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Alzas en educación e ingresos mejoran índice de desarrollo humano

REGIÓN. Experta de Programa de Naciones Unidas destaca salto de la Región de Valparaíso en últimos once años. En la Región de Valparaíso esto ocurre en Casablanca, San Antonio o Quintero donde su casco urbano crece sólo con viviendas sociales
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La Región de Valparaíso se ubica entre las cinco zonas con mayor desarrollo humano del país, de acuerdo a un nuevo estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que describe y analiza las desigualdades existentes en áreas clave como educación, ingresos y salud.

Marcela Ríos, Representante Residente Adjunta del PNUD, señala que "este estudio entrega información actualizada y detallada sobre la realidad de las distintas regiones, y permite dimensionar los avances y logros que han alcanzado durante la última década, pero también los desafíos que enfrentan en el camino al desarrollo sostenible. De cara a la futura elección de gobernadores regionales, creemos que este estudio será un importante insumo para el diseño de políticas públicas territorialmente pertinentes".

Con el 1 como parámetro ideal, la Región muestra un considerable avance respecto de 2006, desde 0,674 (un poco más debajo de la media de aquel año) a 0,741 (un poco más arriba de la media).

"Entre 2006 y 2017 la región muestra avances significativos en dos dimensiones del Índice: educación e ingresos. En ambos mejora su posición relativa respecto del resto de las regiones. En la dimensión de salud, las mejoras observadas están a la par con el promedio del país, y la región mantiene su posición", precisa.

Ríos explica que los resultados del estudio muestran que en aquellas áreas en que existen políticas universales orientadas a garantizar los derechos de las personas, las desigualdades interregionales son menores y se observan avances.

"Es el caso de la educación básica y media obligatoria y gratuita, el mayor acceso que existe hoy a sala cunas y jardines infantiles, o políticas de salud como el plan AUGE. Más allá de las políticas públicas, la evidencia muestra que la estructura productiva de las regiones tiene un gran impacto en las distintas dimensiones del desarrollo. En ese sentido, la región de Valparaíso cuenta con condiciones de base que le permiten avanzar", reconoce la especialista.

-¿Qué pasa con la desigualdad en la Región de Valparaíso. Qué indica el estudio y cómo se explica esta situación?

- El nivel de desigualdad de ingresos al interior de la región es relativamente bajo comparado con el resto del país. La región menos desigual es la de O'Higgins, con un índice de Gini para el ingreso autónomo de los hogares de 0,41, mientras que la región Metropolitana es la más desigual, con un valor de 0,51. La región de Valparaíso tiene un Gini de 0,46. Sin embargo, como en todas las regiones, hay diferencias subregionales. Por ejemplo, el índice de desarrollo humano de la provincia de San Antonio es de 0,688, mientras que en Marga Marga es de 0.796, una de los más altos del país. En términos de pobreza, se estima que en Catemu, Petorca y Cabildo la pobreza en 2015 superaba el 20%, mientras que en Algarrobo era de 4,3%.

-¿Qué factores impactan de forma más potente la desigualdad a nivel regional?

- La estructura productiva y los recursos disponibles en los distintos territorios tienen un gran impacto en los niveles de ingresos y pobreza, por lo que territorios más heterogéneos, como es el caso de la región de Valparaíso, tienden a mostrar mayores desigualdades.

-A partir de estos resultados, ¿qué medidas, políticas públicas, estrategias o acuerdos pueden sugerir a las autoridades de la Región de Valparaíso, para superar estos indicadores?

-La región está en buen pie para aprovechar la oportunidad que se abre para las regiones a partir del proceso de descentralización en curso, uno de cuyos hitos es la elección directa de Gobernadores Regionales a partir de 2020. Todas las regiones van a tener mayor poder de decisión sobre sus estrategias de desarrollo y los recursos para implementarlas, y la región de Valparaíso presenta indicadores que le permiten pensar en lograr un desarrollo sostenible, que no deje a ninguno de sus habitantes o sus territorios atrás.

"La región está en buen pie para aprovechar la oportunidad que se abre para las regiones a partir del proceso de descentralización"

Marcela Ríos, Residente adjunta PNUD"


La Revolución Urbana de


Los Chalecos Amarillos,


a la vuelta de la esquina

Qué duda cabe de que tras las protestas de los llamados "Chalecos Amarillas" en Paris, existen causas complejas que apuntan a una crisis profunda de la sociedad francesa, caracterizada por el bajo crecimiento, la cesantía y la crisis de las clases medias. No obstante lo anterior, en esta contingencia aparece una dimensión, relacionada al territorio, que es clave analizar.

