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Sueño urbano: entre desastres y crecimiento

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El último Censo 2017 demuestra que la población chilena sigue apostando por la ciudad, el sueño urbano de mejores empleos, vivienda, educación y atención médica. La tasa de urbanización en Chile es del 90%, concentrándose gran cantidad de la población en áreas metropolitanas del Gran Santiago (35,9%), Gran Concepción (5,53%) y Gran Valparaíso (5,41%), totalizando un 46,84%, en las que se genera el 62,4% del PIB nacional.

Con demasiada frecuencia, sin embargo, ese sueño corre el riesgo de ser inalcanzable, debido a los continuos desastres antrópicos, como los incendios y por supuesto los desastres naturales, como terremotos e inundaciones entre otros. Esto no sólo hace preguntarnos sobre la ausencia u obsolecencia de los instrumentos actuales de planificación territorial y urbana, sino también la noción de desarrollo y crecimiento de nuestras ciudades ahora constantemente remecidas por la implacable realidad del cambio climático.

Las catástrofes y sus consecuencias revelan las carencias de ciudades y territorios, pero también de los instrumentos de planificación vigentes con que cuenta el país, específicamente en cuanto a planes reguladores, mapas de riesgos, cartografías y un fuerte déficit de urbanización de calidad. Se vislumbran deseos de consolidar planes, pero estamos al debe.

A nivel mundial existen algunos acuerdos vigentes a tomar en consideración, los que plantean desafíos y acciones concretos en términos de la gestión del riesgo de desastres a través de cuatro prioridades: entender el riesgo de desastres; fortalecer la gobernanza del riesgo; invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia; y trabajar para la preparación y la efectiva respuesta, teniendo como propósito principal a la reducción del riesgo (amenaza, exposición y vulnerabilidad).

Concentrados en las inversiones que se realizan respecto de la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia, es que en las áreas metropolitanas, en el momento de evaluar socialmente inversiones públicas, se espera que se consideren estos desafíos y acciones, debiendo tener especial atención frente a la prevención y reducción del riesgo de desastres, puesto que son esenciales para aumentar la resiliencia económica, social, sanitaria y cultural de las personas, las comunidades, las ciudades, los países y sus bienes, así como del medio ambiente. Estos factores pueden impulsar la innovación, el crecimiento y la creación de mejor empleo urbano. Esas medidas son fundamentales para salvar vidas, prevenir y reducir las pérdidas y asegurar la recuperación y rehabilitación de nuestras ciudades.

Con la llegada del Gobierno del Presidente Piñera, tratemos de poner las prioridades donde deben estar, acentuando los procesos descentralizadores a través de la colaboración con los Gobiernos Regionales y Locales (también mejor coordinación entre ministerios), priorizando las inversiones en infraestructura urbana de calidad que permita a las ciudades prosperar y lograr el crecimiento económico en asociaciones público-privadas, teniendo la debida certeza jurídica para levantar proyectos; permitiendo el acceso a los servicios básicos a toda la población; evitando ocupaciones ilegales en áreas peligrosas; construyendo nuevas viviendas en áreas más seguras; y haciendo a los hogares más seguros en las áreas existentes.

Los alcaldes pueden jugar un papel clave en la alineación del interés de los espacios públicos y la infraestructura urbana con el objetivo de prevenir ocupaciones ilegales en áreas donde el riesgo no puede ser mitigado. Junto con ello los esfuerzos de reconstrucción después de un desastre deben garantizar levantar lo público aquello que permite entender a los habitantes que son parte de la ciudad; entregando esperanza a partir de las oportunidades de la reconstrucción. No sólo alberguemos a las víctimas de los desastres naturales, sino que creemos viviendas y ciudad que no los conviertan en víctimas de un desastre futuro.

La clave, corregir la metodología de evaluación social de proyectos, para garantizar mejores estándares de vida para las familias y personas que buscan el sueño urbano. La ciudad necesita certezas para lograr el equilibrio entre desastres y crecimiento.

* Integrantes Corporación Metropolítica

* Gerardo Ureta C. / Marcela Soto