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El camino desde Pedro Mardones a Lemebel

Antes de ser Lemebel, fue Mardones: un profesor de arte, hijo de una costurera y un panadero que aprendió a escribir en un taller de Pía Barros. "Incontables" rescata siete cuentos escritos en ese tiempo y que originalmente fueron publicados en una tirada de 300 ejemplares.
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Los siete relatos publicados por lom constatan aquellas obsesiones que colmaban a lemebel de rabia, fervor y ternura.

Corrían los 80 del siglo pasado y Pedro Lemebel, en ese entonces Pedro Mardones, publicaba sus primeros cuentos en una tirada de 300 ejemplares sobre papel kraft, ilustrados por excelentes dibujantes como Patricio Andrade, Rufino, Luis Albornoz y Guillo Bastías, entre otros. Escondidos por mucho tiempo "como hijos tontos" según decía el autor, hoy relucen como el germen del cronista arrebatado y provocador que llegó a ser.

Callejero y periférico

No cuesta mucho imaginarse a Pedro Lemebel en alguna esquina de Bellavista vendiendo sobre un pañito estos siete cuentos hechos trípticos, primorosamente envueltos en sobres de correo postal. Como tampoco cuesta imaginarse al tímido profesor de Artes Plásticas, al hijo del panadero Pedro y la dueña de casa Violeta, que cruzaba los tierrales periféricos de un "largo país de sudores fríos" para posarse en las esquinas o derivar por las aceras del atrayente centro capitalino.

Antes de las recordadas Yeguas del Apocalipsis (colectivo que formó junto a Francisco Casas cuando irrumpieron en octubre de 1988 en La Chascona donde le entregaban a Raúl Zurita el premio de poesía Pablo Neruda); antes de zapatear una cueca sobre vidrios y cabalgar como Lady Godiva, o jugar a ser las dos Fridas a pecho descubierto; antes de aparecerse en el Festival Stonewall con su tocado de jeringas sidosas como una aureola o declamar desafiante su manifiesto ("Hablo por mi diferencia", dijo ante un boquiabierto Partido Comunista), Pedro Lemebel fue un treintañero asistente a talleres literarios donde escribía poemas y cuentos en los que entrenaba ya un abecedario gozoso para describir a personajes desmedidos y entrañables que zigzaguean por los bordes de una sociedad que los expulsa.

Antes del espacio radiofónico que tuvo en Radio Tierra en 1996, el breve "Cancionero" en el que leía sus crónicas que se desplegaban en esos diez minutos, musicalizados con el "Invítame a pecar" de Paquita la del Barrio, o alguna canción desgarrada de Chavela Vargas o un bolero susurrado de Bola de Nieve. Antes de ser la loca suelta que recorrió taconeando por las universidades de Stanford y Harvard en los años 2000, ya Lemebel alargaba hasta la desmesura los bordes dorados y barrocos de su léxico.

Estos relatos constatan aquellas obsesiones que lo colmaban de rabia, fervor y ternura. La niñez pobre y saltarina, apurada entre los yuyos de los potreros, la adolescencia escurrida entre la indolencia y la agresividad, la senectud roñosa, en el fin de sus días.

Provocador y subversivo, el Lemebel de estos cuentos todavía no nos presenta a una de sus figuras centrales: el travestido tercermundista que incomoda con sus tacos agujas, pero sí se blinda con su origen marginal y sus recorridos clandestinos. La peste rosa tampoco planea en estas páginas, pero sí en las zonas de riesgo de un país en dictadura, una época donde reinaba "la agitación peluda de esos días". Todavía el texto de estos relatos no aglutina ese cotorreo entusiasta e indignado. Aún no se inventa libre de mordazas esos sujetos y verbos con desparpajo. Pero va tomando forma la punta filosa de sus frases inimitables.

Los siete cuentos

Abre el volumen el cuento favorito del autor, según explica en el prólogo su amiga, la escritora Pía Barros. "Ella entró por la ventana del baño", con el mismo nombre que la canción de los Beatles, ya dispone en sus páginas ese transcurrir de la vida de adolescentes prepotentes que forman "el grupito de la esquina". El protagonista cuenta con "siete años en cada suela" y asiste a fumarse el "religioso joint" en esas noches de apagón y un esquivo cometa Halley. Hay amor violento en los pastos -"al estilo heavy metal"- y crueldad mezclada con ternura en la forma de una gatita que acompaña a estos muchachos que envejecen antes de tiempo.

