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ENTREVISTA. Agustín Squella, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de Chile:

"Hemos hecho un mito del borde costero y de la apetencia de los porteños por acceder a él"

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Paolo Navia S.

En las últimas semanas, Valparaíso ha vivido un proceso que hace décadas no se registraba en la ciudad, el cual se vincula con un alto grado de claridad en torno a las inversiones públicas y privadas que se buscaban ejecutar e instalar en el borde costero.

Tras el portazo que la Corte Suprema entregó al proyecto de centro comercial denominado mall Barón, declarando ilegal su permiso de edificación, ahora se suma el anuncio que hizo la Presidenta Michelle Bachelet en su visita a San Antonio, comuna que finalmente albergará el Puerto a Gran Escala (PGE).

Determinaciones que fueron postergadas durante largos años, pero que al ser reveladas, han causado gran revuelo entre los porteños, polarizando el debate en torno a dos puntos de vista. En primer lugar, sobre las consecuencias - negativas y positivas - que se generarán a raíz de la falta de inversión en Valparaíso, y en segundo, acerca de la posibilidad que se abre para repensar la ciudad instaurando un nuevo modelo de crecimiento y de acceso total al borde costero.

Ante este escenario Agustín Squella, jurista y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, realiza un duro análisis teniendo como piedra angular la escasa visión que, según su opinión, han demostrado tanto las autoridades locales como la comunidad para trazar un camino concreto de crecimiento.

"¿Qué es eso del modelo de ciudad actual? No hay tal modelo, nunca lo hemos tenido, y ni siquiera tenemos una idea acerca de lo que tendríamos que hacer con la ciudad, sino que centenares de ellas, muchas contrapuestas unas a otras, con la agravante de que solemos llamar ideas sobre Valparaíso a lo que muchas veces no pasan de ser meros sentimientos o sueños, como se dice también. Estamos llenos de porteños que dicen tener sueños sobre Valparaíso o de presentar sus sentimientos como si fueran ideas y estas como si constituyeran proyectos, y así es como nos vamos engañando a nosotros mismos", manifiesta Squella.

-Pero muchas personas dicen que esta es una oportunidad para soñar con un nuevo Valparaíso...

-Cada vez que alguien me dice que tiene un nuevo sueño sobre Valparaíso, yo huyo a perderme, pues hay que pasar de los sueños a las ideas y de las ideas a los proyectos, y, claro, de los proyectos a la ejecución efectiva de estos, un tránsito al que en Valparaíso no estamos acostumbrados.

-¿Qué opinión tiene respecto a la caída del proyecto mall Barón?

-Pienso que en Valparaíso hay gente que no solo rechaza un mall en el sitio de Barón, sino en cualquier otro lugar de la ciudad, lo cual me parece ya una franca tontería, pues si se preguntara a los ciudadanos si quieren o no tener un mall, se impondría por lejos la respuesta afirmativa. Pero ¿se les preguntó alguna vez sobre el proyectado mall en Barón?, y lo peor es que se trata de un proyecto que se arrastró por una década, o más, y que fue objeto de un fuego inmisericorde por grupos porteñistas que jamás fueron capaces de imaginar un proyecto alternativo. Un proyecto alternativo, digo, y no meramente un sueño o algún tipo de vaguedad como un Parque Ciudadano.

-Últimamente se habla del borde costero como uno de los principales bienes de la ciudad...

-Sí, el borde costero es muy importante, cómo no. Pero vea usted lo que pasa con la espléndida y despejada avenida Altamirano o con el Paseo Wheelwright, en donde casi ningún porteño pasea por allí y muy pocos se acercan a esos lugares, y quizás es porque la mayoría de los porteños observa el mar desde los cerros, y por eso es que no se aprovechan lugares como esos. Pero seamos francos, también es cierto que hemos hecho un mito del borde costero y de la apetencia de los porteños por acceder a él.

-Ahora también se tiene la claridad que el Puerto a Gran Escala se construirá en San Antonio...

-Todos sabíamos que el Gran Puerto iba a quedar en San Antonio, y eso es por razones técnicas. Menos mal que el gobierno central decidió finalmente eso, aunque nos duela, porque en Valparaíso estamos acostumbrados a discutir interminablemente las cosas, generalmente entre cuatro paredes, sin tomar nunca decisiones. ¿Cómo íbamos a aspirar a un Megapuerto si aún no resolvemos lo relativo a la ampliación del Terminal portuario 2, ni la manera de recibir a los turistas que llegan en trasatlánticos? El que no es capaz de lo menos, no puede reclamar porque no le dan lo más.

-¿Debe Valparaíso buscar otra vocación diferente a la portuaria?

-Valparaíso es puerto y no puede renunciar a esa condición. Es más, ahora se habla de un Terminal 3, a la altura de Yolanda, y bien por eso, pero creo que estamos pensando y pidiendo recursos para un Terminal 3 cuando no hemos sido capaces de tener siquiera la ampliación del Terminal 2. Es como pretender que Wanderers ganase la Copa Libertadores estando en Segunda División. Independientemente de eso, Valparaíso tiene que seguir desarrollando otras de sus identidades: la de ciudad habitada, la de ciudad turística, la de ciudad patrimonial y la de ciudad universitaria.

