"La política del espectáculo quiere ahora incorporar la acción internacional del país"
"El ataque a Bachelet refleja o una ignorancia profunda de lo que hace Naciones Unidas o simple politiquería o mala fe (...) No es una ONG que opina de lo que le da en gana"."
Como una atrapante novela por entregas, la crisis venezolana parece alcanzar cada tanto puntos de máxima tensión que, sin embargo, no llegan a un desenlace, sino que dejan la historia abierta generando suspenso: protestas callejeras contra Maduro, veladas (o no tan veladas) amenazas de intervención militar por Estados Unidos, la autoproclamación de un "gobierno paralelo" por el opositor Guaidó, últimátums de gobiernos europeos para que Maduro convoque elecciones, apoyo y reconocimiento de países extranjeros a Guaidó. El último episodio fue el intento fallido de ingreso de ayuda humanitaria.
Pero la crisis venezolana no es una novela, sino una tragedia tan real como preocupante. Por otra parte, junto a la escalada desde un asunto local a regional y luego global ha corrido en paralelo la proyección del problema en la política interna de los países que han tomado partido sobre ella. Esto ha sido particularmente acentuado en Chile, con asuntos que van desde las críticas a la ex presidenta Bachelet en su calidad de Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU por no haber hecho, se dice, una condena más enérgica de Maduro hasta el anunciado viaje del Presidente Piñera a Cúcuta, Colombia, para el ingreso de ayuda humanitaria que implicaba también una presión contra el régimen venezolano.
Un duro reproche a este viaje de Piñera fue formulado por Juan Gabriel Valdés: "Este es el acto más populista que ha realizado un Presidente de Chile en la historia del país". Valdés, excanciller y exembajador de Chile en diversos países (la última vez, en Estados Unidos), actualmente se desempeña como profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y es también miembro del Comité Asesor del Secretario General de las Naciones Unidas para las mediaciones internacionales: este es un cargo ad honorem en un comité que se reúne dos veces al año para entregar opiniones al Secretario General sobre distintos conflictos a nivel mundial. Por lo tanto, Valdés no es funcionario de las Naciones Unidas. "De haberlo sido no podría dar esta entrevista", aclara. "Hablo sólo a título personal".
- Usted fue muy crítico del viaje de Piñera a Cúcuta. ¿Se reafirma en lo dicho?
- Absolutamente. Creo que el Presidente no debió jamás hacer ese viaje. El compromiso con la democracia en la región no se expresa a través de la participación del Presidente de Chile en operativos para forzar una frontera, promover la división en las fuerzas militares locales y acabar en el derrocamiento de un gobierno. Porque de eso se trataba. Lo demás es o "buenismo" o hipocresía. Un Presidente debe percibir que la ayuda humanitaria a Venezuela es algo demasiado importante como para transformarla en un espectáculo, un concierto y un intento de camiones acompañados de militantes políticos, de romper la frontera venezolana.
- Si Venezuela requiere ayuda humanitaria y no espectáculo, lo que ocurrió es que no llegó la ayuda humanitaria y el espectáculo fue un poco violento.
- Exactamente. Venezuela está en una situación de crisis humanitaria. He recibido testimonios de médicos expertos en África que me dicen que los hospitales en el país hermano están en condiciones similares a los del Congo. Maduro ha destruido completamente el país. Pero al contrario de pedirle a los organismos de la ONU que presionen a Maduro a recibir de su parte la ayuda que el país necesita, Chile decidió sumarse a un espectáculo en el que la oposición venezolana prometía cumplir con esa tarea "sí o sí". El resultado -y esto no lo discute nadie- fue darle el día 23 un triunfo de Maduro. Momentáneo quizás, pero triunfo al fin.
-Antes de este episodio, usted rechazó los cuestionamientos dirigidos contra la ex presidenta Bachelet por su actuación (o falta de actuación) como alta comisionada de derechos humanos de la ONU. ¿Por qué?
-El ataque a Bachelet refleja, sin dudas, o una ignorancia profunda de lo que hace Naciones Unidas o simple politiquería o mala fe. La organización no es una ONG que opina de lo que le da en gana. Es el reflejo de los 193 países que la conforman. Es gobernada por un Consejo de Seguridad con visiones distintas y Bachelet conduce un organismo que debe examinar la situación de derechos humanos en todos los países donde estos son amenazados, tras un examen profundo de lo que sucede. Se requiere de equipos que deben visitar cárceles, entrevistar presos, viajar por las regiones, acordar el acceso a todos, sopesar las historias de cada violación. Así funciona Naciones Unidas. En Chile, la misma gente que rajaba vestiduras porque la Comisión de Derechos Humanos de la ONU investigaba la situacion durante Pinochet y pedía su inmediata expulsión, demanda ahora que Michelle Bachelet ingrese tronante, primero -exigen- a condenar y, luego, a "hacer lo que debe hacer" como si fuera banal en un país donde hay dos gobiernos, dos parlamentos y dos poderes judiciales y donde cualquier cosa que haga va a ser manipulada por un lado u otro. Yo estoy seguro de que ella está preparando pacientemente su tarea en Venezuela. Ya lo veremos. Acabemos con la hipocresía y la tontera.
