La guerra contra los vendedores callejeros es una guerra perdida. La campaña por erradicar el mercado sin patente comercial es una vieja pretensión de las autoridades porteñas. Un tema delicado que hoy no genera consenso ni hechos concretos en la ciudad puerto.
Pese estar prohibido en distintos cuerpos legales, quienes levantan los puestos de venta por las calles que delimitan al mercado se han apoderado de la calzada y los pasajes.
El cuadrante del Cardonal, en el Almendral, se ha visto congestionado por gran cantidad de mercadería en la vía pública. Es más, calle Yungay está atestada por detergentes, aerosoles y limpia pisos. Pero también venden alimentos perecibles, desde yogurt hasta bandejas de huevo.
Cualquier transeúnte que se aventure al mercado Cardonal por las compras de fin de mes será testigo de la caótica selva peatonal y de feriantes que invaden las cuadras cercanas al recinto.
El abandono
Un perfume aromatiza calle Uruguay. La fachada del Cardonal brota con distintos sabores, colores y formas que los clientes van encontrando para coronar sus emotivos gustos gastronómicos. La fruta, verduras y el choclo pastelero son favoritos. Desde los contenedores, con forma de pirámides, apilan el arándano, la frutilla, cerezas, mandarinas y los mangos. Los puestos de venta fuera en la calzada son un solsticio veraniego junto a la furia del limón con el grano de maíz. Contrarrestan, el crepuscular morrón rojo que venden los comerciantes en cajas de cartón sin patente comercial.
Bajo este escenario, la opinión respecto al comercio ambulante es de Alberto Montenegro, presidente de la Asociación Gremial de Locatarios del Mercado Cardonal, quien argumentó que "desde tiempos inmemoriales existen los vendedores ambulantes. Debemos dialogar con ellos para llegar a un acuerdo. Es un trabajo en conjunto. Tanto del municipio como de los locatarios, sumando a quienes venden temporalmente".
El dirigente agregó que "debemos llegar a una solución, pero a mi parecer, es una lástima, porque no hay incentivo alguno para una reunión. No sólo soy yo, sino que todos los comerciantes nos preguntamos por qué no hay un mayor control municipal".
Ante esto, cabe consignar que en julio del año pasado, los locatarios del Cardonal interpusieron un recurso de protección frente a quienes vendían en la calle, con el propósito de una fiscalización más ardua, pero producto del estallido social el recurso no logró materializarse.
"Juzgamos a las autoridades comunales, ya que promueven el comercio ambulante bajo la premisa que es gente que no tiene qué hacer para sobrevivir. Es verdad, pero, ¿los clientes consideran esto? Ninguna persona podrá responsabilizar a un comerciante ambulante si es insultado, menoscabado o resulta enfermo por lo que ha ingerido", recalcó el presidente del gremio.
Sin patente
Tienen conocimiento que no cuentan con permiso. Lo que venden es una pequeña cantidad que sale de los proveedores que abastecen el Cardonal. La trastienda es un carro de supermercado que traen consigo. La vitrina, una caja sobre otra, cubierta por el verde del cilantro, donde yace la mercadería exenta de tributo.
Ana María Castro, vendedora ambulante, lleva 18 años vendiendo mercadería en la esquina de Uruguay con Yungay, frente al mercado.
"Tengo 18 años vendiendo aquí en la calle. La gente del mercado es comprensible con nuestra situación. No hay represalias. Miedo hay con quienes violentan y saquean los negocios. Si antes era Carabineros quien podía sacarnos fuera del punto de venta, ahora son las marchas que asustan a cualquier comerciante, sea ambulante o no. A mí no me alcanza la jubilación, necesito vender algo. Estoy obligada, si me quitan esto me muero de hambre", lamentó la vendedora.
Su opinión fue compartida por las palabras de Etienne Belliard, vendedora ambulante haitiana. Cree que el diálogo con los locatarios del mercado es primordial para tomarse un espacio de la calle. Afirmó que de lo que hay que tener cuidado es con Carabineros, pero cuando pasó lo de las marchas y el estallido social la policía no apareció muy a menudo, no como lo hacia antes, aseguró.
"Aunque años atrás había que tener cuidado con Carabineros, hoy le temo más a las marchas. Cuando veo un pequeño grupo de capuchas me asusta mucho perder mi mercancía, a ellos no se les puede decir que no", acotó la comerciante extranjera.
Bajo este panorama, el diálogo frecuente entre locatarios y vendedores ambulantes es tan antiguo como el mercado. En este punto, el mayordomo y administrador del edificio del Cardonal, José Alvarado, señaló que "el comercio regular tiene un trato con los comerciantes callejeros desde hace tiempo. Lo que lamentamos es la poca comunicación con las autoridades como el alcalde. Ellos son dueños de la calle. Las autoridades deberían apoyarnos y entregarnos una respuesta. Más que nada cumplimos con un servicio público ".
"Lo que lamentamos es la poca comunicación con las autoridades como el alcalde. Ellos son dueños de la calle. Las autoridades deberían apoyarnos y entregarnos una respuesta".
José Alvarado, Mayordomo de eficio Cardonal
"Tengo 18 años vendiendo aquí en la calle. La gente del mercado es comprensible con nuestra situación. No hay represalias. Miedo hay con quienes violentan y saquean los negocios".
Ana María Castro, Vendedora ambulante