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Más de 200 mil familias rurales viven de Productos Forestales no Madereros

RECOLECCIÓN. Cada vez se valora más el trabajo de las comunidades con especies vegetales que provienen de los bosques y que forman parte de la tradición gastronómica, medicinal y artesanal de muchos lugares del sur del país.
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Cuando se habla de sector forestal, la mayoría de las personas suelen asociarlo con grandes industrias, plantaciones y madera, pero pocos saben que en Chile silenciosamente crece un grupo de emprendedores que ha hecho de la recolección de frutos silvestres una actividad productiva cada vez más relevante, en torno a la cual se mueven y viven cerca de 200 mil familias rurales en la zona centro sur del país.

Según un estudio del Instituto Forestal Infor, los Productos Forestales No Madereros -PFNM- han tenido un crecimiento significativo en los últimos 20 años. Sólo a modo de ejemplo, las exportaciones al año 2015 alcanzaron los US$83 millones (muy por sobre los US$38,7 recaudados en 2005) en base a una cartera de 60 productos que llegan a más de 50 países. Dentro del país, su consumo representa tres veces el monto exportado.

El coordinador del programa de investigación en PFNM del Infor, Gerardo Valdebenito, destaca que son "miles las personas que en la actualidad generan recursos económicos en diferentes niveles de la cadena de valor en el sector forestal.

Productos

A nivel nacional, destaca la extracción de rosa mosqueta, el musgo, la hoja de boldo, hongos de diversas especies, el maqui, la corteza de quillay, la hierba de San Juan, entre otros. Mientras que como PFNM elaborados se encuentran extractos y otros productos de quillay, además de aceites vegetales del mismo quillay, rosa mosqueta, avellano y maqui.

El valor de estos productos ha permanecido y trascendido en el tiempo, especialmente gracias al mundo campesino, a las propias comunidades indígenas y a crecientes alianzas estratégicas entre empresas forestales y diferentes emprendedores para que puedan desarrollar sus actividades en plantaciones o en áreas protegidas de bosque nativo que forman también parte de su patrimonio.

Valdebenito asegura que el impacto no sólo es económico, ya que también genera un impacto social vinculado con el impulso de la economía rural, el rescate de valores culturales y patrimoniales, más espacios para la incorporación de la mujer al mundo laboral (80% de las personas vinculadas al rubro pertenecen al género femenino) y nuevos encadenamientos productivos con externalidades positivas.

Por su parte, la gerente general de Corma, María Teresa Arana, manifestó que "se ha producido un círculo virtuoso entre las comunidades y las empresas forestales".