Recientemente tuvo lugar en Ciudad de Panamá la 71° Asamblea Mundial y Conferencia Internacional de la Organización Mundial de Educación Preescolar (OMEP), encuentro que reunió a cientos de profesores y especialistas de los cinco continentes y de las más variadas disciplinas.
Uno de los temas centrales sobre los cuales giraron las discusiones y los análisis a los que convocó esta cita fue la necesidad de promover y visibilizar la participación de los niños en la vida cultural de las comunidades, como derecho y elemento de pertenencia e identidad esencial de la infancia, en concordancia con los principios que la Unesco ha establecido para afianzar la denominada Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS).
Entre los asistentes a la asamblea figuraron las académicas chilenas Gudrun Marholz Aránguiz y Carolina Henríquez Lang, docentes e investigadoras de las escuelas de Educación Parvularia y de Nutrición y Dietética de la Universidad de Valparaíso, quienes allí expusieron los resultados de un proyecto que dichas unidades ejecutaron en conjunto con el Centro Agroecológico El Vergel de la UV titulado "Huertos urbanos: resignificando el contacto de niños y niñas con la naturaleza", que precisamente se orientó a impulsar los objetivos descritos.
La iniciativa recibió positivos comentarios de parte de sus pares, por la manera en que ésta abordó el desafío de propiciar el compromiso y la responsabilidad con la infancia al interior de una comunidad específica, que en este caso correspondió a la comuna de Quillota.
"Los aprendizajes relacionados con la sostenibilidad deben ser construidos de forma constante durante toda la vida de las personas y en particular en la infancia temprana, que es cuando se generan las bases del conocimiento y de los comportamientos futuros. En este sentido, nuestro proyecto buscó promover en los niños y niñas de ese sector la adopción de hábitos de vida saludable, propiciando en ellos una relación de responsabilidad hacia la naturaleza, como parte de un trabajo colaborativo e interdisciplinario en el que intervinieron educadoras de párvulos, nutricionistas e ingenieros agrónomos", explica Gudrun Marholz.
Bienestar y satisfacción
La Educación para el Desarrollo Sostenible no es algo nuevo. Como concepto y línea de acción surgió a fines de la década de 1980, de la mano de las corrientes ecologistas que hasta hoy postulan la protección y conservación del medioambiente, junto con la aplicación de una economía sustentable como factores clave de una transformación destinada a instaurar una sociedad de bienestar global.
Se trata de un paradigma que apunta a generar habilidades, actitudes y valores que orienten e incentiven a cada ser humano a visibilizar problemas locales y globales y disponer para ellos soluciones colaborativas, con participación democrática para vivir y convivir de un modo sostenible.
"La EDS se propone lograr el bienestar y la satisfacción de las necesidades de las generaciones actuales y venideras, pues se sustenta en la comprensión de que las acciones y el comportamiento que ahora tenemos tendrán consecuencias para nuestro planeta y para todos quienes lo habitamos", precisa la profesora Carolina Henríquez.
Postulados
Para cumplir con estos predicamentos, este modelo propone diseñar programas y proyectos educativos cuyos contenidos promuevan la responsabilidad en el manejo de la energía y los recursos naturales; adviertan sobre los riesgos de los desastres naturales, y enfaticen en la importancia que tienen la producción y el consumo de alimentos saludables.
"La EDS postula centrar el proceso educativo en los propios educandos, mediante prácticas que propicie la exploración y la acción. En definitiva, le reconoce a la práctica pedagógica un rol potenciador de las personas -y por cierto de los niños-, para fomentar en ellas el compromiso y la capacidad de transformar la sociedad de la cual somos parte", afirma la docente de la Escuela de Educación Parvularia de la UV, Gudrun Marholz.
Excelente herramienta
Los huertos urbanos son una buena herramienta para responder a los aspectos planteados, por ser espacios que integran a diferentes miembros de una comunidad, mejoran el entorno, posibilitan pensar en una dieta adecuada e impulsan diversas aptitudes en pro del cuidado del medio natural. Además, dadas las características de la sociedad actual, facilitan el contacto directo con animales, plantas y ecosistemas, el que muchas veces es reemplazado por realidades virtuales.
"Por lo tanto, cuando se habla de una educación de calidad se debe pensar también en la EDS, de modo de generar aprendizajes en profundidad que logren la transformación de la sociedad, pues quienes se educan desde esta perspectiva adquieren las competencias para tomar decisiones y buscar soluciones responsables, actuando en beneficio de la integridad del entorno natural, social y cultural", concluye la docente de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UV, Carolina Henríquez.
Huertos urbanos
El proyecto de huertos urbanos que la Universidad de Valparaíso ejecutó en Quillota fue financiado por el Ministerio de Desarrollo Social y contó con el respaldo del municipio local. Estuvo dirigido a los nueve jardines infantiles VTF de la comuna y en él participaron 442 niños y niñas. Se desarrollo durante los años 2017 y 2018 con el fin de aportar a la adopción de hábitos de vida saludable, propiciando la relación de estos pequeños con la naturaleza.