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¿Sienten las empresas?

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Alfonso Salinas, PhD

Gerente Sostenibilidad

GNL Quintero

Es una pregunta rara, retórica. Muchos dirán que no corresponde. Que no son organismos de beneficencia, que no es su función. Que su rol es más frío y práctico. Ganar dinero por una parte, satisfacer con sus productos y servicios necesidades concretas, y dar trabajo. Así cumplen su función social. Otros, más críticos, dirán que no sienten porque su único interés es el lucro, y que eso las enceguece frente a cualquier consideración moral. Así, no trepidan en pasar por sobre comunidades y medioambiente para saciar su ansia mercantilista.

Es difícil, quizás imposible, convencer de la opinión ya formada. Pero las empresas no son entes abstractos, llenos de máquinas y autómatas. Quienes las administran y operan son seres de carne y hueso, con virtudes y defectos. Tampoco son prisioneras de oscuros dueños que dictan órdenes implacables. La empresa, como organización humana, es el resultado de ese conjunto de seres que pone parte de su vida diaria para hacerla funcionar. Y por mucho que exista una cultura de rentabilidad y eficiencia, es innegable que los individuos que -como en la canción de Los Prisioneros- mueven las industrias, tienen valores y sentimientos. La preocupación por hacer las cosas lo mejor posible, incluye el cada vez mayor compromiso por no dañar el medioambiente y sentir empatía por la comunidad aledaña, junto con preocuparse por entregar un producto o servicio de calidad.

Como toda organización social, la forma de hacer empresa va mutando. En el capitalismo quien no cambia muere. Es el proceso de destrucción creativa que lo lleva a reinventarse y es fuente de progreso. Cada día la población, como clientes y trabajadores, buscará sentido en lo que consume y produce. El compromiso con la comunidad y el respeto medioambiental serán un desde.

No tiene sentido afanarse por producir algo dañino para quien lo consume, la naturaleza o la comunidad. Cada vez hay más empresas que entienden que, como con el individuo, se requiere mente y corazón. El pensador inglés David Hume lo dijo: "la mente es esclava de las pasiones". Sin pasión no puede haber genuino compromiso. Así, si usted es escéptico de la moda en pro de la sostenibilidad y la Responsabilidad Social Empresarial, le aseguro que hay empresas que lo hacen por pasión y compromiso, y son esas las que perdurarán.

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No tiene ningún sentido afanarse por producir algo dañino para quien lo consume, la

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