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Indignados

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En la editorial del 1 de julio nos tildaron de "indignados", y en parte es cierto, porque estamos desencantados, molestos, incluso algunos nos sentimos saqueados. Desconfiamos de la actual gestión de la alcaldesa Virginia Reginato y de las autoridades comunales. No queremos cuoteo político ni nepotismo. En fin, no queremos que el río suene, a menos que sea por cosas buenas.

Sentimos que la política y las decisiones entre cuatro paredes no tienen cabida hoy, pues corresponden a una forma anacrónica de mirar a la ciudadanía. Ya no queremos ser espectadores, queremos participación real. Nuestras autoridades comunales y, en general, el espectro político chileno, ha estado ajeno a esto.

Tampoco han sabido capitalizar este cambio, ya sea por medio del actuar, del discurso, o bien cambiando los principios y valores que mueven a los partidos y adecuarlos a un Chile actual, con una sociedad más informada y empoderada. Esto ha generado descontento, apatía y, por qué no decirlo, también rabia.

Como ciudadanos estamos más conscientes de nuestros derechos que de nuestras responsabilidades. La participación ciudadana, como forma de democracia participativa, inclusiva e integradora. Si las autoridades no facilitan ese camino, es función de la ciudadanía generar las instancias correspondientes. Eso es a lo que se comprometió un grupo de viñamarinos y organizaciones como la Fundación Viña Transparente, organizaciones comunitarias, campamentos y juntas de vecinos, todos desinteresados, transversales, que no pertenecen al "establishment" político, que tienen visiones diferentes, pero sí comparten un ideal de ciudad y que creen que este puede ser mejor para todos.

Ese es el llamado del plebiscito: a manifestarnos, a hablar de nuestras preocupaciones respecto de la ciudad, a construir una mirada común, pero diversa, donde todas las opiniones tengan cabida. Queremos construir.

¿Y nuestra "Ciudad Bella"? Viña del Mar es rica en muchos aspectos, gente creadora, organizaciones comunitarias, centro de universidades y educación superior, agentes culturales. Hay emprendimiento, deporte, salud y una serie de otros elementos que hacen de esta ciudad una de las con mayor potencial de desarrollo. Sin embargo, nos hemos ido quedando atrás.

¿Dónde quedaron los grandes proyectos, esos que dan identidad, esos que construyen una visión común y compartida? ¿Dónde esta ciudad de la que todos nos sentíamos parte, desde el cerro al plan? ¿Qué pasó con la calle Valparaíso, esa por donde paseábamos sin la preocupación de estar constantemente sometido a los vendedores ambulantes o delincuencia?

Los viñamarinos somos especiales, tenemos una idiosincrasia particular, un vocabulario propio, amamos nuestra ciudad y nos sentimos orgullosos de ella. Cada rincón guarda algo de nuestra historia, esa es la ciudad que estamos invitando a construir a través de la participación en el plebiscito.

Rodrigo Kaplan Ortega

Miembro del Comité Organizador Plebiscito Viña