La difícil tarea de ganar la normalidad
La tranquilidad es un deseo que, para lograrlo, exige la participación responsable y generosa de todos los sectores de la sociedad. El daño es grave y se puede medir en términos económicos; sin embargo, hay un daño asociado como inevitablemente será la pérdida de fuentes de trabajo y el freno a la inversión. El sistema político debe mirar con estupor a este Chile auto convocado. Por lo mismo, todos debemos contribuir a superar en el marco de la institucionalidad democrática la tentación autoritaria o de insurrección social que no dejará de convocar a unos u otros. Hoy la democracia está en riesgo y no podemos escatimar esfuerzos en su defensa y cuidado. Aldo Valle, Rector Universidad de Valparaíso
Pese a que las manifestaciones y actos delictuales en una semana de furia aún no logran ser controlados del todo, en la mayoría de la población pareciera que existe un ánimo positivo, más allá de juicios ante los anuncios oficiales y las actuaciones de la autoridad. El daño sufrido es grave y se puede medir en términos económicos; sin embargo, hay un daño asociado como inevitablemente será la pérdida de fuentes de trabajo y el freno a la inversión. Los efectos negativos se verán en el corto plazo y eso hay que tenerlo presente trabajando en una convocatoria que exige responsabilidad considerando a los grupos que en terreno resultan más afectados.
Con todo, hay actividades importantes que avanzan en la regularización de sus servicios, como es el transporte público, independientemente del irracional daño que ha afectado a algunas estaciones de Merval. Hay que destacar en este rubro la tarea, muchas veces criticada, de buses y taxis colectivos que con riesgo siguen atendiendo a puntos lejanos de nuestras ciudades. Positivo, en medio de tensiones, es el trabajo en el puerto, manteniendo la atención de naves. Se espera normalidad en la recalada de un crucero programada para hoy sábado.
Muy importante en los esfuerzos por recuperar la tranquilidad es el funcionamiento del comercio, brutalmente castigado en estos días. Se han abierto algunos supermercados y establecimientos minoristas que atienden el abastecimiento de la población, pero el problema se mantiene en pleno centro de Valparaíso y en barrios y cerros donde muchos de esos locales han sido saqueados o destruidos.
Sin duda objetivo de los violentistas es cortar la cadena de abastecimiento para aumentar el descontento de la población. Tarea prioritaria de la autoridad es actuar preventivamente en ese frente, tanto para a la apertura y atención del público como en las líneas de aprovisionamiento.
Hoy sábado funcionan en Valparaíso y Viña del Mar las ferias libres más importantes de la Región. Su normal operación debe ser cautelada en beneficio de consumidores y también de pequeños comerciantes que allí abastecen sus negocios de barrio.
En línea con los anuncios presidenciales es urgente normalizar la atención en todos los niveles de la salud pública que junto a históricas carencias, en estos días se han visto afectadas. La posible reanudación de las actividades educacionales sería un paso importante para la expresión de normalidad.
Tras el estallido social que admite muchas lecturas, la irrenunciable tarea de todos es recuperar la normalidad perdida, tarea difícil que exige liderazgos responsables y generosos en que hay que cuidar las palabras, la justificación complaciente o la denuncia irresponsable que solo añaden combustible a la hoguera.
Un Chile auto convocado
El estilo materialista y egoísta de la vida contemporánea no es inherente a la condición humana. Esto dice Tony Judt, en su libro "Algo va mal", un texto que puede ayudarnos a comprender el país que tenemos, especialmente por lo que hemos vivido en los últimos días. La obsesión por la creación de riqueza privada, las crecientes diferencias entre ricos y pobres, la admiración por los mercados no regulados, el desprecio por lo público y la ilusión del crecimiento infinito, han sido la retórica y la ortodoxia de los últimos 40 años y durante distintos gobiernos.
Pero, lo que hemos visto en esta semana es que la exclusión económica sistemática y estructural, junto con otras desigualdades, terminan haciendo ineficaz social y simbólicamente al conjunto de las instituciones y normas que nos permiten vivir con respeto y en paz entre todos. La inédita capacidad de auto convocatoria, pero también la violencia que se ha hecho presente en estas movilizaciones están dando señales hasta ahora nunca vistas de una severa ruptura de la legitimidad social y política que supone todo orden institucional. Este argumento me lleva a discurrir que las manifestaciones de movilización social de los últimos días no son meramente una alteración del orden público, que pueda superarse solo por la vía de la coacción policial o militar. Tampoco es una simple reivindicación o diferencia política e ideológica de un determinado sector del espectro político. Por esta razón no se resuelve por el diálogo o la transacción solo al interior del actual sistema político. Del mismo modo, una agenda social que solo acude a más bonos o subsidios, al estilo de coyunturas anteriores, no podrá por si sola restablecer esa confianza sustantiva que se requiere en la relación del Estado con los gobernados.
El gobierno hace bien al convocar a un diálogo, pero éste debe ser también con otros, con los que puedan agregar a esa legitimidad que ahora se necesita. Es cierto que quienes marchan hoy por las calles no tienen interlocutores válidos, y habrá que buscarlos mediante aproximaciones sucesivas. Lo cierto, es que existen otras organizaciones también representativas de la sociedad, cuya presencia agregaría un componente más valioso en estos días.
Para superar con responsabilidad esta crisis de legitimidad del orden político y económico debemos proponernos encontrar una nueva relación del Estado y las instituciones con la sociedad. Dejar atrás la idea de que frente al Estado hay o debe haber solo individuos interesados en sí mismos y sin vínculos colectivos. En consecuencia, el objetivo de dicho diálogo no es volver a la misma normalidad, si no a otra relación política, que dé lugar a una confianza nueva. Desde el punto de vista jurídico ello solo tomará forma verosímil mediante otro acuerdo constitucional. Esto no equivale a redactar la totalidad de una nueva constitución, sino a modificar cualitativamente ciertas regulaciones de la constitución que nos rige.
Por su parte, la tarea de las oposiciones es dar contenido y viabilidad a ese nuevo acuerdo sustantivo, no para negociarlo sino para seducir y conquistar a esa gran fuerza social que hemos visto en estos días y consultarlo a la ciudadanía mediante un procedimiento democrático. En otras palabras, transformar esa energía social en intencionalidad común, en una fuerza política con un proyecto democrático más integrador y convocante de amplias mayorías sociales.
El sistema político debe mirar con estupor a este Chile auto convocado. Por lo mismo, todos debemos contribuir a superar en el marco de la institucionalidad democrática la tentación autoritaria o de insurrección social que no dejará de convocar a unos u otros. Hoy la democracia está en riesgo y no podemos escatimar esfuerzos en su defensa y cuidado. En consecuencia, nadie está autorizado para negarse a un procedimiento de reforma constitucional en aquellas materias en que necesitamos un nuevo acuerdo, desde luego, el propio gobierno.
"El Gobierno y las FF.AA. hemos hecho todos los esfuerzos para restablecer el orden público"
"No estoy aquí por intereses propios o económicos. La verdad es que esto nunca me lo esperé"
- ¡Qué gran vehículo! ¿Siempre vas al "Súper" a comprar con este "Monstruo"?
- No... ¡Solamente cuando saqueo!...
On the Rock
Sebastián Piñera
Presidente de la República
Jorge Jil
Nuevo alcalde Olmué