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El largo camino de los cinco docentes que buscan ayudar a la remediación de Las Salinas

VIÑA DEL MAR. Expertos de universidades locales experimentaron a pequeña y gran escala en paño de las expetroleras, y dan las bases para el EIA de fin de año.
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Pamela Boltei

Cinco destacados académicos de universidades de la región conforman el selecto grupo denominado Comité de Científicos que analizó el estado del terreno de 16 hectáreas de Las Salinas, y propuso una solución que promete limpiar el suelo de los hidrocarburos a través de nada más y nada menos que bacterias.

El grueso del equipo, conformado por el doctor, máster e ingeniero en Caminos, Canales y Puertos de la U. Politécnica de Madrid, director del Grupo de Investigación de Residuos Sólidos (GRS) y académico de la PUCV, Marcel Szantó; el magíster en Urbanismo de la U. Chile y director del Instituto de Geografía de la PUCV, Luis Álvarez; Salvador Donghi, biólogo PUCV y con estudios en Biología celular y biotecnología en State University of New York y gestión integral en medio ambiente en la Universidad Europea Miguel de Cervantes; Michael Seeger, bioquímico, doctor en Ciencias de la Universidad de Chile, y director del Laboratorio de Microbiología Molecular y Biotecnología Ambiental de la UTFSM; y Roberto Orellana, doctor en Microbiología de la U. de Massachusetts e investigador de la UTFSM, inició su trabajo en septiembre de 2017, luego del revés que tuvo el proyecto de remediación del paño de la Inmobiliaria Las Salinas -asociada a Copec- con su Estudio de Impacto Ambiental (EIA).

La firma apeló a la decisión del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) pero luego decidieron hacer un golpe de timón y crear en octubre, con las mentes más listas de la zona, el Comité de Científicos.

Una de las primeras conclusiones fue que "el suelo del sitio Las Salinas ubicado en la ciudad de Viña del Mar, albergó durante más de 80 años industrias de diversa índole generando un impacto en la matriz suelo y agua subterránea, principalmente por mezclas de hidrocarburos alifáticos y aromáticos, pesticidas, compuestos órgano clorados y metales pesados", según se desprende del documento anexo al EIA, que consiste en un trabajo bibliográfico y la experiencia en el laboratorio de la UTFSM.

Michael Seeger, uno de los miembros más antiguos del clan -está hace cuatro años-, explica: "Desde el año 2015 trabajamos junto a los ingenieros Myriam González y Roberto Orellana en esto. El equipo esta integrado por 6 a 10 profesionales. La empresa nos contactó por nuestra amplia experiencia en biorremediación y para apoyar el diagnóstico de los contaminantes".

En una primera etapa se realizó una supervisión del monitoreo de la contaminación en el sector. Estas campañas de monitoreo tenían una dedicación de 44 horas semanales por varios profesionales, cuenta Seeger.

"En nuestros laboratorios se realizaron diversos experimentos. Se determinaron las comunidades microbianas. Se aislaron y caracterizaron bacterias degradadoras de hidrocarburos aerobias y aneraobias, y se caracterizó su metabolismo. Se realizaron ensayos de biorremediación en condiciones aerobias y anerobias a escala de laboratorio con suelos de Las Salinas. Además, se realizaron ensayos de biorremediación a escala semi-industrial con suelos de Las Salinas", detalla el académico.

Estos pilotos se hicieron entre 2016 y 2017. Roberto Orellana explica que "tomamos primero suelos en la capa superficial en una atmósfera que posee oxígeno, pero también con la contraparte de la zona saturada en lugares que son anaerobios en volúmenes pequeños. Al comienzo hicimos un set de experimentos con un litro de suelo, para tener respuestas rápidamente trazables. Con eso pudimos filtrar un par de estrategias más promisorias. En el segundo año empezamos en un proyecto de escalamiento semi-industrial en la UTFSM con 5 biopilas (contenedor especial para el proceso de biorremediación) de 0,5 metros cúbicos cada una. Fue un tremendo desafío por el volumen, y pudimos establecer tasas bastante similares, observar puntos críticos que no encontramos a nivel de laboratorio y cinéticas de degradación bastante similares a las observadas anteriormente. En ese experimento partimos con los suelos más contaminados del sitio, con concentraciones análogas a lo que está peor en el sitio y después de seis meses logramos llegar a degradar más del 85% de los hidrocarburos que estaban inicialmente en el peor de nuestros tratamientos".

