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ENTREVISTA. Juan Pablo rodríguez, director ejecutivo de Fundación Piensa:

"Los porteños eligieron, quieren y necesitan un alcalde para Valparaíso, no un agitador social"

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Temas como los sueldos mínimos, las pensiones, la salud, las AFP y la Constitución se han vuelto temas cotidianos para los chilenos. No sólo para los hoy cumplen un mes movilizados en las calles, sino también en las reuniones de amigos y de familiares. En este contexto, por supuesto que un Think Tank como Fundación Piensa no podía estar ajeno al debate.

Es así como su director ejecutivo, Juan Pablo Rodríguez, analiza tanto las posibles causas del estallido social, así como el acuerdo para crear una nueva Constitución, y el que ha promovido la propia institución en pos de conseguir la paz.

-¿Cuál cree ud. que son las causas de la actual crisis?

-Sin pretender que sea una lista exhaustiva, creo que dentro de las causas que explican esta crisis se encuentra la violencia política. Resulta claro que hay grupos organizados que, aprovechándose de un extendido sentimiento de hastío de la ciudadanía respecto del Estado y de muchas otras capas de la sociedad, han mantenido vivo este conflicto. Hoy día cada manifestación, inexorablemente, termina en violencia organizada y eso está planificado y el único modo de combatirlo es que quienes creen en la democracia dejen de hacer llamados a marchar por algún tiempo. Al menos no todos los días, de modo tal de aislar a los violentistas para poder empezar a articular e implementar las medidas que permitan satisfacer las carencias sociales que en parte justifican este malestar.

-¿Por qué cree se genera esta violencia?

-Porque conectó con un descontento anterior y latente, ampliamente extendido en la sociedad chilena, que se expresó con una masividad inédita en nuestra historia reciente y que a mi juicio tiene que ver con, al menos, tres aspectos: una agenda política muy desconectada de la agenda social; la desigualdad de oportunidades y de trato; y un desencanto absoluto con los partidos políticos y desconfianza en nuestras instituciones y empresarios.

-¿Hay alguna forma de retomar las confianzas?

-Me parece que un buen remedio a esta desconexión entre la elite y la ciudadanía es la descentralización. No solamente lo institucional -acercar a través de elecciones, competencias y recursos la estructura de decisiones a las personas para que quienes decidan la solución sean aquellos que están más cerca de los problemas y promover políticas "de abajo hacia arriba"-, sino que también lo cultural e identitario. Es decir, darle importancia a la familia y vida en comunidad, nuestros barrios, juntas de vecinos, a nuestro tejido social, a nuestras tradiciones y costumbres locales. En este sentido pareciera ser que la ciudad como forma de organización política es la escala que en nuestra época está llamada a ser el centro del Estado, por lo que institucionalmente debiéramos darle a los municipios la importancia que tienen en el histórico proceso de descentralización que estamos comenzando.

-¿Considera que la gestión del gobierno ha sido la adecuada?

-A sabiendas de no tener todos los elementos de juicio con que cuenta un Gobierno para tomar estas decisiones difíciles, me parece que el manejo durante los primeros diez días fue malo: lento, dubitativo y sin una acción política orientadora respecto de lo que estaba pasando. Creo que parte de ese mal desempeño es una deuda de arrastre y tiene que ver con el manejo político de la crisis del Instituto Nacional, que desde abril venía haciendo noticia por graves y descontrolados hechos de violencia, el último de los cuales fue la quema de la Inspectoría General del recinto un par de días antes del 18 de octubre.

-¿Y después?

-Valoro la decisión del Presidente de, en uno de los días de más violencia y terrorismo, ceder y no volver a decretar un estado de excepción. Si bien en el fondo es lo que correspondía, políticamente era necesario no hacerlo para dar espacio a un acuerdo, quizá la última oportunidad de salida pacífica de la crisis. Arrinconado como estaba por una oposición que le negaba la sal y el agua me parece que fue lo correcto y demostró valentía. Ahora bien -y siendo general después de la batalla- cabe decir que haber llegado a este punto se debe en parte a la negligencia política del gobierno de los primeros días que dilató excesivamente una salida política del conflicto.

