noviembre de 2019.

Un evento como el reseñado, que golpea al corazón de todos los sectores, la economía y la población regional, redundando en una mejora exponencial de la calidad de vida de la ciudadanía y el reposicionamiento de Valparaíso como la Joya del Pacífico que nunca debió dejar de ser, puede convertirse en la inmejorable oportunidad de conseguir la asociatividad público privada que la Región pide a gritos por largo tiempo.

La historia está. La larga tradición diplomática y comercial con el Asia Pacífico, nacida en los albores de la República -como bien recuerda Artaza- puede también recogerse en la biografía de nuestro cercano, y también porteñísimo, Pablo Neruda, quien fuera cónsul en Rangoon (la antigua Birmania), Colombo (Ceylán) y Batavia (Java) a fines de la década del 20 e inicios del 30 del siglo pasado.

De la misma forma, el relato de la navegación comercial chilena -instaurada por señeras instituciones, muchas de las cuales aún siguen en pie-, los vínculos de la Armada, el empresariado, la inminencia del cableado submarino a través del Pacífico, la nueva Ruta de la Seda y el explosivo crecimiento del comercio electrónico y las economías digitales, son nuestra tarjeta de presentación y norte principal.

El impacto de una potencial inversión en infraestructura también es capital, partiendo por la necesaria mejora vial y de conectividad, la construcción de un centro de convenciones, hospitales, hoteles, la limpieza de las ciudades (el gran desafío del alcalde Sharp), avances en seguridad y la concepción de una zona metropolitana moderna, con todas las variables que ello implica.

Es el gran momento de aunar voluntades y políticas en torno a un objetivo común que pueda permear a toda la sociedad, con el aliciente de darle a esta cumbre una impronta propia, alejada de los clásicos tics capitalinos que solo ven chorrillanas, moáis, ascensores en los cerros, dulces de La Ligua y el Festival de Viña.

Es el minuto, asimismo, de que las universidades regionales tomen el bastón de mando y comiencen a ejecutar una efectiva vinculación con el medio, alejadas de la sempiterna timidez que han tenido en los últimos años. De la misma forma, tampoco pueden quedar aparte las organizaciones civiles, las mismas que fueron capaces de levantarse como movimiento de indignados y remover a los únicos conglomerados políticos que conocía la principal ciudad de la Región. Las mismas que el establishment aún no consigue leer del todo y que, pese a los prejuicios, comienzan a modelar las políticas locales.

Esta cumbre debe ser de todos ellos. Esta cumbre debe ser nuestra.