Al respecto, Seeger asegura: "Los ensayos indicaron que la biorremediación podía acelerar significativamente la degradación de hidrocarburos".

Los suelos contaminados pasan por procesos naturales rumbo a su descontaminación: la evaporación, disolución, sedimentación, oxidación, y biodegradación, pero el conjunto de estos pasos dura muchos años para que el compuesto pueda ser degradado totalmente. En Las Salinas, el suelo cuenta con hidrocarburos que sin un plan para acelerar sus procesos de descontaminación, pueden ser perjudiciales para el ser humano.

"Los hidrocarburos son recalcitrantes y tóxicos. Además presentan diferente grado de toxicidad dependiendo de sus propiedades químicas siendo los hidrocarburos halogenados más tóxicos que los aromáticos y alifáticos", citan en su estudio, desde Ramnarine & Santoriello.

Sin embargo, añaden que "a su vez, los hidrocarburos poseen gran potencial para su degradación mediante biorremediación dada su composición química (Hidrógeno y Carbono). Por ello, corresponden a una buena fuente de energía para un sin número de microorganismos que los requieren para su crecimiento y reproducción".

La biorremediación de suelos contaminados se realiza mediante la aceleración del proceso natural de biodegradación ya presente. Un proceso de biorremediación se basa en la capacidad innata que tienen los microorganismos para degradar contaminantes orgánicos, en este caso, hidrocarburos. Esto requiere, además, proveerles de nutrientes para establecer algún tipo de inducción de la comunidad nativa presente para poder empezar a consumir el contaminante en plazos acelerados.

En este caso, los científicos detectaron que "las bacterias que habitan actualmente en el terreno están presentes en baja cantidad, por lo que surge la necesidad de incrementar la densidad microbiana para que sea capaz de degradar los hidrocarburos presentes en plazos más cortos que los naturales. Esto se realiza a través de un proceso de "bioestimulación", que implica nutrir a las bacterias para que se reproduzcan y tengan mayor capacidad de degradar", según plantearon en el documento.

Y precisaron que "como las bacterias utilizadas se benefician de los hidrocarburos como fuente de alimentación, una vez que la fuente de energía se termina, algunas morirán por falta de alimento y otras se mantendrán pero con un metabolismo muy basal, como parte de la microbiota esencial que permite la movilidad de distintos nutrientes, resultando inocuas para el ser humano".

En la biorremediación, la adición de poblaciones altamente concentradas y especializadas al sitio contaminado con compuestos tóxicos recalcitrantes se denomina bioaumentación.

En este caso dicho proceso se hará a través de un aparato llamado biopila, el que contendrá el suelo a remediar para evitar que en el proceso se liberen contaminantes a la atmósfera. "En sí el proceso tiene bastantes medidas de mitigación para que el impacto al entorno sea menor. Las biopilas van completamente cubiertas, hay un sistema de extracción del aire que se hace pasar por la misma biopila, el que luego pasa por filtros de carbón activado, lo que abate los compuestos orgánicos volátiles para que no haya contaminación en el entorno. Serán excavaciones acotadas, el plan es sacar en una tasa de menor intensidad todo el material con hidrocarburos para llevarlo rápido a una biopila, que se sella y después se empieza a tratar. Y aquel que no tiene presencia de hidrocarburos tiene un proceso bastante más rápido. Lo que más tenemos en el terreno es arena similar a la de la playa, que está limpia. De hecho, son menos de 50 mil metros cúbicos los que son necesarios de tratar por presencia de hidrocarburos. Nosotros vamos a mover un millón", explica el jefe del Área Ambiental de I. Las Salinas, Camilo Quiroga.