Otro cuento escenifica la Nochebuena empañada por un decadente Santa Claus beodo y descreído que busca favores carnales mientras la estrella de Belén es un cigarro mal apagado en el suelo. En "Bramadero", nos trasladamos de la ciudad a un sierra fronteriza donde vive en un socavón el mendigo Prometeo "con su sonrisa de langosta", haciéndose el tonto frente a las charreteras doradas y los máuser (fusil de cerrojo manual) que lo interrogan violentamente sobre ese fugitivo que ya le advirtió que "vienen tiempos difíciles".

El cuento "Espinoza", sus 17 años y sus "ojos de intemperie" ya anticipan al objeto del deseo de esa figura clásica de Lemebel, la del solterón amanerado y tierno que queda "achacado como un murciélago seco" ante la fuga del junior que anhela una bicicleta plateada y zozobra en un matrimonio precipitado.

Con epígrafe de Neruda ("Después el mar es duro / y llueve sangre") abre "El camión de la guardia", un relato también ambientado lejos de la capital, en un lugar llamado Basaure, cerca de un regimiento, un lugar de calor y frío extremo, una tierra seca donde la madre Mercedes Quilodrán gesta una venganza desde su cuerpo, lo único que le pertenece.

Al cuento "Monseñor" lo recorre la violencia de la subversión, los estallidos que se cuelan hasta los aposentos del obispo, quien debe controlar la revuelta de los oprimidos con su mensaje de calma y paciencia, sorteando las flaquezas que le impone la lujuria. La vieja que piensa en sus 15 años envuelta en sus sábanas pasadas a Mentholatum aparece en "Bésame otra vez, forastero". Una imagen decrépita y deseosa, que riega cardenales y atisba la carne joven con sus "ojos de gallina enferma", un reflejo especular que enfrenta a la propia imagen apolillada.

En Iloca vive "Melania", un personaje que busca algo valioso que le quite parte de la miseria y soledad en la que deshoja su vida. El pequeño pueblo enmarca a la solterona con "cara de gárgola" que persigue ser única, a costa del dolor y la mutilación. Otro retrato nos deja "Wilson", que aún no cumple 20 años y es parte de la legión de muchachos que se paran en las esquinas y crece a fuerza de porrazos. En su caso, subiendo al entablado de un martes femenino con calzoncillos de tigre, envaselinado y con muñequeras de tachas.

"Gaspar" es el último cuento y pinta a un grupo de niños, que ven interrumpidas sus rutinas de juegos en la vereda cuando se les aparece un anciano de aire patriarcal que los asombra con el inagotable relato de aventuras fantásticas que saltan desde el Matto Grosso a la China, de Rusia a Alaska con el vértigo de batallas y plagas de langostas que les abre la imaginación, los sueños y las pesadillas. Tres microcuentos cierran estos "Incontables" que ya perfilan el mundo de Pedro Lemebel que refulge irrepetible en el panorama literario del continente.

en 1988, lemebel y francisco casas, "Las yeguas del apocalipsis", irrumpieron en una premiación al poeta raúl zurita.

en el año 1996, Pedro lemebel leyó en la radio tierra sus crónicas de la periferia.


"Incontables"

Pedro Lemebel

96 páginas

$ 10.900


Leer a Pedro

Conocí a Pedro Mardones a finales de los setenta; para ser honesta, lo robé de otro taller que funcionaba en el secretismo propio de aquellos años. Lucho Hermosilla, creo, fue quien me habló del lugar y nos dejamos caer a oír las escrituras que allí había. Por entonces robábamos gente para armar un grupo de trabajo en la fragilidad del momento. Pedro me siguió y junto a Elena O'Brien, Sonia Guralnik y Lucho Hermosilla deambulamos en la búsqueda de futuros integrantes del taller. Yo era estudiante de Literatura y Pedro Mardones un agudo profesor de Artes Plásticas. Nos burlábamos de nosotros mismos y de los demás y no hablábamos de política ante nadie.

La homosexualidad era un cuchicheo a las espaldas que les dábamos cuando la mirada barría nuestra precariedad de zapatos con cartones para disimular el hoyo de la suela, cuando Pedro se burlaba de mi único abrigo gastado de piel de conejo, cuando buscábamos su bolso preciado de "cuero legítimo" que siempre se perdía en alguna parte. Leíamos como posesos, tomábamos café, té y finalmente agüitas de hierbas encontradas y robadas en antejardines cuando nos quedaba nada más. En Bellavista 0303 compartimos mi biblioteca de literatura española y recitamos a Fray Luis de León hasta la parodia, subrayamos una vez más nuestras Rayuelas y decodificamos las imágenes que sonaban tan lindas y eran terribles de García Márquez. Eso de "raspar las rémoras de naufragios" que traía un muerto con cara de llamarse Esteban a Pedro lo enloqueció, hablábamos hasta agotar el toque de queda esa noche sobre las posibilidades de un lenguaje que parecía tan bonito en su sonido y que, sin embargo, hablaba de cosas asquerosas y terribles. Creo que esa vez fue la primera en que Pedro alucinó con los conceptos del tremendismo y con lo que había significado en la cultura escrita la primera y segunda guerra. Yo le mostraba textos, él me hacía descubrir a Munch. Peleábamos porque yo encontraba muy cursi a Klimt y él hallaba latero a Eduardo Mallea. El machismo de Bukowski nos asqueaba, pero era motivo de largas discusiones el inicial apoyo de algunos de nuestros poetas favoritos a los nazis.

