La cuantificación de la producción de las economías se ha tornado cada vez más compleja, por la transformación digital presente en ellas. Debido a que la economía digital "está constituida por la infraestructura de telecomunicaciones, las industrias de Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones (TIC): software, hardware y servicios TIC, y la red de actividades económicas y sociales facilitadas por Internet, la computación en la nube y las redes móviles, las sociales y de sensores remotos" (CEPAL, "Economía digital para el cambio estructural y la igualdad", 2013).
Valor de la producción
La valorización de la producción de la economía digital posee aspectos difíciles de cuantificar, por ejemplo: las aplicaciones de internet que no tienen un precio de transacción, como Google y YouTube. Estas aplicaciones se usan en diversos sectores, como el comercio y la educación, contribuyendo al consumo e inversión en capital humano. Su valorización, por ende, debería considerar no sólo el impacto directo en términos de producción de TIC, sino también el impacto que ésta genera en el incremento de la producción de otros sectores, como consecuencia del aumento en la productividad.
Actualmente, existe más de un método para valorar la producción y el aporte al PIB de la economía digital, lo que genera valores disímiles. Una de estas mediciones la realiza la Fundación País Digital, a través de su Índice País Digital, el cual mide el aporte al PIB que representa el rubro de las telecomunicaciones, el de las TIC, el sector de medios y contenidos y la industria de manufactura de productos TIC. Este aporte corresponde a un 3,5% del PIB chileno, valor inferior al promedio de los países de la OCDE, que corresponde a un 5,6%. Por su parte, Accenture Chile y Oxford Economics, amplían la forma de medir el aporte de la economía digital, considerando no sólo el aporte directo, sino también el aporte a todos los sectores de la economía. De acuerdo a esta medición, la economía digital corresponde a un 22,2% del PIB de Chile y un 33,7% del PIB en Estados Unidos, la cual corresponde actualmente a la economía más digital del mundo.
Resultados obtenidos
Al evaluar el impacto de las tecnologías en el crecimiento económico de Chile se han encontrado diversos resultados.
Un primer estudio, realizado por el centro de estudios de la Economía Digital, de la Cámara de Comercio de Santiago, indica que del 6,7% en promedio que creció la economía chilena en el periodo 1985-2000, un 3,9% corresponde a Productividad Total de Factores (PTF), del cual 1,8% es aportado por capital, 0,8% por el hardware y un 1,3% por la incorporación de software.
Farías y Lever ("Effects of information technology spending on Growth and productivity in the Chilean Economy: A macroeconomic perspective", 2001), a través de la realización de un modelo econométrico, concluyen que los resultados del impacto de las TIC para Chile pueden ser diferentes a grandes economías, porque la mayoría de las empresas en nuestro país son usuarias y no productoras de TIC. Sus resultados indican que el crecimiento de la productividad se encuentra en el rango 1,2% a 1,9% para el periodo 1960-2000, incrementándose a un rango 1,8% a 3,9% para la última década, el valor fluctúa debido a las distintas estimaciones realizadas.
Por su parte, Edwards ("Tecnologías de la información y crecimiento en las economías emergentes", Estudios públicos N°85, 2002), propone una función de producción más sofisticada para medir la PTF y afirma que es posible que las inversiones en TIC pudiesen generar una reducción en el crecimiento, si éstas no se acompañan de otras políticas que aseguren el correcto uso de estas innovaciones.
El mercado laboral
En lo que respecta al mercado laboral, se visualizan diferentes efectos provenientes de la evolución a la economía digital. Un efecto positivo directo, es la creación de empleos generado por la necesidad de incrementar los empleos asociados al sector, como por ejemplo diseño y desarrollo de software, entre otros. Sin embargo, este mismo efecto, posee su contraparte negativa, que corresponde a la destrucción de empleos, correspondiente a aquellos sectores que son sustituidos por la tecnología.
Existe un tercer efecto, considerado positivo, que corresponde a la creación de empleos en otros sectores de la economía debido al mayor PIB obtenido, dado el aumento de la productividad. Se ha estimado que la creación neta de empleo es positiva, ubicándose entre un 0,48% y 2,47% promedio anual, dependiendo de los escenarios utilizados, según la Cámara de Comercio de Santiago.
Esta redistribución en el mercado laboral, da cuenta de la importancia de la capacitación del factor humano en ciertos tipos de sectores, y competencias, lo que genera un constante desafío para las diversas economías.