Norma Monserrat Bustamante Laferte, más conocida como Mon Laferte, nació en Viña del Mar, un 2 de mayo de 1983. Criada por su madre y por su abuela, a los 13 años ganó una beca para estudiar en el conservatorio de la ciudad, pero al año y medio decidió continuar su carrera como autodidacta. Como suele ocurrir con la mayoría de los artistas chilenos, se encontró con una serie de dificultades que, lentamente, fue sorteando. El primer salto de su carrera se produjo en el 2003, gracias al programa de Televisión Nacional de Chile, "Rojo, fama contra fama". Su éxito le permitió grabar su primer disco, titulado "La chica de rojo".
Aunque su consagración parecía estar a la vuelta de la esquina, una serie de dificultades, incluido un cáncer, retrasaron su carrera musical en diez años. Luego de esto, empezó alcanzar la fama que la convertiría en una artista reconocida en la música latinoamericana. Dentro de este camino, y en respuesta a una solicitud de la cantante vía Twitter, Leonardo Farkas contribuyó con dos millones para que pudiera hacer su gira en México, el 2014. Tres años después, la artista llegó al Festival de Viña del Mar el 2017 como una artista consagrada.
Hoy, a raíz de las marchas iniciadas el 18 de octubre, Mon Laferte se ha convertido en una activista a favor de las manifestaciones. Durante la gala de entrega de los Grammy Latinos aprovechó la premiación al Mejor Álbum de Música Alternativa para aparecer en la alfombra roja descubriéndose y mostrando en su pecho la frase: "En Chile, torturan, violan y matan". Posteriormente, en una polémica entrevista, justificó los robos y saqueos a supermercados y acusó a los militares y a la policía de haber participado en los incendios.
Las declaraciones resultan incómodas, en especial porque la artista es una de las confirmadas para el Festival de la Canción de Viña 2020. Por esta razón, algunos han sugerido que sus dichos son razones suficientes para romper el contrato, mientras otros piden aplicar una cláusula de censura.
Sus declaraciones, además de infundadas, sesgadas y de promover la violencia, le hacen un tremendo daño al país en el momento menos indicado. Sin embargo, cualquier acción que limite su libertad de expresión no haría más que darle la razón.
La evidencia demuestra que, pese a todas las falencias del sistema, ella, una mujer de origen humilde, tuvo una serie de oportunidades que le permitieron ser quien es. Este mismo país, que la cantante pareciera despreciar, debe demostrar que aquí hay libertad para que se escuchen todas las voces, incluso aquellas que incitan el odio y la violencia. A veces, cuando se está muy cerca del éxito, la cercanía de las luces encandilan y hay que esperar, luego de que estas se apaguen, un buen tiempo para poder volver a ver. Con el tiempo, quizás Mon Laferte se dé cuenta de que este país, que tanto pareciera odiar, era bastante mejor de lo que muchos pensaban.