Hubo noches en que desfallecimos sobre el único sillón y su despertar atolondrado al amanecer era para salir a buscar un teléfono público para avisarle a su madre que todo estaba bien. Recorrimos talleres buscando escritores y escritoras que nos inquietaran, fuimos a fiestas de toque a toque donde usamos "tu rubio momia", según él, para comernos todo lo que estaba a nuestro alcance y llenar nuestros bolsos para después. Teníamos hambres de múltiples orígenes y, en la de verdad, muchas veces nos fuimos a tomar la sopa de Fray Andresito, donde nos llamaban "los estudiantes", previo moño apretado que me hacía, porque las rubias no debíamos disputar la sopa a los mendigos, que por entonces no se denominaban "en situación de calle".

Por entonces, Pedro escribía poesía. En el Taller Soffia, leía sus poemas extensos entre las narrativas de la mayoría y tejía complicidades con Patricio Mardones escribiendo "hacia abajo y no para el lado". Pero sus poemas contaban historias y se indignaban cuando le enrostraban el parentesco con la tradición española, salvo cuando lo calificaban de "lorquiano". Empezó a escribir escenas en papelitos, libretas, boletos de micro. Yo se las transcribía a máquina con copia para mí y luego se las llevaba para escribir en sus bordes y rearmar las historias. Así empezó a leer cuentos inquietantes donde la mayoría criticaba sus personajes "tan poco literarios" y otras aplaudíamos con entusiasmo sus viejas de ojos ligosos, sus madres-guerrilla, sus pascueros pedófilos.

Por Amelia Carvallo A.

Lemebel vendía en Bellavista, sobre un pañito, estos siete cuentos hechos trípticos, primorosamente envueltos en sobres de correo postal.

DAVID CORTéS/AGENCIA UNO

El cuento favorito de Lemebel fue el que tituló "Ella entró por la ventana del baño", como la canción de Los Beatles.

david cortés/agencia uno

DAVID CORTéS/AGENCIA UNO

Prólogo de "Incontables", por Pía Barros

Marga Marga: entre el desarrollo urbano y las grandes inversiones Limache: el año clave para conseguir un triunfo en sus demandas ambientales y mantener la identidad comunal

PROVINCIA. La lucha contra la centralización regional y el acelerado crecimiento son parte de los desafíos de las comunas de Quilpué, Villa Alemana, Limache y Olmué para 2019.
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Con el proyecto eléctrico Cardones-Polpaico a casi terminar, la oposición a la central a gas Los Rulos se convertirá en 2019 en el principal caballito de batalla de la Municipalidad de Limache en sus ansias de continuar defendiendo la identidad sustentable que la actual administración ha ido tejiendo en el último tiempo.

Consciente de aquello, el alcalde Daniel Morales (RN) sabe que cuenta con el apoyo de buena parte de la comunidad -reflejado en las marchas masivas que se han convocado en la comuna-, que también se opone a la construcción de la termoeléctrica. Sin embargo, también sabe que, pese a que se trata de la ciudad que él dirige, escapa de sus manos rechazar la instalación de la central y por ello aboga por una decisión política.

"El 2019 será un año clave, pero también cada día que pase. Esta es una lucha permanente y de largo aliento, porque nuestro único afán es demostrar -y creo que así ha quedado establecido- que esta es una inversión que no tiene ningún sentido", dice el alcalde, quien, a la vez, reconoce que "este es un proyecto que medioambientalmente no es compatible con el desarrollo de la ciudad y que incluso es atentatorio contra la identidad de Limache". "Nuestro patrimonio de ciudad se va a ver fuertemente afectado con la construcción de esta termoeléctrica", admite.

Por eso, el alcalde insiste en que para el año venidero continuarán presentando solicitudes e impugnaciones ante los organismos competentes para encontrar algún respaldo a su oposición. Esto, porque además el municipio -al igual que el de Quilpué- se encuentra en medio de la actualización de su Plan Regulador, donde precisamente quieren potenciar la imagen de una comuna sustentable.

