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Palabras en pugna

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Capítulo 6-página 43

Alibertad e igualdad les ha ido bien políticamente. Han inspirado doctrinas, movimientos sociales, partidos, programas de gobierno, políticas públicas y decisiones colectivas de una manera bastante exitosa. Menos bien les ha ido a libertad e igualdad en el intento de ser conciliadas una con otra. Por mucho tiempo se creyó que debíamos elegir entre ambas: o libertad o igualdad. O libertad con sacrificio de la igualdad o esta con olvido de aquella. Pero luego del fracaso de las experiencias que plantearon las cosas de esa manera, gana terreno hoy la idea de que las sociedades democráticas de nuestros días deben sumar a su compromiso con la libertad un similar compromiso con la igualdad, y no solo en el sentido moral de esta última palabra (igual dignidad de todas las personas y pareja consideración y respeto para todas ellas), ni político (toda la población adulta, hombres y mujeres, pueden aspirar a cargos de representación popular y todos pueden votar en elecciones en las que el voto de cada cual cuenta por uno), ni jurídico (igualdad en la ley e igualdad ante la ley), sino también en las condiciones materiales de existencia de los individuos. Una igualdad, esta última, que no puede ser la de todos en todo, sino la igualdad de todos en algo, a saber, la disposición de los bienes básicos necesarios para llevar una vida digna y autónoma. Una igualdad que, entendida de esa manera, no pugna con la libertad, sino que, todo lo contrario, la favorece y expande, puesto que para personas que viven en permanente condición de pobreza, sin acceso a atención sanitaria, a la educación, al trabajo, a la vivienda, a una previsión oportuna y justa, poco o ningún sentido pueden tener las libertades de pensamiento, de conciencia, de expresión, de reunión, de asociación, de emprendimiento de actividades económicas, de participación en la vida política y cultural de sus países.

La propia solidaridad ha sido invocada para ayudar a la conciliación entre libertad e igualdad. Revísese, sin ir más lejos, el epígrafe de Octavio Paz puesto al inicio de este libro, que saca a la solidaridad de una posición marginal y la imbrica con la libertad y la igualdad, dos valores que no son antagónicos -ya está dicho-, pero que pueden colisionar entre sí, entrar en fricción uno con otro, y hasta despedir chispas que amenacen con incendiarlos por separado o a ambos a la vez.

Sacar la fraternidad del tríptico que conocemos o dejar que su presencia en él se debilite o apague es lo que explica que libertad e igualdad hayan quedado en un momento en un completo primer plano, más antagonistas que aliadas, como puntualiza Antonio Maria Baggio, «integradas de algún modo entre sí dentro de los sistemas democráticos, pero convertidas, también, en las síntesis extremas de dos visiones del mundo, de dos sistemas económicos y políticos que se disputaron el poder en los dos siglos siguientes» a la Revolución francesa.


Fraternidad

Agustín Squella

Editorial UV 90 págs.

$ 5 mil.

Extracto del libro "Fraternidad"

Por Agustín Squella