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Turquía sumerge pueblo de 12.000 años de historia para crear una presa

ESTAMBUL. Localidad cumple nueve de diez criterios para ser considerado Patrimonio de la Humanidad.
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Hasankeyf, una ciudad de 12.000 años de antigüedad, quedará bajo el agua. Son más de veinte culturas distintas las que han dejado su huella a lo largo de la historia en esta pequeña ciudad de 6.700 habitantes, situada en la provincia de Batman, en el sureste de Turquía, junto a la orilla del río Tigris.

Dos enormes pilares de piedra en medio del río, restos de un puente del siglo XII que usó Marco Polo en su ruta de la seda hacia China, abren paso a Hasankeyf, que se alza en un valle con numerosos restos de la época neolítica, romana y bizantina. En los últimos meses, las autoridades turcas han trasladado a otra localidad siete monumentos, entre ellos tumbas y una mezquita del siglo XV, pero el resto desaparecerá bajo el agua cuando se complete la construcción del embalse Ilisu, algo previsto para febrero próximo.

ONG mejora el acceso al agua en Catama Centro

BOLIVIA. Pozos Sin Frontera también lleva a cabo talleres de sensibilización en el uso de este elemento.
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La Organización No Gubernamental para el Desarrollo Pozos Sin Fronteras, con recursos de la Diputación de Málaga (92%) y el apoyo de la ONG local SIAB (Servicio Integral Agropecuario Boliviano), han podido mejorar el acceso y la gestión del agua potable a través de la utilización de sistemas de extracción movidos por energía eólica en la comunidad de Camata Centro, en Bolivia, que se encuentra situada a 3.850 metros sobre el nivel del mar y a una distancia de 135 kilómetros de la ciudad de La Paz. La ONG también realizó talleres de sensibilización en el uso del agua, consiguiendo eliminar el arduo trabajo que mujeres y niñas ejercían para poder abastecer sus hogares, ya que uno de los objetivos de Pozos sin Fronteras "es, además de acercar el agua, es formar a las comunidades y trabajar para el empoderamiento de la mujer".

Para este proyecto se han implementado tecnologías amigables con el medio ambiente y ecológicas como es la perforación de dos sistemas con pozos, tanques y molinos de viento o aerogeneradores para bombear el agua desde los pozos.

Desde Pozos sin Fronteras explicaron que los trabajos han sido realizados por una empresa local que ha capacitado a los habitantes de la comunidad bajo la técnica "aprender-haciendo", lo que "facilita el mantenimiento autónomo posterior por parte de los beneficiarios".

En concreto, han explicado que "estos han sido quienes han construido las canalizaciones del agua desde los depósitos hasta sus hogares".

Talleres

De igual modo, precisaron que el proyecto también cuenta con talleres de sensibilización en salud, higiene y adecuado tratamiento del agua dirigido a la comunidad general de manera de que los beneficios del proyecto sean multiplicados y sostenidos en el tiempo. "No es sólo llevar el agua, hay que explicar a las comunidades como gestionar el agua para que dure el máximo posible", indicaron.

Por otro lado, consignaron que se cuenta también con la constitución y capacitación de un Comité de Gestión del Agua compuestos por las autoridades originarias y una persona miembro de cada unidad familiar para garantizar la sostenibilidad de los equipamientos. Así, este Comité recaudará cuotas por la utilización del sistema de manera que se garantice la sostenibilidad de las instalaciones.

"Con este proyecto se asegurará a la población de Camata centro contar con disponibilidad permanente de agua, eliminando a su vez el trabajo de las mujeres y niñas para abastecer a los hogares", explicaron al tiempo que han indicado que "se mejorará también la salud y la calidad de vida de la población beneficiaria disminuyendo de forma notable las enfermedades infantiles derivadas del consumo de agua en mal estado, lo que provoca las elevadas tasas de morbimortalidad infantil entre la población".

Pozos sin fronteras

Pozos Sin Fronteras está catalogada como Asociación sin ánimo de lucro declarada de utilidad pública y definida como ONGD (Organización no Gubernamental para el Desarrollo), con el objetivo de concienciar sobre la necesidad de crear sociedades sostenibles a partir de la participación social. En todas sus acciones, prioriza el acceso al agua potable y la implementación de infraestructuras agrarias como base sobre la que sustentar el desarrollo.

En la ruta de ají...

PANAMÁ. Muestra del Biomuseo expuso en total datos sobre 70 variedades de guindillas picantes de las 2.000 que existen en el mundo.
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¿Dónde está el ají chombo? Es la pregunta que se repitió entre los asistentes a una muestra del Biomuseo de Panamá que cuenta la historia del ají, chile o guindilla, como se conoce en muchos lugares a este colorido y picoso fruto nacido en América y adaptado por el mundo.

El ají es la especie más conocida y cultivada del género Capsicum, originaria de América, donde se domesticó hace al menos 6.000 años, y se expandió por el mundo gracias a los navegantes Cristóbal Colón, quien descubrió América el 12 de octubre en 1492, y Vasco Da Gama.

A Colón y Da Gama "les pareció fascinante" este fruto que debe su picor a la sustancia irritante capsaicina, "y lo llevaron a Europa y allá se hizo popular" comentó a Efe Diego Castillo, asistente de curaduría de la muestra.

"La mayoría de la gente piensa en picante y se trasladan a comidas de la India o de Asia, pero en realidad el picante es nativo de América", añadió Castillo, que también es guía de exhibiciones del Biomuseo, situado en la capitalina Calzada de Amador, a orillas del Canal de Panamá.

El ají chombo panameño

Entre las miles de variedades del ají, tanto dulces como picantes, está el chombo, "único nativo de Panamá", afirma Castillo con una sonrisa llena de orgullo.

"Muchas personas llegan a la exposición preguntando ¿dónde está el ají chombo?, ¿dónde puedo leer sobre el ají chombo? Y aquí lo tenemos", señaló.

Esta variedad es de la familia Capsicum Chinense y pica fuerte. Es uno de los ingredientes básicos de la cocina panameña junto con el culantro (cilantro), el ñame y el plátano.

Es casi inconcebible que el sao, un cocido de patitas de cerdo marinas en limón con cebolla y otros ingredientes, o el ceviche de pescado no esté aderezado con ají chombo en Panamá.

Este ingrediente que puede poner a sudar y llorar también da sabor al sancocho o los tamales de maíz envueltos en hojas de plátanos, entre muchos otros platillos típicos de la gastronomía panameña, que es el resultado de la mezcla de las culturas amerindia, hispana, africana y afroantillana.

El ají chombo es considerado un picante "bastante fuerte". Tiene un poder de "350.000 Scoville Heat Units" (SHU, escala de picor), comenta Castillo: "el conocido jalapeño tiene 8.000 SHU. Entonces con eso sabes el poder del picor de nuestro ají chombo".

La muestra considera desde el pimentón, originario de Hungría, hasta el Carolina Reaper, un ají picante con 2.220.000 SHU y que es un híbrido entre Habanero y un Naga Bhut Jolokia.

La ruta del ají

En la muestra del Biomuseo se exponen en total datos sobre 70 variedades de ajíes picantes, de los 2.000 que existen en el mundo.

"Nos pareció una historia interesante contar cómo es un fruto nacido en América, pero que fue llevado hasta otros lugares", indicó Castillo.

El camino recorrido por el picante es bastante extenso. Un mapa expuesto en el museo incluye a la Ruta de la Seda, que se extendía por todo el continente asiático, conectando a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.

"Uno ve un ají y desconoce que tenga una historia tan interesante y seguramente muchos de otros alimentos conocidos también la tienen", puntualizó.