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Año Nuevo, los fuegos artificiales y el mar

El espíritu de Ernesto Dighero, creador del espectáculo de fuegos artificiales, es escencial para buscar el progreso de Valparaíso. El creador del show pirotécnico vivía en la avenida Alemania, en una casa ubicada en un pasaje que posteriormente fue bautizado con su apellido, y todos los días veía el mar desde su ventana.
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En septiembre de 1952, el dentista porteño Ernesto Dighero Lajaña le propuso a la Liga Marítima organizar un espectáculo de fuegos artificiales en la bahía de Valparaíso para festejar la llegada del nuevo año.

El visionario vecino del cerro Jiménez fue artífice de una tradición hoy enraizada en la ciudad: marcar la despedida del pasado y la bienvenida al futuro con un espectáculo de luces, bombas y colores.

La inspiración para el Año Nuevo en el Mar fueron los barcos que prendían sus luces la noche del 31 de diciembre iluminando el cielo y las colinas de la ciudad. El creador del show pirotécnico vivía en la avenida Alemania, en una casa ubicada en un pasaje que posteriormente fue bautizado con su apellido, y todos los días veía el mar desde su ventana.

Dighero, hijo de un inmigrante proveniente de la Liguria italiana que trabajó como comerciante en Valparaíso y agricultor en Lo Vásquez, también fue uno de los fundadores de la Escuela Dental de la Universidad de Chile en el Puerto.

El sociólogo y académico universitario Manuel Antonio Baeza escribió en algún momento sobre la identidad de los porteños, a quienes separa en dos grupos: de balcón y de orilla. Mientras los primeros tienen una actitud más contemplativa, romántica y nostálgica; los segundos miran el océano como una puerta hacia el mundo, como una invitación a la acción.

Parece fácil encasillar al creador del Año Nuevo en el Mar dentro de los porteños de orilla, por su afán innovador y progresista. Sin embargo, también podemos decir que Dighero miró desde su balcón a la ciudad, entendiéndola para mejorarla.

Probablemente no existe pureza científica en la taxonomía que sagazmente ideó Baeza. Es posible que la sangre se mezcle y tengamos a porteños con un gran porcentaje de genes orilleros y una pequeña parte balconera, o viceversa.

Paradojalmente es lo que le da vida única a Valparaíso, pero también lo que a veces lo deja en el inmovilismo. Las dudas respecto a la identidad son motivo de discusión eterna en el plan y los cerros.

Los graves conflictos que ha acarreado este conflicto, en el cual -cómo no- también se incorporan protagonistas externos a la ciudad, muchas veces parecen dejar sin un punto de apoyo al ansiado despegue.

Sería iluso pensar que los problemas porteños se solucionan sólo con buena voluntad y acuerdos. La intrincada trama de intereses que atraviesan la ciudad -y a veces parecieran convertirla en un botín de guerra- impiden ordenar el debate y sacar conclusiones.

Sin embargo, para partir con los propósitos de Año Nuevo, quizás sea provechoso que muchos poderosos rescaten el espíritu de Dighero, un visionario que pudo crear progreso respetando el lugar donde quería vivir junto a su familia.


Personas mayores: una fuerza emergente

A pocos días de iniciar un nuevo año, es importante reflexionar sobre algunos desafíos en materia de envejecimiento y vejez. Los primeros resultados definitivos del Censo 2017 confirman que nuestra población está envejeciendo de manera acelerada. Sí, ciertamente vivimos más, pero la calidad de vida es un tema pendiente.

En 2017, Chile ratificó la Convención Interamericana Sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que esperamos se traduzca en normativas y políticas públicas capaces de responder a las múltiples necesidades del mundo mayor. No obstante, el cabal cumplimiento de esos derechos también depende del fortalecimiento de nuestras organizaciones de personas mayores.

Si bien el adulto mayor marca una nítida presencia en las organizaciones comunitarias de nuestro país, participando en juntas de vecinos, clubes deportivos, iglesias de diferentes credos, entre otras agrupaciones, falta visibilizarnos como una fuerza emergente.

Para lograrlo, en primer lugar, necesitamos que los integrantes de nuestras organizaciones se empoderen en su rol de agentes de cambio y no descansen en los liderazgos de algunos adultos mayores que asumen el desafío de representar a un grupo de personas diversas. De esta forma, jerarquizar nuestras carencias y trabajar por un objetivo común de manera colectiva. Además, debemos atraer e involucrar a las nuevas generaciones de personas mayores, porque la reivindicación por nuestros derechos recién comienza.

Por otro lado, es clave que las personas mayores participemos en espacios de formación, porque aminora las profundas inequidades, abre la mente, favorece el diálogo y facilita la comprensión de uno mismo y de los fenómenos sociales. En el informe "La educación encierra un tesoro" de la Unesco, elaborado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, se destacan las habilidades necesarias para construir la paz y fortalecer la democracia: aprender a pensar y a convivir. Cualidades que en el mundo de hoy cobran más vigencia que nunca y que la Universidad de Valparaíso, mediante las acciones del Centro Gerópolis, nos brinda la oportunidad de desarrollar y practicar día a día.

