Al proponer para la Región un "pacto proempleo", el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, dijo una verdad del porte de una catedral: "Pienso que en ese sentido falta acuerdo y falta diálogo". Y así es, pues en ocasiones, frente a muchas propuestas, pareciera que Valparaíso es la capital del negacionismo, para usar una palabra de moda.
Hablando en "Desayuno Análisis" de El Mercurio de Valparaíso ante unos 200 empresarios, autoridades y representantes de diversas actividades, el secretario del Estado planteó una visión futura del mercado laboral con desafíos como la automatización y la migración, realidades que hacen necesario la flexibilidad del sector.
Ante la pérdida de empleos tradicionales dio ejemplos de oportunidades que ofrecen situaciones como el cambio climático, que exige la producción de energías limpias, abriendo posibilidades de nuevas fuentes de trabajo.
Como debilidades del sector laboral señaló el bajo empleo femenino y juvenil, además de limitaciones en la calificación y productividad. Insistió el ministro en la flexibilidad en un mundo con nuevas realidades. Alertó, además, sobre el proyecto de las 40 horas de trabajo semanal, indicando que provocará rebaja de sueldos, especialmente en empresas medianas y pequeñas, y postuló como condición para reducir la jornada una "buena productividad" con "adaptabilidad y flexibilidad". Afirma, también, que en la iniciativa de las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola "hay muchos aspectos que han estado ausentes… queremos un debate serio".
La propuesta de Monckeberg sobre un acuerdo para impulsar el empleo regional con el fin de afrontar las bajas cifras de ocupación que muestra Valparaíso es oportuna y fue inmediatamente apoyada por dirigentes empresariales regionales, quienes apuntaron al crecimiento y al interés de diversos gremios para armar una cartera de proyectos.
La pregunta es hasta qué punto esas buenas intenciones se pueden insertar en el rodaje normativo a que se debe ajustar todo emprendimiento. No se trata de pasar sobre la norma, pero sí lograr resoluciones oportunas que permitan rectificar o acometer iniciativas que, cada vez más, deben contar con el asentimiento ciudadano.
Pero un aspecto en el cual hay que insistir y que estuvo presente en toda la exposición del ministro es el relativo a cambios tecnológicos que inciden directamente en el mercado laboral, exigiendo una normativa flexible y acorde con esa realidad, junto a la adaptación de los trabajadores en todos sus niveles.
Y cuando se propone un "pacto proempleo", en ese acuerdo deben participar autoridades, empresarios y trabajadores, buscando, como punto básico, construir confianzas mutuas, asumiendo las nuevas realidades.