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Prevén que el río Aconcagua bajará caudal hasta 40% al 2030

MEDIOAMBIENTE. Seremi y experto analizan efectos de cambio climático en la Región de Valparaíso, la más vulnerable.
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Pamela Boltei

Una reducción "significativa" de caudales de los ríos, y en particular el del río Aconcagua de entre un 20% y un 40%, estiman desde la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Medio Ambiente de aquí a 2030.

El principal motivo es el cambio climático, tema que fue analizado en el encuentro "Cambio Climático y Adaptabilidad Intercomunal" que se efectuó en Viña del Mar.

En la instancia, Dino Figueroa, profesional de la Seremi, expuso los principales efectos de este fenómeno, pues, según la discusión que se realizó en el Comité Regional de Cambio Climático de la Región de Valparaíso, justamente ésta es la zona más vulnerable a sus efectos. Puntualizó, por ejemplo, que entre un 20% y un 40% podría bajar el caudal del río Aconcagua, torrente que atraviesa gran parte de la región y que provee de agua potable a miles de familias.

"Hablo del río Aconcagua porque nosotros estamos trabajando en una norma de calidad del río Aconcagua y además porque hemos evidenciado aquello, que los caudales -aparte que hay una sequía y menos precipitación- son mínimos. Todos estos aspectos de cambio climático se trabajan en base a modelos, a escenarios distintos, simplemente es una estimación de lo que podría suceder. Ojalá sea menos que eso", explicó después de su presentación Figueroa, quien advirtió que "ya llevamos 8 años en una megasequía, cada vez las precipitaciones son menores. Entonces, si seguimos así, el peor escenario va a ser ese".

El experto puso una nota de alerta frente a estas proyecciones. "Es tremendamente preocupante porque el río Aconcagua es el principal aportante tanto para consumo humano como para actividades productivas en la región, entonces es súper relevante tomar una serie de medidas. ¿Cómo acumulo agua? ¿Cómo no pierdo el agua?", dijo.

A su vez, en la exposición aseguró que se espera una disminución importante en el hielo acumulado en los glaciares, lo que podría afectar la disponibilidad de agua en las cuencas donde el aporte de estos es significativo, como ocurre, justamente, en el río Aconcagua.

"Lo que estamos viviendo son retrocesos de los glaciares, eso se ha identificado a nivel regional. Hay un catastro que lo maneja la DGA, pero efectivamente algunos han retrocedido, hay disminución, y los glaciares son las fuentes de agua. Lamentablemente, nuestros ríos dependen de la nieve y de la acumulación de ésta para que haya agua en época estival", reconoce.

Otro efecto en las aguas, pero del mar, es que en 2050 el nivel medio del mar podría incrementarse entre 5 y 10 centímetros, mientras que en 2100 eso sería de 20 centímetros, expuso en el encuentro.

En cuanto a la temperatura, Figueroa advirtió en su charla que a 2030 las temperaturas podrían subir un grado (tomando una media anual) y que al 2050 esto podría ser de un grado y medio, eso sí, sólo si existe un escenario de bajas emisiones de gases de efecto invernadero, pues de lo contrario esa cifra podría ascender a 2 grados.

Por otro lado, se espera que haya un mayor calentamiento en verano y menor en invierno y que, a su vez, haya menor calentamiento en la costa y más en la cordillera. "La disminución de las temperaturas es súper evidente en la zona costera, como también el aumento de temperatura en los valles interiores, San Felipe, Los Andes, La Calera", detalló.

Figueroa señaló en la presentación que se calculan disminuciones en las precipitaciones (promedio anual por periodo) hacia el 2030 de entre un 10% a un 20%. Para el 2050 esa cifra sube hasta un 30% máximo.

"Son años de una sequía sistemática, e incluso algunos investigadores dicen que es una cuestión cíclica, que cada siete a ocho años viene una sequía que va a ser cada vez más fuerte", dice. "Llueve poco, pero más intenso. Me acuerdo que la Navidad de 2012 llovió y eso antes era impensable. Hay un desplazamiento de los fenómenos atmosféricos locales, son menos definidas las estaciones".

De acuerdo a Figueroa, justamente esta baja en las lluvias ocasiona más erosión del suelo. De hecho, en su exposición planteó que al 2030 podría haber una degradación de los suelos debido a fuertes presiones por el uso agrícola y forestal y que podría haber un aumento en el proceso erosivo de la zona del secano costero. "Al haber menos lluvia hay mayor escorrentía, la capa superficial de vegetación del suelo se elimina y si el suelo queda desnudo se erosiona, por lo que se va perdiendo la calidad del suelo. Y eso conlleva que el día de mañana no podremos usar ese suelo para cultivar algo... es una secuencia de acciones".

Asimismo, expuso que las especies más vulnerables de la Región de Valparaíso serían el roble blanco, la zarzaparrilla, el espino, el algarrobo, el litre, el aromo, el boldo, el roble y el lingue.

En tanto, en los humanos, los efectos podrían llegar a una disminución en la calidad de vida y nutrición, debido a eventos extremos, como la sequía e inundaciones, el aumento en enfermedades cardiorrespiratorias por culpa de las emisiones contaminantes y un aumento de enfermedades transmitidas por garrapatas, como hantavirus y rabia.

"Frente al cambio climático -y por las características de la región- tenemos que estar atentos, levantar los antecedentes, prevenir, adaptarnos y mitigar sus posibles efectos"

Victoria Gazmuri, Seremi de Medio Ambiente"