Almorzando en Don Emelio
Por Marcelo Beltrand Opazo
Descubrir nuevos restaurantes en la zona, es siempre una grata sorpresa en tanto aporten a la cultura gastronómica local. Así llegué hace un tiempo al Restaurante Don Emelio, ubicado en 6 norte 325. Recuerdo que la primera vez que probé su cocina fue hace un año, caminando junto a mi esposa en busca de un restaurante para almorzar. Y sin mayores anuncios ni pretensiones, de pronto, aparece este pequeño restaurante, el que posee además una buena vinoteca. Entramos y nos dejamos seducir por el excelente servicio de sus dueños. Ese día conocimos a Marcelo y a su hijo Andrés Assicie, los dueños del restaurante Don Emelio, quienes sueñan la gastronomía local, junto al chef Jorge Herrera y a la encargada de los vinos Esmeralda Ordoñez. Después de esa primera vez, hemos vuelto en distintas ocasiones, y siempre nos logran sorprender.
En esta oportunidad, fui a probar algunos platos que se han ido consolidando en el tiempo que llevan en funcionamiento. Para iniciar la degustación, la sugerencia de maridaje de Andrés fue un Grosse Mérille de la viña Korta, vino que maridó con los tres tiempos de los platos degustados. El primero fue unas croquetas de mechada, crocantes y cremosas, con un toque de granos de mostaza y mayonesa casera, que resultó un contraste perfecto. Para iniciar, o mejor dicho, como entrada, este plato permite al comensal la mejor apertura, ya que las croquetas tienen el tamaño y la consistencia ideal para abrir un almuerzo, una cena, o simplemente para acompañar con una copa de vino. La preparación que hace el chef Jorge Herrera, es de sobrecostillas, con doble cocción, logrando así que la carne quede suave y que se deshaga en la boca. El segundo plato fue un Terrine de Pernil con puré de papas. Esta preparación, al igual que la anterior, estuvo perfectamente cocinada. Primero, la Terrine, de pernil de mano, ha sido cocida lentamente en horno, mientras que el hueso se prepara en una cocción en cerveza a la que se agrega posteriormente la carne, para finalmente dejar reposar en moldes en frío. Y al servir, se corta y se va a la plancha, hasta llegar al plato, donde se le agrega sobre la cuidada costra, mermelada casera de frambuesa y mostaza en granos. Por otra parte tenemos el puré, que ha sido tamizado, logrando suavidad y una consistencia tal, que junto al aceite achiote esparcido sobre este, convierten el plato, en su conjunto, en una armonía de sabores bien logrados. Para cerrar, Torta de chocolate Don Emelio, preparada con 70% de chocolate, bizcocho de almendras y crema de café. Esta torta es suave, no empalagosa, y cierra, junto a un café de granos de Etiopía, tres tiempos de sabores equilibrados y bien cocinados. Comentario aparte merece el vino con el que se hizo el maridaje. La cepa Grosse Merílle o Verdot chileno es el primero de su tipo en Chile y lo está desarrollando la viña Korta en el valle de Curicó. Si bien, a primera vista podría parecer un Pinot Noir, esta cepa es menos frutosa y más floral. En nariz posee aromas florales y notas a manzana roja, y en boca persiste la manzana, cerrando con un retrogusto agradable. De taninos más bien suaves, es vigoroso y estructurado. Un gran aporte a las cepas que hoy se encuentran en el mercado. Además, es totalmente gastronómico, maridó perfectamente con las croquetas de mechada, la Terrine e incluso con la Torta Don Emelio, cuestión que no se da con todas las cepas tintas. Ahora, solo queda recomendar el restaurante Don Emelio y celebrar su llegada a Viña, pues están realizando un excelente aporte a la gastronomía local.