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Plaga de ratones azota a zona turística y patrimonial

VALPARAÍSO. Vecinos del cerro Alegre desde diciembre luchan contra grandes roedores. Apuntan a algunos residentes y restoranes por mal manejo de basura.
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Cristián Rojas M.

En diciembre del año pasado los vecinos de la parte baja del cerro Alegre comenzaron a notar una proliferación de ratones en su sector, especialmente en las calles Templeman, Lautaro Rosas, Almirante Montt, Urriola, Álvaro Besa, escalera Apolo y Paseo Dimalow, situación que se ha ido agravando con el paso del tiempo, por lo que han acudido a las autoridades municipales y de Salud, pero la única respuesta que han encontrado es que no hay presupuesto para llevar a cabo un plan de desratización de grandes proporciones.

Así lo informó el presidente de la Junta de Vecinos 73 del cerro Alegre, Christian Godoy, quien expuso que "hace unos tres o cuatro meses los vecinos han venido a plantear el tema de los ratones, esto se fue ampliando y la plaga ha ido emigrando, de un lado se va para otro. Nosotros estamos conscientes de que las plagas no se pueden eliminar, pero sí se pueden controlar, que es lo que nosotros queremos".

El dirigente señaló que el jueves 12 de abril "tuvimos una reunión con gente de la Municipalidad, y bueno, ni ellos ni la Seremi de Salud tienen los medios económicos para hacer algo, así que nosotros estamos haciendo una campaña con los vecinos para empezar a trabajar con el tema del aseo, que es lo más complicado en este cerro, porque sabemos que con el mal manejo de la basura que tienen algunos comerciantes y vecinos que dejan sus bolsas de basura en la vereda, es darle alimento a los ratones".

Godoy subrayó que "es un tema de salud pública y si no se logra controlar, los más perjudicados van a ser los propios restaurantes del sector, así que en el marco de nuestra campaña este viernes conversé con la mayoría de los dueños de los restaurantes de Urriola y Almirante Montt, para que se hicieran responsables, porque si no lo hacen, esta cuestión va a pasar a mayores y la Seremi de Salud va a terminar clausurando todo, porque ellos venden alimentos. Afortunadamente ellos están con todas las ganas, con todas las energías para solucionar este tema, por lo menos controlarlo y que no se siga agravando".

Uno de los vecinos que ha sufrido la plaga en su vivienda es Luis Figueroa, quien vive en la calle Templeman, casi en la esquina con Urriola, donde está el famoso mural que dice "We are not hippies, we are happies". Don Luis es el secretario de la Junta de Vecinos 73 del cerro Alegre, y detalló que "aquí hay varias casonas que se han desocupado, hay un hostal que se desocupó hace poco, hay unas casas que se están reparando, todo eso ha traído una plaga de ratones, y son ratones grandes, no son lauchas".

Figueroa detalló que en su casa "se siente el ruido de los ratones en el entretecho en las noches, en el techo también he encontrado ratones, los he visto bajando por una escala de caracol que hay aquí dentro. Tuve que comprar un aparato electrónico que los ahuyenta, pero se van a las casas de los vecinos; he tirado veneno, se lo llevan y en el fondo no sabemos si se mueren o no".

El dirigente resaltó que "pese a que somos privilegiados y el camión del aseo pasa tres veces al día, hay vecinos y comerciantes que no sacan la basura cuando el camión pasa, entonces queda ahí en la vereda y eso atrae a los roedores".

Godoy, en tanto, agregó que si bien todos los vecinos saben del problema, no todos han tomado real conciencia, por lo que "fijamos una asamblea para el sábado 28, donde uno de los puntos es la plaga de ratones y qué podemos hacer como comunidad al respecto, porque una cosa es la ayuda que podamos solicitar a la Seremi de Salud o a la Municipalidad, pero si como vecinos no apoyamos estas campañas, la plaga se va a descontrolar".

Los locatarios son conscientes de que este problema los puede afectar gravemente, y en ese sentido, Jorge Parra, dueño de la cafetería y heladería "La Morada Alegre", ubicada en Lautaro Rosas esquina Almirante Montt, comentó que "acá mantenemos un control estricto de todos los protocolos, cosa que no haya ratones, y sacamos la basura cuando viene el camión, pero estamos más alejados del meollo del asunto. Más abajo está todo el conglomerado de restaurantes y generalmente botan una gran cantidad de basura. Una de las cosas que tiene que ocurrir es que el camión del aseo y los locatarios se coordinen para el retiro de basura".