"La identidad de nuestra ciudad es clave, por eso en 2019 queremos potenciar el sector verde que tiene Limache a través del presupuesto municipal. La gente nos opta por ser una ciudad que ofrece calidad de vida y lo que nosotros tenemos que tratar de hacer es mantener y potenciar dicha cualidad, pese a que existan proyectos que atenten contra eso", dice Morales, quien precisó que el nuevo plan está en manos de la Seremi de Medio Ambiente y prontamente será puesto a exhibición de la ciudadanía interesada.

Y en materia de inversiones, la comuna también tiene altas expectativas. Por un lado, ya consiguieron los recursos para la construcción del Cesfam, la nueva Escuela Limachito y la Tercera Compañía de Bomberos. Y por otro lado, en 2019 esperan obtener las aprobaciones definitivas para construir dos puentes -en calle Colón y el sector Los Leones-, además de concretar el proyecto habitacional Valle de Limache.


Quilpué y el plazo definitivo: terminar Carozzi y acelerar proyectos emblemáticos

Para nadie es un misterio la ambiciosa cartera de proyectos que hace algunos años definió la Municipalidad de Quilpué: remodelar el ex Teatro Velarde, construir un moderno complejo de piscinas en la Villa Olímpica, actualizar su Plan Regulador Comunal, habilitar la exfábrica Carozzi como nuevo edificio consistorial y recabar la mayor cantidad de antecedentes para postular a El Belloto como comuna, entre otros.

Una serie de iniciativas que, sin embargo, no todas se han podido concretar en los plazos deseados en un comienzo. Por lo mismo, al interior del Concejo Municipal no sólo ven el 2019 como un año clave para finiquitar todos los proyectos emblemáticos de la comuna, sino que incluso como el plazo fatal para su concreción. En esa línea, los concejales Renzo Aranda (DC) y Viviana Núñez (UDI) coincidieron en que, de todas las iniciativas, la aprobación del PRC, la inauguración definitiva del edificio consistorial y avanzar en infraestructura deberán ser prioridades en 2019.

"Creemos que es importante que a mediados del próximo año el edificio esté terminado. Se hizo un gran esfuerzo, ya que tuvimos muchos problemas con empresas que dejaron las obras a medias", señaló Núñez, quien al mismo tiempo expuso que Quilpué debiese proponerse ser la comuna más segura de la región el próximo año.

"Ese debe ser el principal desafío de la ciudad y para ello debe haber un trabajo en conjunto entre las policías, el municipio y los vecinos. Nosotros tenemos que darle a las policías las mejores condiciones y por eso la subcomisaría de El Belloto Sur debe ser prioridad también, ojalá iniciando su construcción en 2019", dijo la edil.

Para el concejal Aranda, en tanto, la independencia de El Belloto debiese estar dentro de los grandes proyectos el año entrante. "Durante 2019 debiera haber más antecedentes del proceso de estudio y factibilidad. Veo voluntad política, pero aún falta que los procesos se completen y respalden la posibilidad de que El Belloto en un futuro no muy lejano se convierta en comuna", sostuvo el edil, quien también coincidió en que los proyectos emblemáticos de Quilpué debiesen dar un paso más concreto para su futura concreción.

"La mayor gestión que debemos realizar y apoyar es encontrar el financiamiento que permita la construcción de la nueva feria, como también que se inicien las obras en la estación Valencia, considerando la cantidad de personas que vive en ese sector de la ciudad", dijo Aranda.

La reinstalación ante la opinión pública de la histórica sequía que enfrenta la Provincia de Petorca -lo que incluso motivó la creación de un plan de $15.600 millones en un horizonte de tres años- hizo, quizás, dejar en el olvido a otros sectores de la Región de Valparaíso que también conviven desde hace bastante tiempo con una escasez hídrica, entre ellos Olmué.

La comuna huasa fue centro de la polémica este año cuando un comunero increpó al director nacional de Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), Carlos Recondo, durante una actividad oficial en la zona. "Estar sin agua no es un chiste", dijo el olmueíno, luego que la autoridad bromeara con que el vaso de agua que había pedido se estaba demorando porque "lo fueron a buscar a Petorca".

Es justamente dicha realidad la que para los concejales Pablo Altamirano (PS) y Yolanda Pablo (RN) debe ser la prioridad para la administración local a contar del próximo año. "El principal desafío es que ojalá podamos solucionar de una vez por todas este tema. Todavía tenemos sectores altos de la comuna sin agua y con camiones aljibe municipales y de la Gobernación, siendo que 30 o 40 litros de agua por persona dos veces a la semana es algo casi inhumano", sostuvo la concejala RN, quien en la misma línea instó a que en 2019 "se terminen definitivamente las obras de la planta de tratamiento de aguas servidas, que costó casi $ 2 mil millones y que debía haber sido entregada en marzo, pero todavía la empresa que está a cargo sigue pidiendo más plazo".

