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ENTREVISTA. hugo herrera, filósofo y académico de Escuela de Derecho UV:

"A diferencia de Viña del Mar, el problema social en Valparaíso es mucho más fuerte"

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Rosa Zamora Cabrera

El filósofo Hugo Herrera, viñamarino, profesor de la Universidad Diego Portales (UDP) y académico de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso (UV) analizó lo que ocurre en las protestas, tanto pacíficas como violentas, en Valparaíso y por qué, a diferencia de su vecina Viña del Mar, la comuna porteña y otras ciudades se han visto tan afectadas desde que comenzó el estallido social en la Región de Valparaíso, el sábado 19 de octubre.

- ¿Qué es lo que ocurre en Valparaíso, en cuanto a los niveles de violencia por parte de quienes hacen destrozos y saqueos y también de las Fuerzas Armadas?

- Es difícil entender cada caso en particular porque hay conflictos específicos. Y en el caso de Valparaíso, a diferencia de Viña, el problema social es mucho más fuerte. Por otra parte, al problema social que tiene que ver con una crisis de largo aliento -Valparaíso viene con una crisis de varias décadas- se une que el Puerto es un centro universitario y de educación superior. Entonces tienes, por un lado el problema social que se arrastra, hay contingentes de estudiantes con tiempo, energía y consciencia para manifestarse. Están los elementos de una receta perfecta.

- Las manifestaciones pacíficas acá en la Región también son importantes. Esta semana más de 100 mil personas marcharon desde el centro de Viña del Mar, por Avenida España y hasta Avenida Argentina, en Valparaíso. ¿Si la gente se reúne en Viña del Mar, por qué los destrozos ocurren en Valparaíso, Quilpué o la zona interior?

- Es difícil de entenderlo, pero en Valparaíso tienes un problema social más intensificado. Comparativamente Valparaíso es muchísimo más pobre que Viña del Mar.

- Viña del Mar igual tiene pobreza, principalmente en parte de los cerros.

- Sí, claro, pero no tienes esa pobreza como estructural que tiene Valparaíso. Viña nunca fue una ciudad industrial como lo fue Valparaíso, y la crisis de los '80 le pegó a Valparaíso, también la del canal de Panamá. Valparaíso era la ciudad más avanzada de Chile y hoy es una ciudad, salvo en el turismo, y suena fuerte decirlo porque yo estudié en Valparaíso, en decadencia. ¿Cuántos colegios se están abriendo en Valparaíso? ¿Cuántas industrias? Cero punto cero. Cierran. Se van todos. Se cerró los Padres Franceses, la Scuola Italiana queda ahí por el edificio, pero todo el mundo se va de Valparaíso. Los abogados se están yendo para Viña a pesar de que la Corte de Apelaciones está en Valparaíso. Son muchos años, y por supuesto que eso provoca un resentimiento. En Viña uno no nota un proceso de decadencia, no existe.

- ¿Dejando de lado los problemas que a nivel local se puedan percibir?

- Por supuesto. Uno puede discutir sobre Virginia Reginato y María Angélica Maldonado y todo ese enredo, y también sobre el cuadro general de la Región, pero en Valparaíso estamos en el caso de una ciudad como pocas en el mundo. A fines del siglo XIX y principios del XX Valparaíso era mucho más avanzado que Santiago. Llegó la luz eléctrica, los tranvías antes de Santiago, era una ciudad pujante, con inmigración importante, dinámica. Viña, en cambio, nunca fue así, nunca alcanzó esos niveles de desarrollo y ese nivel de decadencia, entonces el encono del malestar social es antiguo.

- ¿Entonces, qué pasa con Quilpué y el incendio al municipio? ¿O en Quillota?

- No soy capaz de dar un diagnóstico, salvo la idea de que el malestar está en todas partes, y que probablemente haya más resguardo policial en Viña, quizás. Valparaíso es distinto: hay una gran concentración de estudiantes, debe ser una de las ciudades con más estudiantes en Chile en cuanto a la proporción, y tienes un malestar social de décadas. En Viña el público universitario está más distribuido y no existe esa decadencia de tanto tiempo.

