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Las prioridades urbanas del nuevo gobierno

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*Ivan Poduje C. / Marcelo Ruiz F.

En marzo se inicia un nuevo ciclo político con la llegada de Chile Vamos a La Moneda. Como se sabe, en estos cuatro años el foco de la Nueva Mayoría estuvo en las transformaciones denominadas "estructurales" en educación, impuestos o el sistema electoral. Este esfuerzo concentró mucha energía, opacando el resto de las acciones del Estado, incluida la ciudad y el territorio, con la excepción del Ministerio de Obras Públicas que exhibe logros notables, y los parques urbanos, que serán el gran legado urbano de Bachelet.

Tampoco ayudó a potenciar la ciudad, que ciertos sectores del progresismo se concentraran en satisfacer demandas de pequeñas e influyentes elites, descuidando a la clase media o los campamentos, que aumentaron en estos cuatro años. Un ejemplo son los intentos frustrados por controlar la especulación inmobiliaria, la idealización del maquillaje urbano o la prioridad desmesurada asignada a la bicicleta que pasó de ser un modo eficiente para usuarios jóvenes en tramos cortos, al eje de una mal entendida movilidad "sustentable".

El transporte masivo no tuvo la misma prioridad, salvo por la Línea 6 de Metro, un proyecto extraordinario que tomó casi 10 años. En regiones no se construyó ninguna obra remotamente parecida, quizás porque el Transantiago siguió consumiendo los recursos y las energías. En Valparaíso hubo que pelear por dineros para estudiar nuevas extensiones del Merval y quedaron en el papel los teleféricos, nuevos ascensores o el mejoramiento de rutas críticas como la Avenida España, al igual que buena parte de la cartera del plan de reconstrucción de los cerros afectados por el incendio de 2014.

La administración entrante debe dar mayor importancia a la ciudad y para ello el nuevo gobierno debe operar con dos agendas paralelas: una destinada a reformas institucionales y otra centrada en la materialización de obras urbanas. En lo primero, se deben retomar las propuestas de la Política Nacional de Desarrollo Urbano de lenta implementación en estos cuatro años, salvo por la elección de gobernadores regionales que ahora debe aterrizarse, precisando la forma y plazo en que se transferirán competencias y recursos. Más importante es reforzar los equipos locales para que estos recursos no se devuelvan por falta de proyectos, como ocurrió con los fondos espejo del Transantiago.

Respecto a las obras urbanas, deben priorizarse las demandas de las clases medias y los grupos vulnerables. Además de columpios y ciclovías, se requieren proyectos que mejoren el transporte masivo de personas, protejan barrios de desastres naturales, transformen los campamentos en barrios, los sitios eriazos en plazas y los espacios públicos en lugares seguros y limpios. También se requieren obras que dinamicen las economías locales potenciando los atributos del paisaje, lo que además ayudará a reactivar la inversión y el empleo.

Esta agenda debe focalizarse en las 20 ciudades más importantes con 4 o 5 iniciativas emblemáticas por asentamiento (100 en total). Para definirlas no se requieren nuevas comisiones o largos estudios. Cada ciudad regional tiene sus prioridades claras. Sabe que bordes costeros o fluviales deben recuperarse, que barrios deben ponerse en valor, que centros históricos dinamizarse, donde están los barrios más precarios o los trazados de ferrocarriles abandonados que deben ponerse en operación. En el caso del Gran Valparaíso, el Consejo de Movilidad definió un conjunto de iniciativas sobre las cuales se puede avanzar.

Es muy importante mostrar resultados en cuatro años, especialmente en las regiones. Ello implica darle continuidad a la cartera actual, crear equipos de dedicación exclusiva al margen de la contingencia y combinar iniciativas de mediano y corto plazo. Y como Chile sigue siendo un país presidencialista, es clave que las iniciativas más importantes tengan el sello "PP" (prioridad presidencial), para no enredarse en una cadena interminable de aprobaciones, evaluaciones sociales o discusiones con infinitos grupos de presión.

En la Región de Valparaíso las iniciativas están claras y una entró en la agenda la semana pasada: el terreno del fallido Mall Barón que no puede seguir otros 15 años botado y "en fase de discusión". El ejemplo a mirar es el parque Renato Poblete de Santiago, que por décadas fue un sitio abandonado al borde del Mapocho, pero que al tener prioridad presidencial, logró ser diseñado, aprobado y construido en cuatro años. El terreno de Barón no puede tener un trato distinto, si se trabaja de la mano con el municipio, la ciudadanía y el nuevo gobierno regional. Es una tremenda oportunidad para concretar un largo anhelo, que reimpulsará la economía de Valparaíso mejorando la calidad de vida de cientos de miles de personas.

*Integrantes Corporación Metropolítica