-Después de Cúcuta, también el Grupo de Lima la ha llamado a pronunciarse. ¿Era algo pertinente?
- Lo creo totalmente inadecuado y fuera de lugar. Se hace eco de una campaña chilena. Es en verdad una vergüenza que el Grupo de Lima personalice sus críticas hacia Michelle Bachelet. ¿Por qué no contra el Secretario General de la ONU? El grupo debería estar preocupado -al igual que la OEA- por haber perdido toda capacidad de hacer su trabajo diplomático multilateral. Logró su propósito -igual que el Secretario de la OEA- de cercar a Maduro. Eso es verdad. ¿Pero ahora qué? Apoya el rechazo al diálogo en Venezuela y, al mismo tiempo, desde su última reunión (por suerte digo yo) se manifiesta en contra de una invasión extranjera. O sea, no propone salida alguna. Y esto se refleja muy bien en nuestro gobierno. Porque, ¿qué quiere decir este rechazo del Presidente Piñera al diálogo en Venezuela y su mantra de que "es el momento de la acción"? Estamos tranquilos: no habla de una invasión externa.
- Bachelet condenó en un comunicado el uso excesivo de la fuerza por parte del régimen de Maduro. Se ha dicho por las corrientes oficialistas chilenas que fue una reacción "tibia". Según su termómetro, ¿es así?
-Ya lo he dicho. La derecha chilena atraviesa por un frenesí de testimonialismo democrático. Es casi para felicitarla. Nunca habíase visto tanta preocupación por el tono de las condenas. Michelle Bachelet, como Alta Comisionada de las naciones Unidas, ha condenado la violencia del Estado venezolano contra los manifestantes, la pérdida de vidas y el número de heridos, y lo ha hecho como corresponde. Pienso que ella sabe que su tarea recién comienza.
-¿Cree que la ONU debería tener un rol más activo en el caso venezolano?
-Creo que la ONU tiene un rol muy importante y dada la auto anulación de todos los esfuerzos regionales me parece que puede llegar a ser fundamental. Es algo que el Secretario General, en consulta con el Consejo, deberá valorar. El problema es demasiado duro para arriesgarse a quemar las naves en una operación que luego deje a la organización sin capacidad o sin credibilidad. Se ha ofrecido mediar, pero naturalmente con la aceptación de las dos partes y aún no existe. Llegará probablemente el momento.
- No sólo ahora, sino desde hace un tiempo usted ha criticado el estatuto de las relaciones internacionales de Chile, una especie de menosprecio de ellas que se remonta a muchos años. ¿El manejo actual sería una manifestación más?
- Me temo que sí. La degradación de la importancia de las Relaciones Exteriores en el Estado, fácilmente detectable en la caída del presupuesto de la Cancillería, la tendencia a considerar que las relaciones importantes son las económicas y las financieras y lo demás es defensa de la soberanía y los limites geográficos ha reducido la capacidad de reflexión de las élites sobre lo que constituye el interés nacional. Esto, en un mundo que se torna cada vez más interconectado, más complejo y amenazante. La política del espectáculo quiere ahora incorporar a su dominio la acción internacional del país. Y el aprovechamiento de todo y cualquier cosa para el objetivo electoral hace que no solo se esconda lo que de verdad se piensa, sino que se tienda a usar todo en beneficio de "la imagen pública".
-¿Cuáles piensa que son los pasos o la estrategia que debiera seguir Chile respecto de Venezuela?
-Venezuela está gobernada por un régimen populista que ha devenido en una dictadura. Su poder radica en las Fuerzas Armadas, que no quieren confrontarse entre sí. Altanerías, insultos y las amenazas del imperio americano no lograrán desatar el nudo. Sin embargo, el régimen de Maduro no tiene horizonte y el pueblo venezolano en las calles ha probado que quiere elecciones libres y un cambio de régimen. El drama humanitario tenderá a agravarse muy seriamente en las próximas semanas con las sanciones de los Estados Unidos al petróleo venezolano. El país no tendrá literalmente qué comer. Es una tragedia tremenda. Los países latinoamericanos deben explorar todos los caminos para abrir una conversación entre las partes, entre aquellas partes que finalmente deseen sacar a Venezuela de esta tragedia, sin caer en otra mayor como sería una invasión militar con participación de Estados Unidos. Y los venezolanos deberán acordar la única solución estable al conflicto, que es una elección general, libre y democrática, bajo la supervisión de las Naciones Unidas. A eso es lo que debe apuntar Chile.
Leonardo Rubilar/AgenciaUno