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ENTREVISTA. Thomas Cushman, sociólogo norteamericano:

"Vivimos en una época de la antiilustración; todo el mundo vive en sus propias tribus"

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Paola Passig

Un mundo virtual dominado por las emociones, con redes sociales inmersas en flujos de odios, posverdad y fake news, y donde el rol de los periodistas se desdibuja en la defensa de una sociedad que fomenta la fragmentación identitaria. Esa es la visión que tiene Thomas Cushman, doctor en Sociología, profesor en Deffenbaugh de Hoyos Carlson en Ciencias Sociales y de Sociología en el Wellesley College, y editor de revistas académicas, quien visitó Valparaíso invitado por la Fundación por el Progreso (FPP), donde analizó la libertad de expresión, corrección política y la censura en universidades.

- ¿Cómo se encuentra la libertad de expresión es un mundo altamente tecnologizado?

- Es irónico. Se suponía que con la tecnología, internet, las redes sociales íbamos a tener una mejor información, pero, irónicamente, se ha transformado un nicho para más discursos de odio, de mala calidad, de noticias falsas . Entonces por una parte es bueno porque le ha dado voz a quienes no la tenían, pero también a quienes buscan hacer daño. Antes había cierta profesionalización de las comunicaciones y ahora todo el mundo escribe, lo que no necesariamente es bueno si no es con odiosidad o no es verdad.

- ¿Ha aumentado la incapacidad de escuchar otros discursos? ¿Se generan vetos ideológicos en universidades de EE.UU.?

- A mí me pasa eso. Tenía un proyecto basado en la expresión y en la heterodoxia, donde muchas voces se unen, y a través de las redes sociales empezaron a atacarme porque mis ideas eran distintas a lo que querían escuchar. Presionaron, especialmente desde twitter, que es algo así como el infierno de las comunicaciones porque existe un discurso de mucho odio. Finalmente los estudiantes presionaron a la universidad para que ésta me presionara.

- ¿Por qué se genera este discurso de odio en redes sociales, especialmente en Twitter?

- Internet se plantea a sí mismo como una plataforma de información y en realidad lo que pasa en las redes sociales es que no se produce una discusión intelectual, sino que una discusión de emociones. Las personas no contribuyen con información, sino con flujos de sentimientos y emocionalidad. La gente se siente sola y a través de la emocionalidad se comunica con los demás. En sociología las emociones se dividen en positivas y negativas y suele pasar que los sentimientos negativos son más fáciles de apelar que los positivos. Lo que pasa en las redes es que, sin ningún control y ningún tipo de racionalidad, se empiezan a cultivar olas de negatividad que van creciendo y en vez de buscar las ideas, todo se lleva a un "nosotros contra ustedes". Es un patrón que se repite en el mundo, aunque con particularidades. Los discursos de odio son más fáciles de cultivar porque no son personales, no requieren estar frente a la otra persona. Se produce el efecto de un coro rabioso. En cambio los sentimientos más virtuosos o positivos requieren de un contacto personal. Es difícil cultivar amor en redes sociales.

- ¿Por qué la gente saca estos sentimientos negativos en las redes?

- Hay algunos usuarios de redes que usan lo que se llama la capitalización de los sentimientos y que es que se toma un sentimiento que se sabe le molesta o le gusta a mucha gente, se capitaliza, se genera un público, generas una masa enojada y con eso elevas tu estatus . Eso es lo que hacen muchos políticos que sacan una noticia o un personaje que no les gusta, cultivan el odio sobre ese personaje, capitalizan la historia en un juego emocional y esa masa enojada capitaliza ese sentimiento para subir el estatus. Eso alimenta la posverdad. Con esto ya no importan los hechos, los datos, no importa si la gente vive mejor o peor que hace 100 años, lo que importa son las historias y lo que importa son las emociones. No importa si es verdad o mentira.

