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ENTREVISTA. Marcelo Díaz, diputado (PS), cuestiona polémica medida anunciada por el alcalde de Quilpué:

"El toque de queda para menores no me gusta y se lo he transmitido a Viñambres, pero es su decisión"

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Paola Passig

Definitivamente, la propuesta del alcalde de Quilpué, Mauricio Viñambres (PS), de instaurar un toque de queda para menores en su comuna, no prende en el mundo progresista. Ni siquiera en uno de sus principales aliados políticos: el diputado Marcelo Díaz.

- ¿Por qué no le gusta?

- No me parece una buena propuesta. Él me ha dicho que no lo hace en su condición de socialista, sino que en su condición de alcalde, pero independientemente de eso, no me parece que sea el camino. Yo se lo he dicho, pero es él quien tiene que ponderar y decidir sobre qué va a hacer. Hay que enfrentar los temas de responsabilidad parental, pero no creo que esa sea la vía.

- Desde el Frente Amplio (FA) critican la eliminación en esa comuna de la Oficina de Protección de la Infancia.

- Justamente ahora estamos discutiendo la nueva Ley de Protección de la Infancia, que establece una oficina a nivel de los municipios. Hay que cambiar el enfoque. Pensar que los niños son responsables de su situación es no entender el fenómeno. Los niños no nacen delincuentes y, en consecuencia, es la sociedad la que debe aplicar mecanismos que permitan ofrecer oportunidades y hacerse cargo de este fenómeno. Para eso estamos haciendo una reforma muy profunda al conjunto de la institucionalidad pública relacionada con niños vulnerados. Por eso soy partidario más bien de reforzar las medidas de protección, de prevención. Ese es el camino más razonable y apropiado.

- Entonces, no está de acuerdo con el toque de queda para menores.

- No, no estoy de acuerdo. Lo he conversado con Mauricio. Él dice que lo hace como alcalde, no como socialista. Bueno, él tiene su posición.

- El diputado Diego Ibáñez (MA), cree que la postura del alcalde refleja algo así como la crisis de la centroizquierda a nivel mundial, la que, asegura, carece de creatividad apoyando medidas populistas que son el caldo de cultivo para que lleguen al poder figuras como Bolsonaro.

- El PS es parte del entorno. Hoy no hay una sola izquierda, sino que varias izquierdas. Ayer participé en un seminario con parlamentarios del FA y todos coincidíamos que una de las grandes debilidades que tiene la izquierda es la incapacidad de articular un proyecto que ofrezca a los ciudadanos un cambio viable y real. Entonces, hay una suerte de perplejidad en la izquierda de la que el PS no se puede sustraer. No creo que el PS tenga hoy todas las cosas claras, pero parecería un poco arrogante decir que alguna de las fuerzas las tiene. Si fuera así, la última elección presidencial la habría ganado alguna de las fuerzas progresistas que disputaban y la ganó Sebastián Piñera con un discurso que hoy está en duda. Hay cierta frustración con las expectativas que levantó su campaña, pero no se ve que como alternativa se levante una propuesta común de la oposición capaz de hacerle sentido a las personas. El PS debe hacer una revisión muy profunda de su identidad, de sus orientaciones programáticas, propuestas de sociedad. No creo que haya nadie hoy día que pueda decir aquí está, este es el camino, esta es la propuesta que los propios ciudadanos reconozcan como tal. De eso no escapa ninguna fuerza, incluido el FA.

- ¿Es verdad que de allendismo queda poco en el PS?

- El allendismo es el sustrato básico del PS. Si hay algo que une a los socialistas es justamente la tradición allendista, que no sólo tiene que ver con la figura de Allende, sino que con lo que él expresa. Fue parte de un proceso muy duro de reflexión durante la dictadura mientras éramos aniquilados por los aparatos de represión. Tiene que ver con la encarnación de esta idea de cambio social y de avanzar hacia una sociedad de mayor justicia y hacerlo en el seno del camino democrático. Ese sustrato sigue presente.

- ¿La oposición avanza realmente en unidad, tomando en cuenta que el PDC parece tener su propia agenda?

- Es muy curioso. Estamos viendo a un gobierno que se ha ido enredando, que no ha tenido capacidad de administrar la crisis que se abrió con el asesinato de Camilo Catrillanca, pero que a pesar de algunos indicadores económicos positivos no ha podido cumplir con su promesa de que eso va a traducirse en tiempos mejores para los chilenos. No obstante, esta debilidad del gobierno no se ha visto reflejada en un mayor apoyo a la oposición que no ha aprovechado esta debilidad para articular una propuesta que se haga cargo de esa frustración. Esto tiene que ver con que no hay una sola oposición y a que está viviendo su propio proceso de revisión de la identidad, de sus propuestas. La derrota fue tan contundente que prácticamente devastó las viejas coordenadas del sistema político. Y está bueno que así sea porque nos va a permitir hacer lo que hicimos el 2010. Esa vez fue fácil porque nos dedicamos a esperar a que Bachelet fuera candidata, pero hoy tenemos que hacer una revisión de nuestra sintonía con los ciudadanos, para que junto a propuestas sobre derechos sociales, elaboraremos un programa que dé garantías de gobernabilidad y de avance social.

- ¿Le preocupa el acercamiento de la DC con el Gobierno?

- Bueno, la acusación constitucional contra Chadwick se salvó con esto de decir que la analizará un equipo jurídico para no aparecer tan fraccionados, pero yo entiendo a la DC, quiere recuperar su espacio en el centro político para evitar el surgimiento de una derecha liberal, que desde ese lugar intenta quitarle espacio dentro de la geografía política. Pero al final uno tiene que definir si quiere ser fuerza de oposición o fuerza de gobierno. Y entiendo, porque así lo han dicho en todos los tonos, que la DC es una fuerza de oposición. Ahora, la obligación de la oposición es proponer una alternativa de gobierno y esa alternativa aún está verde.

- ¿Cómo ve la situación del ministro Chadwick en el gobierno en medio del caso Catrillanca?

- Creo que los ciudadanos ya han juzgado sobre eso. La caída dramática en las encuestas confirman que la ciudadanía lo responsabiliza a él. El Presidente lo ha blindado porque es un ministro clave y tengo la impresión que la acusación no va a prosperar. En consecuencia, hay que asumir la realidad; tenemos grandes desafíos, como la modernización de las policías, y ojalá aprovechemos estos temas para hacer un gran pacto nacional por los pueblos originarios. Para eso hay que dialogar y construir acuerdos. Como el ministro Chadwick sigue siendo el interlocutor, sería un infantilismo absurdo decir "no hablamos más con Chadwick".

"Soy partidario de reforzar las medidas de protección y de prevención. Ese es el camino más razonable y apropiado""