La crisis, iniciada por el impuesto al combustible diesel, va más allá que el encarecimiento del costo de usar automóviles. Eso es sólo la punta del iceberg. Tras ese hecho, se esconde un profundo problema de desigualdad territorial de gran escala, en donde la distribución geográfica de las oportunidades muestra la cara más compleja del desarrollo de Francia. Las protestas contienen un largo resentimiento por parte de aquel país rural y suburbano, en contra de las grandes ciudades que acumulan riquezas, trazando un invisible limite de exclusión social.

No en vano, los protestantes gritaban a Macron el epíteto de "cosmopolita", como si eso por si solo constituyese un insulto. Como ha demostrado el demógrafo Hervé Le Bras, tras esta crisis se encuentran las clases medias con bajos ingresos, que viven en torno a las ciudades pequeñas, alineadas en lo que el mismo ha denominado "el cinturón del vacío" que va desde Estrasburgo por el norte, hasta Marsella en el Sur. Estas son ciudades que pierden industrias y comercio, volviéndose económicamente obsoletas frente a la globalización, a la vez que se despueblan. En sus alrededores albergan urbanizaciones que son de bajo costo, pero que dependen de los autos para trabajar. En oposición está la ciudad globalizada, de economía tercerizada y diversificada, donde se concentran el capital y los empleos exitosos por la alta presencia del Estado, instituciones multilaterales de escala global, empresas transnacionales y universidades de alto prestigio; trabajos que son capturados por personas con mayores índices de educación y poder adquisitivo, lo que hace que cada día sea más difícil e inaccesible vivir allí por los elevados precios de la vivienda.

Hay que mirar con detención este fenómeno. Desde el enfoque marxista, es el conflicto por la división social del trabajo, reflejado en el territorio. Es el campo empobrecido versus la ciudad enriquecida. En cierto sentido, esto es similar a las ciudades industrializadas que constituyen el famoso cinturón de oxido en torno del Lago Michigan, donde sus habitantes terminan votando por Trump.

En todo esto, aparece una gran contradicción. Las grandes ciudades al ser más diversas, producen nuevas ideas y atraen personas innovadoras, siendo la cuna del progresismo y el liberalismo. De ahí, por ejemplo, que muchos movimientos que instalan nuevos derechos sociales se originan en las grandes ciudades. Por el contrario, el campo se asocia al conservadurismo. No obstante, ese progresismo urbano, hoy se ha transformado en sinónimo de sordera social respecto a las demandas de quienes quedan fuera del éxito de la metrópolis. No es extraño entonces, que sea en estas zonas abandonadas, donde el discurso populista comience a propagarse.

En Chile también tenemos este escenario. La diferencia de ingresos y gasto público entre el Gran Santiago y el resto de las áreas metropolitanas es abismante. Al interior de ellas, existen comunas exitosas del primer mundo versus zonas con mala conectividad y empleos precarios. A esto se suman todas aquellas comunas semirurales, de economías debilitadas y sin instituciones de educación superior que pierden población joven y que como tienen poca demanda, presentan suelo barato, transformándose en depósitos de viviendas sociales. En el caso de la Región de Valparaíso esto ocurre en Casablanca, San Antonio o Quintero donde su casco urbano crece sólo con viviendas sociales. En esto hay que tener claro una cosa. Ya no se puede hablar sólo de segregación al interior de las ciudades, sino además de segregación "entre" ciudades.

La revolución de las chaquetas amarillas es una campana de alerta. Son clases medias vulnerables, que viven en áreas suburbanas y ciudades pequeñas, lejos de las zonas de mejores empleos y que ven crecer la incertidumbre en sus vidas. No tiene sentido caricaturizarlos. Es un fenómeno que podría estallar en Chile, si no ponemos el acento en aquellas zonas donde estos segmentos se concentran.

La solución de este fenómeno no es simple. Por lo pronto, la agenda para la integración social y urbana lanzada por el Gobierno, es una buena noticia. Pero tratándose de un fenómeno de escala territorial que trasciende a las ciudades, es importante profundizar la agenda de descentralización. En ello es clave fortalecer las competencias y presupuestos de los Gobiernos Regionales, haciendo énfasis en los planes que estos tengan respecto a infraestructura y fomento de la economía. De lo contrario, la revolución de los Chalecos Amarillos podría aterrizar en estas lejanas tierras.

*Integrantes Corporación Metropolítica

*Juan Pablo Urrutia / Marcelo Ruiz F.