- Vivimos entonces en un mundo dominado por las emociones…

- Es un mundo que se vuelve emocional y la gente canjea emociones como si estuviera canjeando plata. En EE.UU. hay un montón de grupos que son víctimas y que compiten entre sí respecto de cuál tiene la historia más triste o quién está más a la deriva socialmente. Y si no estás de acuerdo con ellos, aunque estén victimizándose por algo que pasó hace 300 años, puedes ser considerado racista, homofóbico, etc. Las distintas identidades de EE.UU. han hecho que la sociedad se haya fragmentado. Por ejemplo, los grupos LGBT han tenido una vida súper difícil, pero quienes lideran estos grupos son, por lo general, universitarios con una calidad de vida muy por sobre el resto de la gente, y se dividen entre ellos para ver cuál tiene la identidad más importante. Es desde este lugar que nace la censura en EE.UU. Eres primero tu identidad y después eres persona.

- En una sociedad en que se ha instalado la posverdad, las fake news, en una sociedad sobreinformada y desinformada a la vez, ¿cuál es el rol de los periodistas?

- En EE.UU. los periodistas se han puesto de parte de esta cultura fragmentada. Yo respeto mucho a los periodista, no me gusta Trump y las fake news, pero siento que han perdido el sentido de realidad y la imparcialidad. Como las audiencias se han achicando, cada medio, de acuerdo a su impronta política, le dice a su audiencia lo que quiere escuchar. Hay una crisis de la responsabilidad de los periodistas.

- ¿Cómo influye este proceso en la actividad política?

-Hay una suerte de guerra cultural que ha provocado que en EE.UU. no se habla de ser de izquierda o derecha. Hay muchas sensibilidades. Y esto incluso ha dividido a la familia. Antes las familias podían ser conservadoras o liberales, ser de izquierda o derecha y estaba bien . Hoy como se ha llevado todo hacia la emocionalidad, las cosas no son ideas, sino que es un quién eres tú. En política pasa lo mismo y se ha perdido el centro racional.

- ¿La irrupción de personajes como Trump o Bolsonaro presionan a los periodistas a abanderarse? ¿Tiene esto un impacto en la forma en que se informa?

- La mayoría de los periodistas son de centro o de izquierda. Odian tanto a Trump que su actitud al levantarse no es decir "¿qué va a decir la presidencia hoy?" sino que levantarse y pensar "¿qué cosas malas podemos decir del Presidente?". Es una actitud irresponsable. Y si bien Trump no es la persona más amable, y hay mucha gente que lo odia, hay mucha gente que votó por él. Existe una multitud silenciosa que jamás dijo que iba a votar por Trump y lo hizo. Eso se llama la falsificación de la preferencia. Y hay lugares donde es mejor quedarse callado.

- ¿Cuál es el peligro de que la información se "emocionalice"?

-Cuando metes la emoción en un discurso es imposible que conviva con la racionalidad, y en general se trata de las emociones más malas. Vivimos en una época de la antiilustración porque todo el mundo vive en sus propias tribus. No es que vayamos a volver a la época de la guillotina, pero sí la tecnología está fomentando las emociones negativas y la gente que no quiere participar en el discurso del odio se vuelva más introvertida, se retrae.

- Mientras más informados, más solos.

- Se llama la multitud solitaria. La gente está en todas partes junta, pero sola. Estas hordas de sentimientos negativos provocan que mientras más te metas en redes sociales más ansiedad y depresión se genera. Mucha gente deja de lado la libertad de expresión por la inclusión.

"Una encuesta arrojó que al 52% de los jóvenes le importaba más la diversidad y la inclusión que la libertad de expresión. En la teoría los valores son todos lindos, pero en la práctica hay una batalla de valores" "Los discursos de odio son más fáciles de cultivar porque no son personales, no requieren estar frente al otro. Se produce el efecto de un coro rabioso. Los sentimientos más positivos requieren un contacto personal""