-¿Se debe competir o ser aliados con San Antonio?

-Vivimos tiempos en que la diosa es la competencia y se descuidan gravemente la colaboración y la solidaridad. Con todo, ¿tienen necesariamente que competir a como dé lugar los puertos de Valparaíso y San Antonio?, ¿no es posible convenir formas de coordinación y, aún, de directa colaboración entre ambos? Ni la vida de las personas, ni la de las ciudades, es sólo un asunto de competencia, sino que también lo es de intercambio, de colaboración, de solidaridad. ¿Por qué no rescatar estos valores olvidados y dejar de creer que todo en la vida se reduce a una carrera en la que todos tratan de adelantar a los demás sin importar los que quedan rezagados o caen?

-Entonces, ¿cómo nos reinventamos como ciudad?

-Se utiliza mucho ese verbo de reinventar, y a veces se lo hace en exceso. ¿Se fija usted que cada vez que alguien pierde su trabajo habla de reinventarse?, pero nadie se ha inventado a sí mismo, y menos una ciudad, de manera que resulta imposible reinventarse, o sea, volver a inventarse.

-En estos temas portuarios, y en otros, tanto el intendente como el alcalde y otras autoridades no han compartido una opinión común. ¿Faltó diálogo?

-En nuestra ciudad, como también en el resto del país, nos falta conversación, palabra que prefiero a diálogo. Nos falta estar tan atentos, a dar razones como a escuchar lealmente aquellas que puedan darnos los demás, especialmente si piensan de una manera distinta a la nuestra. Falta conversación y autocrítica, desde luego, porque a la hora de la crítica podemos ser campeones mundiales de la actividad. Sin crítica y autocrítica, personas y ciudades no tienen ninguna posibilidad de progresar.

-¿Deben dialogar las autoridades locales sobre estos temas o mantenerse cada uno en su trinchera?

-Deben conversar. Ése es uno de sus principales deberes como autoridades. Y si no están de acuerdo, deben ser capaces de llegar a algún tipo de consenso y no quedarse cada cual en su trinchera sintiéndose el dueño o depositario de la verdad. En asuntos de desarrollo urbano, como en casi todo, eso que llamamos verdad no es patrimonio, ni monopolio de uno solo, más bien se construye entre varios y, si no, pues sobreviene la paralización de todo. No nos ponemos de acuerdo cuando encontramos la verdad, sino que encontramos la verdad cuando nos ponemos de acuerdo.

-Está iniciando un año particular para Valparaíso, con Santiago Wanderers en la Segunda División, por ejemplo...

-Es un año peculiar, es cierto, con Wanderers descendido y con un intento de apenas recarpetear la destruida vía que une Valparaíso con Viña del Mar. "Recarpetear", nada más que recarpetear. Éste me temo que sea el símbolo de todo lo que podemos esperar en este momento de Valparaíso y Viña del Mar, ciudad esta última donde la regla es recarpetear y nunca pavimentar. Pero ojo, en Valparaíso tenemos nuevas autoridades comunales y hay que darles tiempo y oportunidad para que, dentro de las actuales limitaciones, puedan hacer una mejor labor que la muy deficiente que hicieron las administraciones anteriores.

-¿Cómo ve el futuro de Valparaíso en los próximos cuatro años?

-No quiero parecer negativo, pero Valparaíso me está resultando ya abrumador. Nadie conversa con nadie y todos funcionan desde la desconfianza. A Valparaíso no hay que amarlo, hay que merecerlo. Así lo ponía el gran poeta Gonzalo Rojas, pero a la hora siquiera de amar Valparaíso, lo que nos pasa es que cada cual está enamorado de su particular punto de vista sobre la ciudad. El desacuerdo, sea en una familia, en una organización o en una ciudad o en un país, es algo perfectamente natural. Lo que no lo es, sin embargo, es algo que pasa mucho en Valparaíso: que casi todos los desacuerdos se transformen en conflictos y que lo más importantes de estos se resuelvan en tribunales.

-¿Cómo se soluciona eso?

-A través de nuestros agentes públicos y privados, quienes deberían mostrar mejor disposición y talento, como también mayor conciencia del bien general de la ciudad y no sólo de sus particulares visiones o intereses, a fin de evitar no los desacuerdos, sino que estos pasen a la condición de conflictos y de estos a la de causas en los tribunales de justicia.

"Cada vez que alguien me dice que tiene un nuevo sueño sobre Valparaíso, yo huyo a perderme, pues hay que pasar de los sueños a las ideas y de las ideas a los proyectos y, claro, de los proyectos a la ejecución efectiva""

"Tenemos nuevas autoridades y hay que darles tiempo para que, dentro de las limitaciones, puedan hacer una mejor labor que la muy deficiente de administraciones anteriores"."