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Grandes proyectos inmobiliarios y oportunidades de diseño urbano perdidas

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*Marcela Soto C. / Marcelo Ruiz F.

La semana pasada, con la orden de paralización de Obra sobre el proyecto en los terrenos del antiguo Jardín Pumpin, se vivió un nuevo capítulo del conflicto entre el Municipio de Valparaíso y la Inmobiliaria Puerto Spa , en el cual no se visualiza una salida alternativa al escenario judicial.

Lo lamentable de este hecho es que todo pudo ser distinto. Dado que el proyecto tocaba un área sensible del barrio y la magnitud del proyecto permitía suponer los efectos funcionales en la comunidad, la implementación de un plan Maestro habría sido lo más lógico. Esto habría permitido realizar un proceso temprano de consulta pública, detectar las áreas sensibles, consensuar soluciones y colocar sobre la mesa elementos que resultasen un aporte a este tradicional barrio porteño. No obstante lo anterior, la inmobiliaria prefirió tratar el proyecto como un desarrollo inmobiliario "normal" y no fue capaz de leer el complejo entramado social que se levantaba.

Hoy, las mejoras hechas al proyecto consistentes en una baja de alturas, densidad y ocupación predial, en conjunto con un mix de precios razonables, dan un margen de modificación al proyecto, demostrando que había espacio financiero para una negociación con el Municipio. Sin embargo, producto de la desconfianza que se ha instalado, eso ya no parece factible.

El caso del Jardín Pumpin nos permite recordar las múltiples oportunidades que se pierden en materia de diseño urbano, cada vez que un proyecto inmobiliario de gran escala se diseña sin empatía con la ciudad o se judicializa.

¿Pero qué se entiende por Diseño Urbano?

El Diseño Urbano es una disciplina cuyo foco es el estudio de la forma urbana, con especial atención en el espacio público. Si bien esta disciplina goza de amplio prestigio en Europa y Estados Unidos, siendo una escala clave de la planificación, en Chile no tiene un lugar en la institucionalidad urbana. Por esta razón, la gran mayoría de los elementos físicos que componen el espacio público de nuestras ciudades, suelen tener origen en operaciones privadas que a través de planos de loteo y subdivisiones, generaron calles, arboledas, plazas, parques y otros espacios comunitarios. Por lo anterior, cada vez que un actor privado impulsa un proyecto inmobiliario de gran escala, existe una oportunidad latente para generar nuevos aportes en espacio público de las ciudades. Pero para ello es clave que los Municipios tengan herramientas de negociación y puedan colocar los correctos incentivos.

Casos de proyectos no aprovechados existen muchos y en todo el país. En Viña del Mar, en el año 2003, aprovechando el hundimiento de la línea férrea, el Estado impulso una política de renovación urbana sobre los terrenos de la fábrica CRAV. Si bien, la medida fue exitosa y cumplió sus objetivos estratégicos, repoblando un área abandonada, en materia de diseño urbano los resultados fueron discretos. Más allá de dos calles nuevas que aparecieron, no hubo mayores aportes en materia de parques, paisajismo o equipamiento comunitario.

Las trabas al diseño urbano son muchas. Tal como se dijo antes, este no está reconocido en la institucionalidad urbana. No existe su definición en la Ley General de Urbanismo y Construcción y nadie obliga a que un nudo vial o un proyecto de corredor de transporte público tenga mínimos estándares de diseño urbano y con ello bondades públicas. Otra traba aparece, cuando a un proyecto específico que aporta al espacio público, se le quiere pasar la cuenta por todos los problemas de la ciudad y este termina hundiéndose siendo incapaz de cumplir con todos los requerimientos. Un ejemplo de esto fue la primera fase del proyecto "Portal Bicentenario" en Cerrillos. El sector inmobiliario también hace lo suyo, al desarrollar proyectos mezquinos en materia de espacios público, poco empáticos con el entorno y con evidentes problemas de inserción barrial.

La nueva Ley de Aportes al espacio público es un avance, que permitirá a los municipios condicionar el desarrollo inmobiliario a la materialización de elementos que mejoren el entorno urbano. Pero para ello, deberán contar con un Plan que establezca las inversiones a priorizar, lo que en la práctica es un nuevo instrumento de planificación. No obstante lo anterior, nada puede reemplazar las capacidades de un buen líder urbano, que sea capaz de sentarse con los privados, colocar los incentivos donde corresponden y lograr el mejor diseño público para su ciudad y sus habitantes. Algo que al parecer, no está ocurriendo hoy en la Región.

*Integrantes Corporación Metropolítica