La política local: ¿Estamos en la B ?
Omar Jara Aravena , Presidente Corporación Idea Región
Hace unos días, más precisamente en la editorial del miércoles 2 de octubre de El Mercurio de Valparaíso, bajo el particular titular, "Combos iban, combos venían" se daba cuenta de lo alicaída que se encuentra la actividad política local. Se ilustraba esta realidad con un par de ejemplos, que no hacían más que refrendar el duro momento por el que atraviesa la discusión publica.
En esta categoría (la B, haciendo el símil con el fútbol) se encontrarían la mayoría de las instituciones que tienen por misión, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos como lo son municipios, gobierno regional y partidos políticos. Si hacemos un breve repaso de lo sucedido en la región en los últimos años, nos encontramos con fraudes en la Intendencia, acusaciones por notable abandono de deberes para alcaldes y numerosos informes de Contraloría que han terminado en el Ministerio Público.
La pregunta entonces es porqué ocurre esta situación en la región. Cuales son las razones de la devaluación de la política local. Y lo más importante, cuánto de esta mala gestión o mala política tiene que ver con los números rojos y el rezago que actualmente tenemos en materia de empleo, crecimiento económico y en la mayoría de los indicadores de desarrollo regional.
Seguramente existen variadas respuestas a estas preguntas, lo cierto es que hoy adolecemos de un proyecto estratégico común que oriente nuestro desarrollo regional. Al contrario, cada nueva autoridad se siente llamada a refundar la región -o la ciudad según sea el caso- , generalmente con desprecio a lo realizado por quienes lo antecedieron.
Cuando no hay proyecto se genera el ambiente propicio para un tipo de política, que se preocupa más de la formas que del fondo, el de las filtraciones a la prensa para dañar a un adversario o el de la descalificación a todo lo que se hizo antes. Tenemos que recuperar un espacio para un dialogo político distinto, que ponga por encima de las legítimas diferencias y aspiraciones, unas metas comunes, en donde nos hagamos cargo de aquellas cuestiones que los ciudadanos nos exigen. Más y mejor seguridad, trasporte público digno, un plan consistente para afrontar la sequía y los efectos en la región. Temas hay de sobra para construir una nueva fase de la política regional.
¿Significa esto que tenemos que estar de acuerdo en todo? Por supuesto que no. Seguiremos teniendo las diferencias propias de las visiones políticas que representamos, pero al menos avanzaremos en un diagnostico común para afrontar con urgencia los desafíos que tenemos por delante. Y eso no es poco.
Salir de la B no es fácil, a veces cuesta años. Hay que trabajar y no renunciar a la política, es algo inherente al ser humano. Sin política no hay sociedad, no hay Gobierno, no hay libertad. Pero va siendo hora de retomar el rumbo de practicar lo que el Papa Francisco llamó la buena política y eso es poner por delante de los intereses particulares a nuestra gente, a nuestras ciudades y a nuestra región.