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Niños: exceso de actividades estructuradas debilita la creatividad

TIEMPO LIBRE. Profesionales de la salud mental recomiendan dejar que los pequeños desarrollen sus propios pensamientos y conclusiones.
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Valeria Barahona / Agencias

Llenar a los niños de actividades estructuradas -como la mayoría de los deportes- conlleva el riesgo de desarrollar hiperactividad y falta de libertad para desarrollar habilidades como la creatividad o la reflexión, informó ayer el Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia en México (CEEPI).

La directora de la institución, Claudia Sotelo, dijo a la agencia de noticias EFE que la imposición reiterada a "innumerables formas de diversión esquematizada" como fútbol o natación, entre otras, hace que los pequeños no cuenten con tiempo para pensar.

Esta hiperactividad, según la psicoanalista del CEEPI, Susana Salazar, "evita la capacidad de reflexionar y, por ende, de conocerse a uno mismo", impidiendo que el niño se pregunte qué quiere ser en el futuro.

"Los niños requieren también de silencio y espacios para la reflexión, ya que ese es el principio para encontrar los intereses propios", como la vocación y aficiones, agregó la profesional.

Salazar detalló que la institución donde trabaja detectó que la mayoría de los menores que acuden están sobrecargados de actividades: "Los excesos no son buenos. Estamos produciendo generaciones de niños y de adolescentes hiperactivos, incapaces de cultivar la paciencia, que es esencial para tener una vida sana y exitosa".

En el largo plazo esto provoca frustración, razón por la cual la psicoanalista prevé el surgimiento de "una sociedad de jóvenes que no sabrán dar sentido a sus vidas", problemática que puede gatillar dificultades en la comunidad.

Intuición

Sotelo recomendó a los padres apostar por las actividades no estructuradas para sus hijos, debido a que "la diversión es intuitiva, no se puede programar tal como lo hacemos con las reuniones de trabajo", afirmó, ya que la familia, "sin saberlo, están minando la capacidad de crear" en la infancia.

Un consejo es favorecer el contacto social entre niños, o dejar que ellos obtengan sus propias conclusiones, así como terminar con la idea de que se les debe cansar con diversas actividades para que se comporten bien.

La Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), a través del Ministerio de Desarrollo Social, publicó el estudio "Espacio de uso cotidiano de niños y niñas" (2006), en que detalla el crecimiento psicológico de los menores en el contexto nacional.

En la etapa de tres a cinco años, es decir, la preescolaridad, los pequeños viven "la adquisición de iniciativa" y empiezan a elaborar sus propios planes y objetivos, junto con asumir que sus logros están asociados a esfuerzos, por lo cual se trata de un periodo de expansión de las capacidades intelectuales.

Los investigadores aconsejaron para esta fase inculcar la cooperación en la educación, evitando así "riesgos de violencia parental o trastornos de la conducta infantil asociados con el riesgo de alteración del desarrollo".

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