Campaña sueca promueve dejar de volar para luchar contra crisis climática
MOVIMIENTO. A diferencia del resto de Europa, en 2019 en Suecia bajó un 4% el número de pasajeros en avión y la tendencia se mantiene, con una caída del 8% en enero.
Comprometerse a no volar en avión para luchar contra la crisis climática es el objetivo de una campaña ciudadana surgida en Suecia, con efectos ya constatables y que se ha empezado a extender a otros países.
"Vi håller oss på jorden" ("Nos quedamos en tierra") fue creada hace año y medio en Gotemburgo por Maja Rosén, coincidiendo con su segunda baja por maternidad, espoleada por cómo otras madres discutían sobre vuelos mientras paseaban a sus bebés, "como si no hubiera ninguna crisis climática".
Rosén había dejado de volar una década atrás, impactada por el documental sobre cambio climático del exvicepresidente de EE.UU. Al Gore y tras visitar a su hermana en el archipiélago ártico de Lofoten, en Noruega.
"Escalamos una montaña, con una vista impresionante y me pareció que estaba mal, me di cuenta de que volar allí estaba destruyendo ese lugar", explica a Efe Rosén, con formación en Ciencias de la Salud y que descartó estudiar medicina ante la dificultad de compatibilizar la carrera con su activismo climático.
Vergüenza de volar
En la decisión de crear la campaña influyó el debate en Suecia sobre la necesidad de dejar de volar, en el que jugó un papel central la mezzosoprano Malena Ernman, madre de la activista Greta Thunberg, quien meses después iniciaría una huelga climática, origen de un movimiento global.
En ese contexto surgió el concepto de "flygskam" (vergüenza de volar), aunque muchos activistas rechazan esa etiqueta.
"No queremos que la gente sienta vergüenza, sino que se dé cuenta del problema, no queremos moralizar", afirma Rosén, mientras que Albert Örrling, uno de sus colaboradores, resalta que esa palabra no fue introducida por los ecologistas, sino por los negacionistas, trasladando el foco de la acción a los sentimientos.
Un estudio del laboratorio de ideas liberal Fores revela que la mayor parte de las personas que han dejado de volar en Suecia no lo han hecho por vergüenza, sino por concienciación ante la crisis climática y por la urgencia del problema, que también generan reacciones emocionales.
A diferencia del resto de Europa, en 2019 en Suecia bajó un 4% el número de pasajeros en avión y la tendencia se mantiene, con una caída del 8% en enero respecto al mismo mes de 2018, según cifras oficiales.
Los expertos hablan de factores como la pequeña tasa a los vuelos introducida por el Gobierno sueco y la debilidad de la corona, pero también de motivos medioambientales.
Aunque el objetivo de lograr que 100.000 personas (un 1% de la población sueca) se comprometieran de forma colectiva a no volar en 2020 quedó lejos (apenas 14.000), Rosén destaca que la campaña ha aumentado la concienciación sobre el problema y que se ha extendido a nueve países más.
"No queremos que la gente sienta vergüenza, sino que se dé cuenta del problema".
Maja Rosén, Creadora de la campaña "Nos quedamos en tierra"
14.000 mil personas se han comprometido de manera colectiva a no volar en Suecia en 2020.