En Gerópolis se vive la formación continua expresada en un amplio abanico de posibilidades, que van desde aprendizajes referidos a la salud hasta las más variadas expresiones artísticas. Y en esos procesos de aprendizaje se evidencia el gran potencial que tenemos las personas mayores para ser agentes de cambio, en base a la creatividad, la colaboración, la empatía, la inclusión y la amistad.

Asimismo, en una sociedad donde se sobrevalora al que produce, donde es más importante tener que ser, debemos asumir una gran tarea: compartir con los más jóvenes nuestras experiencias de vida y servir de puente entre la tradición y la modernidad, de manera de mantener nuestra identidad social pero siempre abiertos a los avances alcanzados en el presente siglo.

Queda mucho por hacer y eso es lo lindo de la vida, levantarse cada mañana sabiendo que hay cosas importantes por las cuales vale la pena vivir. Deseo que con el paso de los años miremos el camino recorrido y podamos decir como el poeta Amado Nervo "Vida nada me debes, vida estamos en paz".


Inequidad territorial y desafíos 2019

En los últimos años la Región de Valparaíso ha experimentado importantes procesos de expansión urbana. Aquellos han estado caracterizados por los distintos agentes que interactúan en la planificación de las ciudades: el Estado, la ciudadanía y por sobre todo los privados. Dicha expansión fuera de ser planificada, equitativa y brindar bienestar a los habitantes de la región, ha sido un proceso explosivo, generando segregación urbana y desequilibrio territorial; a muchas luces un desarrollo poco equitativo, donde un creciente número de la población se ha visto empobrecida.

Los impactos sociales y medio ambientales de la política urbana se manifiestan en una afectación directa en la calidad de vida de la ciudadanía en distintas dimensiones: los espacios públicos, los servicios urbanos, el transporte, la calidad de los colegios y de la salud, varían según el espacio en el que habitamos. En este sentido, la vivienda social ha sido por décadas construida en la periferia de nuestra región, relegando a muchos habitantes a confines urbanos donde la poca conectividad y la paupérrima calidad de vida, además de la falta de servicios básicos, pareciera ir aumentando cada día.

Desde el gobierno central ha quedado de manifiesto -a través del presupuesto del año 2019-, que su prioridad no son las regiones; el mejor ejemplo para ello es la reducción en un 12% en los recursos que se destinó al SERVIU en materia de viviendas para nuestra región, más aún teniendo en cuenta que nuestra región concentra la mayor cantidad de campamentos a nivel nacional. Entonces ¿cuáles y dónde están las prioridades del Gobierno Central a la hora de elaborar el presupuesto de la nación?

El panorama a nivel de fondos de inversión regional no es más alentador, toda vez que el Intendente de la región de Valparaíso priorizó una cartera del Fondo Nacional de Desarrollo Regional superior a los $26 mil millones, con énfasis en seguridad pública, con proyectos tales como la construcción de cuarteles para la PDI y Carabineros. Si bien no negamos que la seguridad ciudadana es un tema importante para nuestra región -aunque sí discrepamos de los mecanismos que se adoptan como solución-, la omisión en la cartera del proyecto de alcantarillado para el sector la Troya -comuna de San Felipe-, dejó en evidencia el poco interés del Gobierno Regional, y en especial del Ejecutivo, de priorizar y ajustar las inversiones en orden a solucionar las carencias más básicas de los habitantes de la región. Y es que el caso de la Troya es un ejemplo de varios, pues en territorios como Petorca, fuertemente afectados por la sequía, no recibieron ninguna inyección de recursos por parte del órgano institucional.

La centralización no es solo un problema que se da nivel nacional, sino también regional; la concentración de los recursos y la poca prioridad que se le da a aquellas comunas más alejadas de la capital regional, es una muestra de que el Gobierno estaría más preocupado de sus proyecciones electorales que de brindar políticas públicas para las comunas y sectores más empobrecidos de la región.

El Gobierno, en todos sus niveles, debe avanzar hacia la generación de una política de desarrollo urbano equitativa territorialmente, de forma tal que permita avanzar hacia la conformación de ciudades sostenibles y seguras, entendiendo dentro de estos conceptos, la necesidad de asegurar el derecho a la vivienda, al saneamiento sanitario y ambiental, a la infraestructura urbana, como el transporte y espacios públicos. Lo anterior solo es posible con una política pública clara, donde el gobierno junto a la comunidad definan con certeza sus prioridades, las cuales por cierto se deben orientar a brindar condiciones de vida digna para todas y todos.

María Elvira Sánchez

dirigenta social e integrante del Consejo Ejecutivo Mixto de Gerópolis UV

Juan Ignacio Latorre

Senador (RD-Frente Amplio)

Nataly Campusano

CORE (MA- Frente Amplio)