Roberto Orellana da un ejemplo de cómo funciona esta técnica: "De la misma manera en que nosotros almorzamos y nuestras encimas son capaces de empezar a romper estos compuestos, obtener energía de ese carbono y liberar CO2, un compuesto que es inocuo a la atmósfera, estas comunidades microbianas son capaces de pesquisar dónde están esos hidrocarburos, consumirlos y liberar compuestos inocuos a la atmósfera. El principio detrás del proceso de biorremediación es que hay una microbiota que está asociada al suelo y que está siendo mejorada, incrementada a través de nuestras intervenciones, para que pueda ser capaz de degradar, de obtener energía en ese proceso".

Tras un trabajo intenso de siete meses con reuniones periódicas en las distintas universidades de la zona que participan, la empresa ILS y otros lugares de reuniones, el 12 de mayo de 2018 el Comité Científico presentó las "bases del proyecto de saneamiento", piedra angular del Estudio de Impacto Ambiental que la empresa ingresará antes de fin de año al SEIA.

Con este trabajo "se realiza un diagnóstico de por qué el EIA fue rechazado, propone nuevos caminos para enfrentar este desafío de la descontaminación basado en ciencia y tecnología, en el marco de un desarrollo sustentable. Ademas apoya la presentación del nuevo EIA", comenta Seeger.

Camilo Quiroga dice que "pensamos que el mayor riesgo implica no hacer nada. En la medida que nosotros favorecemos y aceleramos esos procesos naturales para limpiar los suelos, vamos a tener una situación mejorada. Eso no impide que cuando uno excava estos suelos pueda haber liberación de algún u otro compuesto, pero la idea es hacerlo de la forma más controlada".

En ese sentido, sostiene que lo que hicieron respecto del EIA anterior presentado en marzo del año pasado es que "antes nosotros exportábamos la remediación y ahora la vamos a tratar en el terreno".

Añade que "antes solo tratábamos los sectores que estaban fuera de las vialidades contenidas en el plan regulador en el sitio, ahora vamos a tratarlo todo, no sólo los lugares destinados a desarrollar infraestructura como equipamiento o viviendas, sino también las vialidades, la extensión de Libertad hacia el norte, o donde va a estar calle 1 y 2, entre 18 y 19 Norte. Ahora estamos biorremediando aquellas zonas que antes no podíamos llegar porque vamos a poder excavar, tomar ese suelo, tratarlo en biopilas que estarán allí y después devolver el suelo de manera limpia y segura".

El gerente de la inmobiliaria, Esteban Undurraga, asegura que "no podemos excavar más de 100 metros cuadrados a la vez porque eso mantiene los niveles de volatilización bajo el cumplimiento de la norma, por eso es una microexcavación y tenemos estudiado día a día durante los próximos tres años cómo se tienen que ir moviendo los suelos, cuántas máquinas hay que tener en el terreno para lograr un proyecto sin impactos nuevos".

El equipamiento para este proceso es similar al que se podría ver en una construcción, detallan desde la inmobiliaria: seis camiones, tres cargadores frontales y tres retroexcavadoras durante los días más intensivos. "Por paño será un año y medio a dos años, por lo que en total serán aproximadamente cuatro años para remediar todo el terreno. Si el proceso de EIA comienza este año, nosotros esperamos que demore un año a un año y medio, y una vez que concluya recién podremos iniciar el tratamiento con el paño sur (9 Norte hasta 18 Norte) y luego trataríamos el paño norte (19 Norte hasta la Armada). En el peak debiesen trabajar acá no más de 50 personas entre operarios, gente que lleva el muestreo, los análisis y la oficina técnica".

Orellana complementa: "necesitamos generar un monitoreo específico para describir las distintas etapas del proceso de biorremediación. Por ende este es un desafío y una oportunidad para desarrollar habilidades y capacidades locales en términos técnicos . Por un lado está el tema ingenieril, por cuanto necesitamos mover esos suelos, pero por otro está la parte de técnicas físico-químicas y biológicas, que es un brazo complementario".

