Volver a El Almendral
Los problemas urbanos asociados al abandono y subutilización de las áreas centrales existen en varias ciudades latinoamericanas de distinto tamaño y contexto geográfico. Esta problemática tiene su exponente local más dramático en el barrio El Almendral de Valparaíso que está hoy en la mira pública. Su condición invita a indagar por qué en el resto del país existen centros históricos que han logrado revertir su declive, mientras el centro histórico del Gran Valparaíso ha sucumbido.
El deterioro de El Almendral, es un problema de escala metropolitana y no comunal. Esto ocurre porque la comuna de Valparaíso se encuentra inserta en una conurbación de casi un millón de habitantes, donde el resto de las comunas compiten en la atracción de población. La integración del Gran Valparaíso se consolidó en los '90 con la materialización de grandes proyectos viales. Esto fomento la asociación del mercado de suelos, acelerando los procesos de desplazamiento demográfico, a la vez que se potenciaron los centros de Viña del Mar y Quilpué. Simultáneamente se redefinió el rol económico de cada comuna. Como suele ocurrir en los procesos de metropolización, el centro fundacional ubicado en Valparaíso perdió fuerza económica, mientras crecieron los barrios acomodados en el resto del área metropolitana, en zonas de mayores atributos ambientales y mejor conectados con la nueva infraestructura vial. En esta reorganización, la comuna de Valparaíso quedó como el centro histórico de la metropolis, concentrando el aparataje administrativo regional, pero cada más alejado de los nuevos barrios acomodados y además saturado por el aumento de los viajes motorizados, que el conurbamiento implica.
El censo del 2002 dio cuenta del despoblamiento de Valparaíso donde no sólo se pierden habitantes sino que se experimenta la fuga de los estratos medios y altos. En este proceso los barrios más afectados se encuentran en el plan y en los cerros pericentrales del anfiteatro. No obstante lo anterior, el censo del 2017 evidencia un proceso de repoblamiento en la comuna, donde los nuevos habitantes se localizan masivamente en los sectores de Placeres, Baron, Santos Ossa y Placilla-Curauma. Esto ocurre porque Valparaíso sigue siendo un polo de empleo relevante y contaba con oferta de suelo en estos barrios, adecuada para hogares vulnerables y de clase media, desplazados de otras comunas. La mala noticia del 2017 es que los distritos céntricos siguen despoblados y/o estancados. De hecho, tal como lo demuestra el Informe de Atisba, los barrios de El Almendral y el Puerto tienen niveles críticos de poblamiento.
Esta situación no es sustentable. No es razonable que mientras la oferta de vivienda se encarece en el Gran Valparaíso y se profundizan los problemas relativos a la segregación y el medioambiente, el barrio de El Almendral (que cuenta con acceso al transporte, espacios públicos, comercio y oferta educacional) se encuentre despoblado. Su revitalización debe ser abordada mediante un proyecto público de envergadura. Ejemplos existen en la región. Esta el caso del repoblamiento impulsado en el centro de Viña del Mar, donde el Estado hundió la línea férrea, definió un polígono donde focalizó subsidios de clase media y el Municipio adecuó su Plan Regulador. Como resultado esta área aumentó su población en un 118% según el censo del 2017, dinamizando la economía del plan.
En este escenario, la acertada declaración del gobierno sobre intervenir con un proyecto urbano en el sector Barón de Valparaíso y el barrio El Almendral, generando nuevos espacios públicos y servicios urbanos, representa una oportunidad con un potencial sin igual. Con una adecuada gestión y diseño, el impacto de la remodelación de Barón (incluyendo El Almendral) puede trascender el ámbito local, involucrando además al resto del área metropolitana, siendo un atractor para quienes han aumentado sus tiempos de viaje entre las áreas de empleo y residencia o que fueron expulsados de los centros, algo común en las grandes ciudades. Esto a su vez, puede ser detonante de nuevas actividades económicas, dinamizadas por un recambio contextual. Como demuestran los casos exitosos, el revertir el deterioro y subutilización de las áreas centrales sólo puede ser abordado por medio de una acción pública coordinada, que mejore las condiciones ambientales y de seguridad.
Volver a El Almendral debería constituir el objetivo más virtuoso de una arremetida pública a escala infraestructural, basada en la mejora del espacio público, transporte e incentivo a la inversión, donde el espacio urbano genera ciclos de desarrollo que permitan volver a estructurar las piezas urbanas deterioradas de la ciudad. Algo que Valparaíso ya ha visto antes, cuando consolidó la extensión del borde costero, las redes de movilidad y saneamiento urbano que permitió el crecimiento poblacional hacia los cerros.
(*) Integrantes Corporación Metropolítica
Por Marcela Soto y Marcelo Ruiz (*)