Apuntes tras la caída del Terminal 2
Tras más de una década de tironeos por un proyecto que dividió como nunca a la ciudad de Valparaíso, quizás haya llegado la hora de hacer las cosas bien. Los camioneros y los incumbentes ya han vuelto a condicionar el futuro Parque Barón a la agilización del T2, por lo que tampoco es tan claro que la cesión portuaria del espacio sea algo que se acepte de forma irrestricta. "Marché junto a estudiantes, madres con sus pequeños, funcionarias, trabajadoras, dueñas de casa y hombres (a los que por cierto nadie echó, escupió o recriminó)" El futuro de Valparaíso está en la ciudad misma, sin embargo aún existe mucho escepticismo en sus capacidades por parte de autoridades nacionales y regionales.
La salida mediante la tres veces postergada opción del way out de la empresa Terminal de Cerros de Valparaíso (TCVAL) -subsidiaria de Aleatica, perteneciente al fondo de inversiones australiano IFM, que compró OHL hace un año- del largamente dilatado proyecto Terminal 2 no sorprendió a muchos en la Región de Valparaíso y otros tantos lo han definido garciamarquísticamente como la crónica de una muerte anunciada.
El golpe que ello supone para la zona aún está por determinarse, pese a que tanto la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) y el intendente Jorge Martínez (irónicamente, uno de los primeros en levantar la oposición al proyecto en sus tiempos de privado) hablan hoy de "una nueva oportunidad" para avanzar en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) y poder licitar, esta vez de manera "limpia" y sin mayores trámites, el T2 a un nuevo interesado o al propio TCVAL, en el improbable caso de que éste opte por retractarse antes de su salida definitiva, fechada para el mes de abril de 2021.
Más allá de los argumentos técnicos o emocionales de si era o no un buen proyecto, el Terminal 2 será recordado por haber provocado en Valparaíso una división y también una mancomunión nunca antes vista por estos pagos, crispando los ánimo y generando una serie de organizaciones civiles en oposición al mismo, que, tras largos ires y venires, terminó fundiéndose en el Pacto Urbano de La Matriz, que luego se desdibujaría en una candidatura municipal aprovechada de forma más bien oportunista por el Frente Amplio.
Con todo, el T2 dejó varias cosas para Valparaíso. No pocos aplauden que el propio proyecto generó opinión (buena, imparcial o negativa) en gran parte de los porteños, quienes desde esos días comenzaron a organizarse, a entender las complejidades de la política y las siempre grises negociaciones que terminan por levantar o sepultar las ideas. Otra lección, sin lugar a dudas, es que la fuerza de la prepotencia desatada por anteriores administraciones de la EPV nunca será un buen camino y que, más allá del lobby y los millones gastados en convencer a gente que no quería ser convencida, ponerle alambre de púas (literalmente, no es ninguna metáfora) al borde costero tampoco es una buena opción y menos en los tiempos que corren.
¿Qué queda ahora, tras más de una década de tiempo y recursos perdidos? Saber cómo Valparaíso saldrá de ésta, entendiendo que volver a estudiar otras alternativas (San Mateo, por ejemplo) será un proceso tan largo y lleno de ripios como el que se acaba de recorrer y que tomar decisiones apresuradas -con el Frente Amplio y San Antonio respirando en la nuca- puede terminar en un nuevo desastre.
Por estos días, los camioneros y los incumbentes ya han vuelto a condicionar el futuro Parque Barón a la agilización del T2, por lo que tampoco es tan claro que la cesión portuaria del primer espacio sea algo que se acepte de forma irrestricta. Por lo mismo, más que hablar de "nuevas oportunidades", quizás lo esperable sea hoy un diálogo franco, como nunca antes se hizo.
Un plan para el Plan
Valparaíso es más que sus apellidos, ciudad-puerto, ciudad-patrimonial, ciudad-cultural, que de tanto nombrarlos empiezan a carecer de sentido y a veces se transforman sólo en consignas. Esos son, a mi juicio, sus atributos, y la suma de ellos hacen de Valparaíso lo que realmente es, una comuna diversa, social, productiva y culturalmente.
En efecto, además de sus 300 mil habitantes, Valparaíso acoge a cerca de 50 mil personas que vienen diariamente a trabajar o estudiar. Muchas de ellas tienen su origen en esta ciudad, y por diversas circunstancias hoy viven en otras comunas. Esa diversidad de gente, su identidad cultural, sus universidades, su actividad portuaria, y tanto más hace que Valparaíso tenga una identidad fuertemente reconocida, que es su principal capital social y económico.
El Plan de Valparaíso es el principal punto de encuentro de los que vivimos acá, los que vinieron a estudiar desde otras regiones, los que vienen a trabajar desde otras comunas, los que nos vistan de otros países. Aquí están los principales espacios públicos, el transporte, las universidades, el comercio, las oficinas, etc. Este es el lugar donde se encuentran todos sus habitantes, es la plaza de todos.
