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Se inaugura muestra con 51 trabajos de la destacada artista nacional Roser Bru

ARTES PLÁSTICAS. La exposición se podrá visitar hasta el 15 de junio en la Sala Viña del Mar.
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Para el 3 de septiembre de 1939, Roser Bru tenía sólo 16 años. Ella, junto a otros dos mil españoles y fracción, ese día desembarcaron en Valparaíso desde el Winnipeg en calidad de refugiados políticos, tras la instalación de Francisco Franco como dictador en España.

Ese mismo año, la artista nacida en Barcelona ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Santiago, donde realizó estudios libres de acuarela, dibujo y pintura hasta 1942, siendo discípula de Pablo Burchard e Israel Roa. Cinco años después se sumó al Grupo de Estudiantes Plásticos junto a otros artistas de su generación como José Balmes -quien también llegó en el Winnipeg con 12 años-, Gracia Barrios, Guillermo Núñez y Gustavo Poblete, entre otros.

Una década después, específicamente en 1956, Roser Bru se convertiría en cofundadora del Taller 99. Impulsado por Nemesio Antúnez, éste tenía como fin transmitir a los artistas ya formados, los principales conocimientos adquiridos en Francia y profundizar en las distintas técnicas del grabado, y trabajar colaborativamente en el ámbito.

Reconocida trayectoria

En esa época, la artista ya empezaba a hacerse un nombre en las artes plásticas. Ese mismo año ganó el primer premio de pintura del Salón Oficial de Santiago, así como una mención honrosa en la sección dibujo y grabado de la misma competencia.

Dos años después alzaría el primer premio de Grabado y Dibujo del Salón Oficial de Santiago, repitiendo la hazaña al año siguiente y en 1968 obtuvo el de Grabado en el VIII Festival de Arte de Cali, Colombia (1968), por nombrar algunos concursos. En 1995 fue condecorada por el Rey Juan Carlos I de España con la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica, y 20 años después se hizo merecedora del Premio Nacional de Artes Plásticas que entrega el Gobierno de Chile.

Galardones que se suman a la Medalla al Orden del Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, otorgada en 2004 por el entonces Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, hoy Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Su más reciente galardón es de 2018 y se trata de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes de España que le dieron a quien se desempeñó como profesora de dibujo y pintura en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Chile (1964 - 1968).

Premios que sólo vienen a dar cuenta de la gran calidad artística de la catalana, quien se ha destacado tanto en dibujo como en pintura y grabado. Precisamente esta última técnica es la que la trae a la región con una muestra denominada "Roser Bru, navegante transoceánica" que se inaugura hoy en la Sala Viña del Mar.

La muestra es organizada por la Corporación Cultural de Viña del Mar en conjunto con el Taller 99 -donde la artista sigue compartiendo con las nuevas generaciones-, y tiene como objetivo difundir el trabajo de la creadora. "Consideramos una verdadera urgencia para el devenir cultural de nuestra sociedad reconocer e incorporar a nuestra identidad los valores contenidos en la vida y obra de nuestros maestros. Es de esta urgencia que testimoniamos nuestra afortunada experiencia de compartir con la notable Roser Bru", destaca Isabel Cauas, editora del libro "Roser Bru, obra grabada".

Recorrido por su obra

Son 51 trabajos los que se exhibirán en la Ciudad Jardín, que abarcan variadas temáticas desde objetos inanimados, hasta escenas figurativas de parejas, citas a personajes como Federico García Lorca, Frida Kahlo, Franz Kafka, Antonio Machado, Rimbaud y Calderón de la Barca, así como un autorretrato. No podía estar ausente la sandía, que es uno de los elementos recurrentes de su obra.

"Trabajo con la sandía como cuerpo herido, cuerpo femenino de modificaciones: círculo, triángulo calado con un cuchillo. Dolor y vida. Antigua fertilidad del triángulo, siempre señalando a la mujer", ha dicho al respecto Roser Bru, quien ha comentado sobre su forma de trabajar que "las ideas me vienen como un relámpago, con urgencia. Entonces ataco directamente la superficie. El dibujo me fundamenta. Emprendo la acción y el color general. A veces, el trabajo se apodera de la idea y hay que escucharlo, da voces".

El trabajo de la artista se puede dividir en dos etapas. La primera es de 1960 a 1973 y es denominada por Adriana Valdés como "materias", e influenciada por el Románico Catalán, la obra de Antoni Tàpies y por sus viajes a Barcelona, ciudad a la que volvió tras casi 20 años de ausencia. En esta etapa las figuras humanas son dadas en pocos trazos simples, son figuras monumentales y seres ausentes de mirada, por lo general sumidos y ajenos.

En el segundo momento (1973- 1988), "Desmaterializaciones", las pinturas van transformándose en lo opuesto: de grandes cuerpos sin mirada van haciéndose cuerpos esfumados, ausentes y transparentados. También comienza a incorporar nombres, números y hasta incluye fotografías identitarias, esto marcado principalmente por los hechos políticos de Chile en el momento.

Posterior a 1988 su obra comienza a combinar los motivos de sus periodos anteriores, incorporando también nuevos temas y técnicas, maneja retratos, noticias, documentos, fotografías, etc. Utiliza también ciertos elementos que se vuelven recurrentes en su obra, como el pan y la sandía.