"Hemos oficiado a la Seremi de Salud y a la Municipalidad, pero no hay fondos que puedan destinar a exterminar la plaga"

Luis Figueroa, Secretario JJ.VV. 73 Cerro Alegre"

"El primer paso es ser responsable con el manejo de la basura porque no podemos generar microbasurales"

Christian Godoy, Presidente JJ.VV. 73 Cerro Alegre"

de abril está fijada la asamblea en que los vecinos tratarán el problema en profundidad. 28

Valparaíso, puerto de noticias

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Vivimos en un mundo de la inmediatez. Internet y las redes sociales nos permiten conocer, casi a tiempo real, lo que ocurre en cualquier parte del mundo. Ya no hay que esperar los noticieros de la noche o el diario de la mañana para saber qué sucedió durante el transcurso de una jornada.

Hasta hace un par de décadas y antes de la llegada de la televisión por cable, primero, y luego de Internet, los medios recibían las informaciones del exterior a través de llamadas telefónicas y los cables de las agencias, que recogían y procesaban las noticias del exterior.

La revolución tecnológica, en términos informativos, llegó con el telégrafo a mediados del siglo XIX. Medio siglo después, la mayoría de los países estaba conectado a través del cable submarino y se podían conocer las noticias de forma casi inmediata a través de las agencias, de tal forma que el retraso entre que el diario recibía la noticia y la publicaba, era máximo de un día.

Antes de esto, las distancias eran gigantescas en términos informativos. El Mercurio de Valparaíso, por ejemplo, publicaba regularmente un número especial ante la llegada de un determinado vapor con noticias del exterior.

Hay que trasladarse en el tiempo e imaginar la ansiedad que provocaba ver un vapor asomarse en el horizonte de la costa de Valparaíso, cargado de productos manufacturados, inmigrantes de Europa, pero también de novedades. De la misma forma que hoy esperamos por un whatsapp o email, los porteños querían saber qué estaba ocurriendo a miles de kilómetros de su costa.

Un ejemplo de esta sensación y posterior desilusión lo observamos en una nota de este diario del 29 de noviembre de 1852: "Pocas veces la curiosidad pública pudo quedar menos satisfecha y pagada de la ansiedad con que acostumbra esperar la llegada del vapor. Las noticias que nos ha traído el Santiago carecen a todas luces de importancia real y positiva".

Junto con esto, El Mercurio de Valparaíso especificaba el retraso con que llegaban las noticias, lo que nos permite dimensionar la soledad en que estábamos. El 23 de noviembre de 1852, por ejemplo, especificaba que las últimas informaciones de Rusia eran del 13 de septiembre, es decir, 71 días de retraso. Las de Francia, del 21 de septiembre, y las de Inglaterra del 22 del mismo mes, o sea, con 61 y 62 días de retardo, respectivamente. Las novedades de Estados Unidos llegaban antes que las de Argentina, gracias a la conexión por el Pacífico. Mientras que los últimos hechos de Norteamérica eran de 5 de octubre, los del Río de la Plata eran del 9 del mismo mes. Perú, en cambio, estaba a 20 días de distancia, en términos informativos.

¿En qué se traducía esto? Para que tengamos una referencia, el mundial de Rusia se iniciará el día 14 de junio de este año. Sin embargo, en esos tiempos, nos enteraríamos de la inauguración recién el 24 de agosto. Por estos días sabríamos que Chile ganó su primer Oscar de la historia y que renunció el Presidente de Perú.

Los ejemplos podrían seguir. No obstante, esto nos lleva a un punto central: nos referimos al rol que jugó Valparaíso durante gran parte del siglo XIX como epicentro de la información que llegaba a nuestro país. Santiago quedaba rezagado y se subordinaba a las noticias que llegaban a nuestro puerto desde Europa, a través del Atlántico, o las novedades que bajaban desde San Francisco, por el Callao al puerto de Valparaíso.

La información es poder en el siglo XXI y también lo era hace dos siglos. Por eso, la llegada del telégrafo a nuestro puerto, aunque aplaudida en sus inicios, conllevaba una amenaza para los intereses locales. Una vez que Santiago se conectó con el mundo, dejó de necesitar esta dependencia de Valparaíso. En conclusión, aunque todavía falte por definir con claridad cuáles fueron las causas de la decadencia de nuestro puerto a inicios del siglo XXI, habría que considerar esta variable, la pérdida del control de la información.

Doctor en Historia, Facultad de Artes Liberales de Universidad Adolfo Ibáñez

Gonzalo Serrano del Pozo