Por eso, aquí en el Plan, es donde radican parte importante de los anhelos que todos tenemos para la comuna, y donde están sus principales conflictos, desde el creciente comercio ambulante hasta la recientemente fallida extensión portuaria frente a la ciudad. Como consecuencia, tiene una crisis de despoblamiento y abandono acumulada por décadas
El Plan requieren con urgencia una intervención que aumente su población actual y su actividad comercial, lo que significará, sin duda, más y mejores empleos. Mejorar las condiciones de la ciudad es mejorar la calidad de vida de las personas. El mejoramiento de sus principales avenidas y plazas, junto con la actualización del Plan Regulador permitirá acoger aquellas familias que hoy no tienen opciones atractivas en la comuna. A su vez, la incorporación del borde costero en Barón como un espacio abierto a la ciudadanía, contemplando espacios públicos e infraestructura de calidad, lo transformará en la extensión natural del Plan hacia el mar, ofreciendo nuevos y mejores atributos para ayudar a recuperar social y económicamente la comuna.
Estos desafíos no son fáciles, se requieren intervenciones mayores, con una visión global e integrada que comprometa recursos públicos e incentive la inversión privada. La caída del Terminal 2, que llevaba una década de incertidumbre sobre su ejecución, es también una oportunidad para llevar a cabo un plan de desarrollo portuario que sea coherente con el desarrollo de la ciudad y potencie sus otras actividades económicas.
El futuro de Valparaíso está en la ciudad misma, sin embargo aún existe mucho escepticismo en sus capacidades por parte de autoridades nacionales y regionales. Contar con un plan para el Plan permitirá, desde mi punto de vista, quebrar su larga tendencia de empobrecimiento y frustraciones, transformándolo en su principal capital de desarrollo económico, dando un impulso a la reactivación de la ciudad, y mejorando la calidad de vida de todos quienes viven y ocupan Valparaíso.
Todas las voces… todas
Carolina Muñoz Rebolledo tenía 42 años. Murió de un disparo. Lo recibió mientras iba a buscar a su hija de ocho años al colegio. La niña vio la escena. Carolina murió a manos de su ex pareja. Carolina fue el décimo femicidio de un 2019 que apenas comienza su tercer mes.
El asesinato que llevó la fatídica cifra a los dos dígitos ocurrió en Quintero, localidad que ha ocupado la primera plana noticiosa de los últimos meses junto a una particular denominación: "zona de sacrificio". A veces hay coincidencias que parecen una mala broma del destino.
En paralelo muchos -y también muchas- siguen deseándonos "feliz" día; los más "jugados" hasta se animan a regalar cajas de chocolates en pleno parlamento.
Las redes sociales se llenan de posteos que cuestionan la denominación de 8M para conmemorar el último día de la Mujer, por considerar la fórmula más apropiada para designar grandes desastres "que sí estén a la altura de una tragedia" como el 27 F o el 11S. Incluso autoridades del mundo académico, tildan de exageradas las demandas del movimiento o -lisa y llanamente- de ridículas.
Ciertos personajes públicos han centrado el debate -desde un tono bastante academicista- en los distintos tipos y teorías en torno al feminismo, refiriéndose en detalle a las diversas corrientes y sus muy disímiles postulados. Y finalmente, no son pocos los que han dado un uso instrumental de las demandas mientras les añaden apellidos vinculados a ciertos sectores políticos
Este viernes fui a la Plaza Sotomayor con un grupo de académicas de distintas universidades de la V Región tanto públicas como privadas, de las más diversas carreras y orientaciones ideológicas. Marché junto a estudiantes, madres con sus pequeños, funcionarias, trabajadoras, dueñas de casa y hombres (a los que por cierto nadie echó, escupió o recriminó). Todo lo que escuché eran frases como "que todo el territorio se vuelva feminista", "puede ser tu hija tu madre o tu hermana, esa que asesinan, violan y maltratan", "todas somos Carolina", etc. La invitación era abierta, nadie sobraba.
No estoy desconociendo la existencia de diversas corrientes feministas, ni tampoco postulando una suerte de choque de civilizaciones al más puro estilo de Huntington entre hombres y mujeres. Nos toca poner la música, pero a este baile estamos todos y todas invitados.
La construcción es -y debe- ser colectiva. Es un proceso, qué duda cabe, pero necesitamos concientizar y legitimar. Porque en un país donde las mujeres ganan el 30% menos que los hombres; llegan del trabajo a asumir las tareas del hogar; se desempeñan casi en forma exclusiva como cuidadoras de sus padres en la vejez, hijos o parientes con necesidades especiales; ahorran lo mismo y reciben pensiones 15% más bajas que los varones; son castigadas por los planes de salud; han sido acosadas u hostigadas al menos una y probablemente varias veces en su vida; y un largo etc. que con no mucha dificultad usted puede seguir enumerando… la sociedad toda es la que necesita sumarse.
Este viernes lo que se escuchó fue un grito de mujeres y hombres muy diferentes, pero que fueron capaces de unir sus voces a coro por un objetivo común y superior a los troleos y odiosidades que muchas veces nos impiden ver lo realmente importante. Este 8M (sí, porque la cifra de femicidios en Chile es una tragedia) no fuimos el árbol, fuimos el bosque.
Juan Carlos García
Arquitecto
Fabiana Rodríguez-Pastene
Profesora Escuela de Periodismo UAI