Seeger advierte que "disponemos de la tecnología más avanzada para analizar comunidades microbianas de suelo, acá se usan técnicas de Next Generation Sequency para analizar metagenomas microbianas, aislando directamente los ácidos nucleicos, secuenciando eso y dándonos cuenta de las dinámicas de estas comunidades microbianas en los suelos. En procesos industriales en Chile nunca se ha usado y nosotros lo hemos usado a nivel de investigación".

Marcel Szantó sostiene que "toda obra civil tiene riesgos y tenemos todas las herramientas. Esta región es una de las más poderosas en su equipamiento científico. Hay que tener datos para tomar una buena determinación. Este proyecto ha sido realmente exagerado en cuanto a la cantidad de datos que tiene para que los expertos tomen una decisión. Es interesante porque vamos a intentar aportar a lo que Chile necesita, pues no tenemos normativa para suelos".

Salvador Donghi cuenta que "empezamos a evaluar todos los escenarios de manera de enfrentar un proyecto con la visión siempre preventiva, es decir dónde se podrían producir posibles impactos y qué antecedentes, qué herramientas tecnológicas y estadísticas necesitamos para contestarnos estas preguntas. La evaluación es tremendamente global, y eso marca una diferencia de cómo se enfrentan los EIA. No estamos pensando en la Resolución de Calificación Ambiental, (RCA), sino que efectivamente el terreno quede descontaminado".

Quiroga advierte que ya hay dos estaciones de monitoreo de aire que miden básicamente meteorología, además de otros contaminantes y, por supuesto, hidrocarburos, "para ver cómo estamos al día de hoy, la línea base. La estación marca que en general hay súper poca contaminación de todo y es muy similar a lo que marca la estación Viña del Mar, que está a un kilómetro y medio al sur. ¿Qué tenemos? Un ambiente de ciudad. A la hora del taco tenemos peaks de concentración de material contaminado fino y óxido de nitrógeno que son los autos pasando por la calle, estás en la mitad de una ciudad. Esto nos permite tener la foto antes y compararla con lo que va a pasar después".

Luis Álvarez, de la PUCV, complementa que "no es tener celadores de que no se esté contaminando: van a haber sensores entregando los datos en tiempo real de lo que pasa en la calidad del aire. Toda esa información puede ser leída por cualquier vecino cuando se ingrese al SEIA".

Finalmente Undurraga dice entender "la sensibilidad creciente y la tolerancia más baja a los procesos defectuosos industriales, por las faltas de calidad en la gestión, la falta de regulación frente a la no existencia de normativa y Chile está viviendo un cambio importante de lo que la sociedad tolera y no como condiciones mínimas de calidad de vida. Parte de las suspicacias sobre este proyecto es que no es común que una empresa se autoregule en ausencia de norma y busque la mejor respuesta. Las empresas están acostumbradas a construir certezas y por eso trabajan sólo con consultores. Las Salinas también tiene consultores, además del Comité Científico- y lo que buscamos fue construir confianzas entre la empresa y la academia. Al principio nos hicieron muchas preguntas en un lenguaje inentendible, y eso hizo fascinante el proceso, hay que adentrarse en un lenguaje, en una lógica. Las suspicacias son multifactoriales y entiendo cómo se construyen: es un proyecto que no tiene precedentes en Chile y a la gente le gusta saber que las cosas están probadas y yo exigiría lo mismo. No estamos creando la pólvora, estamos adaptando una técnica a un terreno en particular. Quisimos evitar las típicas certezas de mercado y nos dimos el tiempo para hacer las preguntas cómodas e incómodas de los científicos. Eso derivó en el proyecto que hoy presentamos".

"No estamos pensando en la Resolución de Calificación Ambiental, (RCA), sino en que efectivamente el terreno quede descontaminado"

Salvador Donghi, Biólogo PUCV"