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El plan para lograr ahorro y eficiencia en materia de energía

POLÍTICAS PÚBLICAS. Subsecretario de la cartera explicó el sentido y alcance del proyecto de ley de gestores energéticos.
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Cristián Rojas M.

Hasta la Universidad Técnica Federico Santa María llegó el subsecretario de Energía, Ricardo Irarrázabal, para encabezar una jornada de capacitación para funcionarios públicos que ofician el trabajo de gestor energético en cada una de las reparticiones fiscales, un tema que, según detalló, viene trabajándose desde hace un tiempo en el Ministerio y que se comenzará a reforzar bastante.

En ese marco, el Gobierno ingresó al Congreso un proyecto de ley sobre eficiencia energética, el que, según explicó, "básicamente apunta al sector privado, específicamente a los grandes consumidores de energía, que se les pide que tengan sistemas de gestión de energía; también a generar estándares de eficiencia en los vehículos; y calificación energética de las viviendas, en cuanto a su venta, para que esa información esté a disposición del comprador".

Por otra parte, el proyecto apunta "a los órganos de la administración del Estado, que se les exige que tengan un gestor energético, y eso es muy importante porque además se incluye dentro de un plan nacional de eficiencia energética, que también está en el proyecto de ley", agregó Irarrázabal.

El cargo de gestor energético que pretende crearse con esa ley, si es que se aprueba, consiste en que "tiene que llevar adelante el plan nacional de eficiencia energética, en su repartición pública, y en esa lógica, tiene que incorporar mecanismos de eficiencia energética que signifiquen no solamente beneficios ambientales, sino que también beneficios en cuanto a disminución de consumo, algo muy relevante, que significa también muchísimo dinero para el Estado".

Ello, explicó, porque "si logramos disminuir en un 5% o 10% el consumo de energía eléctrica en nuestros ministerios, eso puede significar 10 mil o 15 mil millones (de pesos) anuales para el Estado, que se pueden dedicar a otras políticas públicas, y además, en una lógica también de poder dar el ejemplo en lo que significa la eficiencia energética".

Un ámbito en el cual se puede llevar a cabo la eficiencia energética es el parque automotriz de vehículos eléctricos, aunque por ahora están fuera del alcance de la gran mayoría de los chilenos, lo que también trae aparejado que las estaciones de carga sean escasas, dada la baja cantidad de este tipo de vehículos.

Al respecto, Irarrázabal hizo notar que "la tendencia a nivel mundial, y especialmente en cuanto al precio de las baterías, es a una baja constante. De hecho, hasta el año pasado la proyección era que los precios entre vehículos de combustión interna y eléctricos se iban a igualar al 2030, pero la proyección que este año hizo la Agencia Internacional de Energía dice que, dada la baja en el precio de las baterías, es muy probable que los precios se igualen al 2024, y quizás el próximo año puede ser incluso aún menor".

El punto, destacó, "es cómo masificar esa tecnología, entonces uno de los temas claves en eficiencia energética es la electromovilidad, hay que crear todo un marco normativo, un marco de infraestructura, y es un cambio de paradigma para lo que la gente normalmente tiene, que es un vehículo de combustión interna, o sea, es un vehículo que, evidentemente, genera importantes ahorros, es muy eficiente, no tiene ruido, no tiene lubricantes, no requiere un mecánico, sino un electromecánico, entonces es un cambio de paradigma muy grande que se va a empezar a dar muy fuerte en la industria".

Por otra parte, explicó que para poder masificar este tipo de vehículos se requiere "uniformar los mecanismos, para que los modelos que se importen sean todos compatibles con las electrolineras, o sea, hay toda una labor de ir preparándose para la electromovilidad. También hay un compromiso muy importante del Ministerio de Transportes para abrir nuevos cupos en la locomoción colectiva con la condición de que sean vehículos eléctricos, especialmente en los taxis, algo que se va a dar también en la Región de Valparaíso".

En el plano regional, uno de los conflictos en torno al tema energético es la construcción de la central termoeléctrica Nueva Era por parte de Enap, que ha generado una fuerte oposición de la comunidad, del alcalde de Concón, concejales y parlamentarios de manera transversal, quienes subrayan que no sería necesario, considerando que la estatal ya tiene contemplada otra termoeléctrica para abastecimiento propio, por lo que Nueva Era sería sólo para vender energía al sistema interconectado central.