Para Altamirano, la administración municipal "debiese tener un rol más protagónico y de gestor para resolver un problema básico y que está en crisis en Olmué, como lo es el tema hídrico". "Aquí se tienen que dar soluciones urgentes para que las familias puedan acceder a empalme o arranque de agua potable domiciliario. Mientras no podamos resolver eso, no vamos a tener herramientas para que la comunidad se pueda desarrollar; y allí es donde se requiere una mayor gestión por parte del municipio y que espero pueda hacerse realidad el próximo año", expuso el concejal PS.

Y es que a juicio de Altamirano, si bien se requiere de una solución más profunda, "el municipio también puede hacer proyectos que ayuden a superar esta situación". "No es que se requiera de una gran inversión. El municipio también debiese tener un interés en torno a cómo resolver o fortalecer las comunidades. Más que una gran inversión, aquí se requiere de un trabajo social", indicó el concejal.


Ediles coinciden en desafíos de Olmué: solucionar acceso al agua potable en sectores más periféricos


Villa Alemana y su "urgente" decisión sobre el crecimiento habitacional

Casi desapercibida pasó la advertencia que el año pasado arrojó el Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) 2017-2020 de Villa Alemana: la densidad en la comuna alcanza los 1.426 habitantes por kilómetro cuadrado, el mayor número de toda la Provincia de Marga Marga y muy por encima del promedio que hasta ese año mantenía la Región de Valparaíso, que es de 114 personas.

Una alerta a considerar por el municipio, que desde 2017 comenzó a dar los primeros pasos para la actualización de su Plan Regulador Comunal (PRC), que pese a estar vigente (2002), el propio alcalde José Sabat (Ind.) ha reconocido que la realidad de Villa Alemana no es la misma que hace 16 años, sobre todo en materia de crecimiento urbano.

Por ello, prontamente la administración municipal tendrá que definir cómo logrará un equilibrio entre el necesario desarrollo habitacional y la calidad de vida que actualmente goza la comuna y que le ha permitido estar en los últimos años entre los veinte primeros lugares del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU).

"Nuestra superficie comunal es tremendamente más pequeña que Limache y Quilpué, por eso la densidad es más baja. Y por lo mismo, vamos a trabajar, como siempre lo hemos hecho, teniendo una visión a futuro. Hace muchos años proyectamos tener una ciudad que fuese atractiva para vivir y hacer familia. Es por ello que siempre se está pensando en actualizar los instrumentos de planificación de la ciudad, porque Villa Alemana cambió y eso no se puede negar", dice el alcalde respecto a la carta de navegación que tendrán en esta materia el año entrante.

Sin embargo, para regular el desarrollo de la ciudad deberán contar, primero, con el apoyo del Consejo Regional para que les financie la actualización del PRC. "Necesitamos de su aprobación para comenzar con la elaboración de este nuevo plan, donde vamos a propiciar espacios de pulmón verde, que ya lo estamos desarrollando con proyectos más pequeños y otros más imponentes, como lo es el Parque la Foresta", comentó Sabat, quien en el ámbito inmobiliario precisó que "no podemos negar que se hagan construcciones, pero sí podemos normar para que no existan abusos en este tema y por eso vamos a cuidar las alturas".

Sobre las inversiones, en tanto, el desafío es mayor: conseguir $ 1.200 millones para la construcción de la plaza Las Pasionistas y la remodelación completa del entorno del tradicional Paseo Latorre, cuyo proyecto considera, además, el primer tramo de cableado eléctrico subterráneo de la comuna. "Nuestro municipio ha hecho una gestión titánica con proyectos de gran envergadura para el 2019", adelantó el alcalde Sabat.

6 de febrero de 2017, la Comisión de Evaluación Ambiental de Valparaíso aprobó la termoeléctrica Los Rulos. El alcalde de Limache, Daniel Morales, adelantó la presentación de más impugnaciones en 2019.

$ 2.000 millones es el costo de la planta de tratamiento de aguas servidas para Olmué, que debió ser entregada en marzo pasado. La concejala Yolanda Pablo espera que las obras concluyan en 2019.

1.426 habitantes por kilómetro cuadrado presenta Villa Alemana, de acuerdo al Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) 2017-2020, el mayor número de toda la Provincia de Marga Marga.