- Es difícil saber quiénes realizan estos destrozos. ¿De verdad usted cree que Valparaíso, por tener más estudiantes, tendría más posibilidades de aquello?

- No, no. La quema, los actos vandálicos, es un asunto de minorías probablemente algunas de ellas espontáneas, otras organizadas, hay que verlo porque no hay información. No estoy diciendo que sean los estudiantes, lo que digo es que el contexto determina el grado de violencia en las manifestaciones: si tienes una manifestación de 10 personas con poco malestar probablemente grupos organizados para destruir no van a tener apoyo o tolerancia, pero si tienes una manifestación de decenas de miles de personas, muchas de ellas marginadas por el sistema, muchas de ellas con mucha energía y vehemencia, entonces el contexto para que operen grupos violentistas va a estar mejor dado.

- ¿El comportamiento en Valparaíso da para pensar en grupos organizados, es espontáneo o es una mezcla de ambos?

- Yo creo que es la tercera alternativa. Acá no hay una conspiración de alienígenas o teledirigido por el Gobierno de Venezuela. Yo no creo que un malestar tan extendido sea solamente manipulado. Es un poco desconocer la dinámica de los fenómenos de ebullición popular. En todas las grandes revoluciones o movimientos sociales en el mundo siempre tienen que coincidir dos cosas: algo de organización y apoyo masivo. Pura organización... células violentistas, imaginemos que hay algo así, están siempre, pero ¿por qué en ciertos momentos se activan? Porque coincide con que hay una ebullición popular. Por decirte algo, para la Revolución Francesa habían grupos organizados, pero sin el apoyo de las masas no hubieran tenido ningún destino. Lo mismo en Rusia, la Revolución de Octubre tenía grupos organizados, anarquistas, bolcheviques, pero sin el apoyo de las masas esa revolución no ocurre. Y en Chile uno podría decir que pasa lo mismo: hay grupos organizados, algunos de carácter violentistas, otros no... por supuesto, hay movimientos políticos y sociales organizados también, y dentro de eso hay algunas células violentistas, pero en un momento de normalidad esas organizaciones son incapaces de convocar a cientos de miles de personas.

Excesos de FF.AA. y Orden

- ¿Y la violencia de las Fuerzas Armadas y del Orden, tanto en Estado de Excepción como fuera de él? ¿Están bien capacitados, Carabineros o la Policía de Investigaciones (PDI), para establecer orden en la población? Hay muchas imágenes de disparos a manifestantes, pacíficos y violentos, atropellos, y además de ser violaciones a los Derechos Humanos generan rabia e indignación en la población, como una especie de círculo vicioso...

- Hay que distinguir dos problemas. Uno, el problema político y dos el problema policial. El problema político tiene que ver con si fue o no justificado sacar las Fuerzas Armadas a la calle. Me parece, con los elementos que hay, que esa decisión fue mal tomada, más allá del Estado de Excepción, por cómo se puso a las Fuerzas Armadas en la calle. Porque una cosa habría sido enviar a lugares con problemas de saqueo a dispositivos armados, y otra cosa muy distinta es hacer un despliegue general de las Fuerzas Armadas en todas las calles, incluidas protestas. Eso es una irresponsabilidad. Ese despliegue general fue un error, un desatino político. Probablemente Sebastián Piñera estaba pensando que, así como para la época de los saqueos de Concepción y Talcahuano la gente se quedó helada frente a las Fuerzas Armadas, acá iba a pasar lo mismo, pero en este caso era una problema político y no un terremoto. No digo que el Estado de Excepción haya sido una torpeza, sino cómo se implementó. Lo segundo es cómo operan las policías y ahí estamos ante un problema que va más allá de cómo han actuado ahora, donde hay antecedentes más que suficientes para decir que se han sobrepasado. Es un problema general del país de cómo estamos armando nuestras instituciones, que no están a la altura de las exigencias del país. ¿No son las policías dispositivos que debieran operar la fuerza pero según protocolos conocidos de tal manera que se evitaran los centenares de personas con daños a sus ojos? Ahí hay un problema de cómo organizar los dispositivos de seguridad y entra la pregunta de si nuestra burocracia es competente o incompetente.

