Ataque a El Mercurio
Me permito adherir plenamente a las muestras de solidaridad y apoyo que ha recibo El Mercurio de Valparaíso. Es una muestra de reconocimiento a su labor y profesionalismo demostrado por su personal frente al atentado y vandalismo de que fue objeto.
Nada pudo amedrentarlos y continuó editándose diariamente. Un ejemplo digno de imitarse y que merece ser destacado ampliamente.
Francisco Vargas A.
Resultados, no palabras
Algo tan evidente como la acción planificada de un grupo organizado en la quema casi simultánea de muchas estaciones de Metro está siendo confirmada con las declaraciones del senador Ossandón, que esperemos conduzcan a los responsables. Las policías, la Fiscalía y todo el aparataje de seguridad del Estado debiera tener resultados concretos en 7 días como en cualquier país bien organizado. Mientras tanto, los responsables de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) deberían trabajar 24/7 en una investigación urgente: ¿por qué todavía no han presentado sus renuncias?
José Luis Hernández Vidal
La burbuja
Los que tenemos el privilegio de vivir en un hogar con altos ingresos, que inconscientemente no nos preocupamos del precio de los productos al ir al supermercado, que tuvimos educación privada, no utilizamos seguido el transporte público, y que, a la vez, el costo de los altos impuestos pasa desapercibido ante nosotros, ya que este nos resulta asequible.
Nosotros, que no hemos vivido en carne propia las consecuencias de la corrupción, la alza de precios, el abuso de poder y todos los demás factores que llevan a la desigualdad social, ¿por qué no apoyamos a los chilenos que sí se ven afectados por estas condiciones? Que el otro tenga una mejor calidad de vida no hace que la tuya disminuya.
Sabemos que existe una gran desigualdad en nuestro país y que la mayor parte de la población se ve afectada por esto, pero no existe suficiente apoyo. ¿Por qué no ayudar a otros a luchar por un Chile mejor, aunque el tuyo en particular ya sea lo suficientemente bueno?
Macarena González
Chile primero
La injusticia social se traduce y se observa en las aglomeraciones pacíficas que se han visto en los últimos días. No se trata aquí de pedir perdón por lo acontecido en el país. Se trata de efectuar acciones, todas, tendientes a mejorar la parte social del país: al pueblo de Chile. Eliminar del aparato gubernamental todo aquello que trabe el avance social. Eliminar EFE, empresa que en años no ha aportado nada en el aspecto transporte a través del país. Concesionar todo aquello que vaya a favorecer no sólo a la capital, sino al país entero: las vías férreas en el centro, norte y sur de Chile.
El transporte marítimo y aéreo, con naves modernas que unan los pueblos y ciudades. Minimizar al máximo los Ministerios Públicos. Rebajar todo sueldo estatal superior a los cinco millones de pesos. Gratuidad total en tarifas para estudiantes y ancianos. Despolitizar el aparato gubernamental y darle agilidad al abastecimiento de hospitales y centros de salud. Y lo más importante, obligar que las autoridades funcionen y que el país vuelva a sonreir.
Renato Norero Valenzuela
Cocinar
Hoy vamos a cocinar la manera de cómo evitar el cumplimento de las demandas sociales. Comenzamos por agregar un buen trozo de "miedo social", para ello ocuparemos la difamación de la caída de los medios de transporte, esto nos dará consistencia a nuestro caldo. También pueden ocupar cortar la luz y el agua, para que la gente disfrute de un sabroso plato de intolerancia por sus propias pretensiones sociales. Cocinen esto mientras se produzcan los saqueos y la destrucción de los bancos, para generar psicosis colectiva por el desabastecimiento.
Luego de algunos días, nadie recordará los problemas de fondo y podrán, así, disfrutar un rico plato de la doctrina del shock.
Osvaldo Fuentes
Te extraño, Valparaíso
Extraño bajar al plan e ir al centro, caminar por tus calles con toda confianza. Ver los perritos de la plaza Aníbal Pinto rascarse las orejas, ver los niños correr por la plaza de la Victoria o el Parque Italia. Escuchar reír a los escolares, jugar en los columpios o conversar en los escaños de la plaza Simón Bolívar. Extraño ver a los abuelitos pasear por la avenida Brasil. Echo de menos caminar por tus calles mirando cada edificio antiguo y sus ornamentos, detenerme a mirar algo que me llame la atención en alguna vitrina o ver algún nuevo local que se abre. Por todo, y por mucho más, te extraño mi puerto querido, amado, abatido y herido. Ahora luces como la antigua Roma, incendiada. ¿Cómo te levantarás de todo lo que ha pasado mi puerto querido?
Cómo me dueles Pancho gancho de mis amores. Valparaíso, cómo te extraño.
Lautaro Triviño Hermosilla