Consultado sobre la real necesidad de esa central y si la considera un retroceso, teniendo en cuenta que en el gobierno anterior se estaban impulsando las fuentes de energías renovables, Irarrázabal planteó que "hay un nuevo gobierno corporativo de Enap y son ellos quienes toman este tipo de decisiones. La ministra de Energía no es parte del directorio de Enap, entonces ese directorio tendrá que tomar la decisión de perseverar o no en el proyecto, y justamente la lógica de ese nuevo directorio es que no existiera mayor interferencia política por parte del gobierno en las decisiones de Enap, sin perjuicio que en la práctica el dueño de Enap es el Estado".

Ante la pregunta de por qué no privilegiar proyectos que no provoquen conflicto con las comunidades, considerando que en Limache la termoeléctrica Los Rulos también ha generado una fuerte oposición, la autoridad sostuvo que "hay que entender que son proyectos privados y son decisiones privadas, y hay un marco institucional que le da curso a esos emprendimientos privados".

Portillo, tan lejos, tan cerca

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A 200 kilómetros de Valparaíso se encuentra Portillo, uno de los centros de esquí más cotizados de Latinoamérica, pero lejano a los habitantes de nuestra región. Este centro y su historia, por los elevados costos de este deporte, resultan desconocidos para la mayoría de los porteños, para quienes la nieve pareciera existir sólo en las películas.

Los orígenes de este deporte son discutidos. Muchos se lo atribuyen, aunque resulta obvio que surgió ante la necesidad de poder movilizarse en zonas nevadas. Fue esa misma circunstancia la que transformó una simple montaña en el centro de esquí más antiguo de América del Sur y también uno de los más atractivos.

La historia de Portillo se inició a raíz de los primeros estudios para construir un ferrocarril que uniría a Argentina con Chile. Los ingenieros ingleses a cargo de estas labores, a fines del siglo XIX, utilizaron los esquíes como un medio de desplazamiento natural durante el crudo invierno que afecta a esa zona.

Una vez que se aprobó el proyecto del tren, el uso del esquí se hizo habitual entre los ingenieros como un medio de transporte, pero a su vez como una entretención en un lugar alejado de la civilización. Cuando el tren comenzó a funcionar, la montaña, la misma que había costado tanto horadar, se reveló frente a los ojos de los ingenieros como una magnífica pista de esquí. Luego, aprovecharon la lentitud de las máquinas para utilizar el tren a modo de andarivel.

Al igual como sucedió con otros deportes, Valparaíso se constituyó en la cuna del primer club de esquí que, en este caso, fue el Club Alemán de Excursionismo, fundado en 1909 según unas fuentes, y en 1925 según otras. El año 1931, apuntaba Juan Grandi en una crónica de este Diario, surgió el "Ski Club Chile", el primero de dedicación exclusiva.

Un par de décadas más tarde eran habituales los paseos próximos a la Laguna del Inca que bautizaron como "Portillo", según como se denomina a un camino angosto entre dos alturas. Ahí se construyó un primer andarivel y una cabaña que sirvió de refugio.

La edificación del hotel se frenó a raíz de la segunda guerra mundial. Sin embargo, gracias al impulso de la Corfo, se consiguió la creación del Gran Hotel Portillo, inaugurado en 1949 con 125 habitaciones, dos andariveles de silla para una persona y uno de arrastre. Los trabajos de mantención contaban con la colaboración de la Escuela de Alta Montaña del Ejército, ubicada cerca del hotel.

La labor del Estado no se concentró sólo en el financiamiento de este hotel, sino de una red de hoteles a lo largo del país. Después de la crisis económica de 1929, los planes de desarrollo económico del Estado apuntaron a distintas áreas, constituyendo el turismo una de las que poseía mayor potencial, gracias a la internacionalización del mercado y al mejoramiento de las comunicaciones. Consecuente con esto, llegó a Chile el alemán Günther Deltze von Lobenthal, contratado por el Departamento de Turismo del Ministerio de Fomento, para iniciar los primeros cursos especiales de esquí.

Las dificultades económicas que significaba para el Estado mantener un centro de estas características obligaron a las autoridades de la época a privatizar el Hotel Portillo el año 1961. Hasta esa fecha, el acceso al hotel sólo era posible a través del ferrocarril, un medio que funcionaba de forma irregular durante el invierno que era, justamente, la mejor época para el centro. A pesar de estas dificultades, el gran salto internacional se realizó cuando el presidente Eduardo Frei, junto al presidente de la Federación Internacional de Ski, inauguró el Campeonato Mundial de este deporte en 1966.

Fue este torneo el que transformó a Portillo en un centro internacional de esquí, una escala perfecta para estadounidenses y europeos que enrocan su verano por el invierno chileno. Una realidad bastante lejana a la mayoría de los habitantes de nuestra zona que sueña con, algún día, conocer la nieve.

Gonzalo Serrano del Pozo

Doctor en Historia,

Facultad de Artes Liberales UAI