- ¿Hay problemas de preparación entonces?

- Aquí tenemos instituciones que no están a la altura de la situación, con el agravante de que operan con la fuerza. El que no estén preparadas es como que no estén preparados los servicios de salud. Más allá de las denuncias puntuales que hay que hacer, y de la labor que está jugando el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), aquí estamos en un problema similar al de los problemas de salud. Así como el hospital van Buren está colapsado y uno se pregunta por qué un servicio de salud tan importante está así, también nuestras policías están, hasta cierto punto, colapsadas. Pero hay que decirlo también: la manifestación superó todas las expectativas y, probablemente, ningún dispositivo policial hubiera estado preparado, pero la cantidad de problemas es tal que uno tiene que preguntarse si nuestras policías están ahí no más... además, si el Gobierno y algunos sectores dicen que hay grupos organizados, ¿cómo nadie los vio? Si hasta ahora no los identifican. ¿En qué están nuestras policías, Investigaciones, que no hay ninguna inteligencia de lo que está ocurriendo? Nadie sabe quiénes fueron y eso habla de un problema de las instituciones, que no están a la altura de la situación. Cualquier institución a la altura de la situación, en un Gobierno especialmente preocupado de la seguridad, tendría que saber quiénes son. ¿Quiénes quemaron el metro? ¿Quiénes son los que están adelante en la violencia en Quilpué, en Quillota, en Valparaíso? Sabiendo eso se puede discernir los manifestantes legítimos de los grupos violentistas. Pero no existe.

Unión de anhelos

- Más allá de los porqué. ¿Qué se puede hacer? Hay quienes quieren cambios sociales, otros un cambio de Constitución, acusar constitucionalmente al exministro Andrés Chadwick, e incluso al Presidente Sebastián Piñera. ¿Cómo descifrar qué hacer, qué es primero y qué después?

- Un primer punto de partida es diagnosticar bien la crisis. Más allá del análisis sociológico, aquí la crisis puede ser conceptualizada en lo estructural como un desajuste entre la institucionalidad política y económica y los discursos que la sustentan, y por otra parte, las pulsiones y anhelos populares. Cuando eso va junto tienes una adecuación entre la institucionalidad y los discursos políticos con las pulsiones populares, y hay normalidad. Pero cuando la tensión se acentúa es momento de la crisis. Uno puede notar que las clases dirigentes no han logrado captar qué está ocurriendo, hay un problema de comprensión hermenéutico, la clase política no ha sido capaz de darle expresión a los anhelos populares en una institucionalidad en que puedan verse y sentirse reconocidos. Entonces, cualquier solución a la crisis, más allá de la forma concreta que tenga, tiene que cumplir con un requisito fundamental: tiene que haber una dinámica que logre que el pueblo se sienta reconocido en ella. Y tiene que ser de cierta envergadura. Si se consensúa una reforma social relevante, simbólicamente importante, o si se hace una nueva Constitución, habrá que ver el mecanismo para que el pueblo se pueda ver realmente reconocido, porque si se hiciera una nueva Constitución redactada entre los presidentes de cinco partidos, no tendrá ningún peso simbólico. Más allá de las soluciones en particular es cómo, tiene que desencadenarse un proceso político institucional en el que el pueblo pueda verse reconocido y sea relevante.

"Hay que distinguir dos problemas. Uno, el problema político y dos el problema policial. El problema político tiene que ver con si fue o no justificado sacar las Fuerzas Armadas a la calle. Me parece, con los elementos que hay, que esa decisión fue mal tomada, más allá del Estado de Excepción, por cómo se puso a las Fuerzas Armadas en la calle"