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Balance urbano del 2018: aciertos y desafíos

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El 2018 fue un año fecundo en cuanto a la discusión que rodea la temática urbana, con implicancias políticas insospechadas como lo fue la polémica en torno a la torre de vivienda social del alcalde Joaquín Lavín. A continuación haremos un repaso del año, destacando en materia urbana cuáles fueron los puntos altos en conjunto con las lecciones que dejan.

Lo primero que cabe destacar es el consenso respecto a los beneficios del metro. No cabe duda que el año 2018 fue el año del Metro de Santiago. A la materialización de la línea 6 y el avance de la línea 3, hay que destacar la nueva planificación de la red futura, que incluye la conexión de las zonas más carenciadas de Santiago, incrementándose al año 2026 en 9.000 hectáreas la superficie urbana a menos de 35 minutos del centro de la capital. Esto representa un enorme avance en materia de integración urbana. La calidad de vida y desarrollo urbano tiene directa relación con que la ciudad sea accesible para todos. Más allá de críticas aisladas que vinieron por parte de algunos diputados extraviados, hoy no hay nadie serio que ponga en duda el hecho de que la red de metro debe ser la estructura principal del sistema de transporte público en la Región Metropolitana.

Pero mientras en Santiago se invierten miles de millones de dólares en la expansión del metro y en vialidad, no puede obviarse el hecho que acá, en la región, se ralentiza la extensión del metro hacia La Calera, que hoy resulta fundamental. Por otro lado, el Gran Valparaiso parece estar condenado a depender de un sistema de buses de mala calidad, que pierde usuarios pese a las altas sumas de subsidios, con recorridos poco eficientes que saturan aún más las zonas céntricas de nuestras ciudades, con una licitación que se ha retrasado de forma crónica. Por eso, llegó la hora de diversificar los modos de transporte público en la región y optar como usuarios por la multimodalidad, lo que implica apostar por teleféricos, ascensores y tranvías, desincentivándose el uso del auto particular.

El segundo punto importante del año 2018 fue la relevancia que tuvo la discusión sobre la integración socio-urbana. Está el ejemplo del alcalde Lavín, que puso en el centro del debate la necesidad de generar proyectos de vivienda social bien localizados. A ello hay que sumar la propuesta de Ley de la Integración Social y Urbana, la cual agilizará los mecanismos del Estado para mejorar los procesos de inclusión. En el Gran Valparaíso este problema tiene una complejidad especial, debido al déficit de suelo urbanizable (dada la condición topográfica) y la falta de infraestructura para habilitar nuevas áreas de vivienda social. La falta de proyectos de vivienda social bien localizados incide en el crecimiento de los barrios informales compuestos por hogares que demandan cercanía a los centros urbanos donde está el empleo, servicios y abastecimiento. Por cierto, el problema no se resuelve con una torre, pero sí con el impulso de proyectos que permitan habilitar grandes proyectos de vivienda social en los paños con los que cuenta el Estado y con la revitalización de barrios que hoy están subutilizados.

El Tercer punto destacable del 2018 fue la reaparición de las iniciativas de espacio público de gran envergadura impulsados por el Estado, donde destacan el proyecto Paseo del Mar (Barón) y la continuación del mejoramiento del río Mapocho, entre otros. No es que en años anteriores no se hiciese nada. De hecho, durante el segundo gobierno de Bachelet se impulsaron varios parques públicos. Pero en zonas más consolidadas, nos habíamos acostumbrado a conformarnos con plazas de bolsillo y pinturas de calles, que si bien pueden ser una medida exitosa para recuperar espacios públicos de forma transitoria, no tienen impacto social masivo ni el potencial de revertir tendencias de deterioro. El desafío regional en este ámbito apunta a impulsar varios proyectos de esta escala. Sin ir más lejos, el estero de Viña del Mar o la desembocadura del río Aconcagua, en Concón, son excelentes oportunidades de desarrollo de espacios públicos de gran envergadura.

Todas las temáticas antes destacadas comparten la complicación de depender en gran medida de la gestión del gobierno central para ser materializadas, ya que el nivel regional ha demostrado históricamente tener poco músculo para impulsar iniciativas de gran envergadura.

Y es precisamente en este último punto donde está el principal desafío para la región. Como puede verse, el 2018 tuvo avances en materia urbana en ámbitos claves. No obstante lo anterior, nada de esto será posible en el futuro si la elección de gobernadores regionales no viene acompañada de nuevos recursos, atribuciones y facultades. Esto es un punto relevante. Y ahí está el principal desafío del futuro local: presionar por una descentralización en serio debe ser el principal objetivo urbano de la región este 2019.

*Integrantes Corporación Metropolítica

Marcela Soto y Marcelo Ruiz *