Acuerdo por la paz

-¿Qué le parece que se hayan puesto de acuerdo los partidos para una nueva Constitución?

-Valoro también el acuerdo extendido de la mayoría del espectro político de hacer verdaderas cesiones recíprocas para lograr una solución y un hito que pueda usarse para poner fin a la crisis. Al fin la política estuvo a la altura, pero con muchísimos días de retraso.

-¿Todo el espectro político?

-Las posturas maximalistas en la extrema izquierda se están mostrando. El PC que no se suma, y un terremoto en el FA. Pareciera que quisieran hacer lo mismo que ellos alegan se habría hecho en 1980: una Constitución que diga lo que ellos quieren, lo que no deja de ser una gran paradoja. Hay grupos que sencillamente no creen en la democracia.

-¿Y en cuanto al texto del acuerdo en sí?

-El contenido del acuerdo permite tener cierta tranquilidad de que si hay una nueva Constitución en Chile esta será representativa y no cooptada por un sector político. De todos modos queda mucho por saber de cómo funcionará -en caso que gane el sí en el plebiscito-, por lo que la incertidumbre -nociva para los mercados y nuestra calidad de vida- es un elemento del que no podremos escapar. Creo que faltan muchos aspectos de que aclarar de cómo va a funcionar, eventualmente, la convención constituyente.

-¿Considera que es necesario hacer una nueva Constitución?

-La Constitución actualmente vigente fue muy exitosa en su propósito de encauzar la ejemplar transición chilena, y de permitir una estabilidad política y un modelo de desarrollo que lograron el mayor progreso material en la historia de Chile. Ahora bien, es un hecho objetivo que muchas personas no se sienten contentas o representadas por ella -más por una cuestión simbólica que por su contenido-, y eso es una mala noticia de la que hay que hacerse cargo.

-Desde Piensa también se impulsó un acuerdo por la paz. ¿Qué los motivó a hacerlo?

-Este acuerdo que es fruto de la participación y liderazgo de muchas organizaciones y personas de la región que desde nuestras legítimas, y a veces profundas diferencias, decidimos dar una señal de que no es posible disentir ni construir algo sino es desde la paz. La buena acogida de este llamado creo que es una señal de esperanza para el futuro de la región. Con esto, haciendo honor al carácter pionero de nuestra región, nos transformamos en la primera en el país que da una señal transversal de esta magnitud. Si quienes creemos en la democracia no nos unimos por el derecho a vivir en paz nuestra República corre peligro.

-En el acuerdo no aparece el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp.

-Se invitó a todos los alcaldes a firmar, por lo que quien no aparece es porque no quiso o no se enteró. Siento que el alcalde Sharp no haya firmado el acuerdo, dado que lamentablemente Valparaíso se ha convertido estos días en un icono de la violencia. Hubiera sido una señal potente de la máxima autoridad comunal para mejorar el ambiente, ayudar a deponer la violencia y comenzar a reconstruir la ciudad y su tejido social.

-¿Qué le parece la renuncia del alcalde a su partido por no compartir el proceso para llegar a una nueva Constitución?

-Esto es el corolario de una conducta suya durante el conflicto que considero grave: avivarlo continuamente y estar preocupado más de aprovechar la oportunidad para empujar y promover una nueva Constitución -que sólo puede hacerse como él dice y debe decir lo que él quiere- que de garantizar el orden y la tranquilidad en una ciudad agónica, condición necesaria para poder encontrar soluciones a los problemas reales de los porteños. Los porteños eligieron, quieren y necesitan un alcalde para Valparaíso, no un agitador social.

"La Constitución actualmente vigente fue muy exitosa en su propósito de encauzar la ejemplar transición chilena, y de permitir una estabilidad política y un modelo de desarrollo que lograron el mayor progreso material en la historia de Chile. Ahora bien, es un hecho objetivo que muchas personas no se sienten contentas o representadas por ella"

"Siento que el alcalde Sharp no haya firmado el acuerdo, dado que lamentablemente Valparaíso se ha convertido estos días en un icono de la violencia"

"Institucionalmente debiéramos darle a los municipios la importancia que tienen en el histórico proceso de descentralización que estamos comenzando"