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Día de la Mujer: una mirada crítica

"Las manifestaciones más o menos relevantes de los últimos años propiciadas por feministas, a menudo acaban diluyéndose en un sinfín de peticiones que opacan ciertos objetivos concretos". Verónica Ramírez Errázuriz, Académica Facultad de Artes Liberales, U. Adolfo Ibáñez
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Preocupa la forma en la que ciertas manifestaciones feministas canalizan sus reclamos y exigen igualdad de género hoy en día. Los métodos que emplean incitan a compararlas con otras manifestaciones de mujeres del pasado, como la de aquellas chilenas que se pronunciaron por primera vez en la prensa, de manera sistematizada y organizada como cuerpo, durante la década de 1870. Los contextos son diferentes, no hay duda de ello. Las chilenas de la década mencionada se atrevieron a publicar y firmar con su nombre (en una época en que lo común era el uso del seudónimo) para pedir algo tan básico y justo como el que ellas y las que vinieran después tuviesen la posibilidad de educarse científica y profesionalmente, realidad que hasta entonces era imposible en Chile, porque no eran válidos los exámenes de secundaria rendidos por mujeres y no existían liceos estatales femeninos.

Lo que ellas deseaban era algo claro y concreto, y lo obtuvieron gracias a su excelente desempeño argumentativo, basado en el pensamiento crítico y en el buen manejo del lenguaje. En 1877, después de casi seis años de publicaciones periódicas en diarios y revistas (los medios más masivos de ese periodo) ellas consiguieron que el gobierno decretara la ley que permite a todas las chilenas desde entonces, postular a la educación superior. El punto es que fue la preparación de estas mujeres del siglo XIX, basada en el estudio concienzudo de los postulados filosóficos del periodo y materializada en un excelente hilado de ideas, lo que posibilitó que consiguieran su objetivo.

Como parangón, analizando la actualidad, las manifestaciones más o menos relevantes de los últimos años propiciadas por feministas, a menudo acaban diluyéndose en un sinfín de peticiones que opacan ciertos objetivos concretos. Asimismo, lejos de basarse en argumentaciones sólidas y bien respaldadas, lo que prima en estas expresiones es la emoción. El pensamiento crítico y la empatía intelectual no son su prioridad.

Es evidente, como ya se dijo, que el contexto entre las mujeres del siglo XIX y las del XXI es diferente, pero a veces es necesario revisar el pasado para perfilar el presente y proyectar el futuro. Las mujeres a las que se les debe la posibilidad de que las chilenas puedan instruirse científica y profesionalmente delimitaron una meta y se aferraron a ella. En segundo lugar, dieron la cara y revelaron sus nombres. Finalmente, batallaron respaldadas por el razonamiento. En este sentido, el uso de las redes sociales hoy en día, si bien permite transmitir información a una cantidad impensada de individuos para los parámetros del siglo XIX, favorece a su vez la eliminación de colectivos y organizaciones que compartan fines y objetivos concretos.

El hecho de que todos puedan opinar en cualquier momento y en cualquier lugar provoca asincronía en los mensajes y elimina la figura del mediador (otrora editor), entre otros factores, lo que conduce a una mayor polarización y a la utilización de estos medios de comunicación como gestores de una brutal violencia. Mientras no se tome conciencia de esta situación, será difícil que estos grupos propicien debates seriamente estructurados y que consigan mejorías concretas y realmente necesarias.

Derribemos los muros de la equidad de género

"Hemos logrado liderar el debate en nuestra región y exponer la opinión del gremio sobre temas estructurales para aumentar la participación de la mujer en la economía regional". Marcela Pastenes, Gerenta General CRCP
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Cuando hablamos de equidad de género en el mundo empresarial, tendemos a pensar que se trata de un desafío que sólo incumbe a las mujeres. Sin embargo, para lograr ambientes laborales equitativos, tanto en responsabilidades, capacitaciones y posiciones de liderazgo, es necesario trabajar en conjunto. Pero ¿cuál es la realidad que enfrentamos hoy?

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sólo el 50% de las mujeres en edad de trabajar forman parte activa del mercado laboral, versus el 75% en el caso de los hombres. Pese a ello, las mujeres superan en cantidad a los hombres que se gradúan de la educación superior. En el caso de América, el 58,5% de los estudiantes graduados son mujeres.

En tanto, a nivel regional, un indicador que preocupa es la tasa de desempleo femenino. De hecho, en el último trimestre móvil noviembre 2019-enero 2020 volvió a ubicarse por sobre los nueve puntos, al alcanzar un 9,4% y, de esta forma, romper la barrera de cuatro periodos consecutivos bajo dicho límite.

Estas cifras demuestran que aún queda mucho camino para lograr una verdadera equidad de género en nuestra sociedad. No cabe duda que para avanzar en esta materia debemos trabajar colaborativamente. Estamos hablando de un cambio cultural y, como cualquier cambio, requiere de esfuerzo y compromiso por parte de todos los actores involucrados, pero los beneficios son claros.

El mismo estudio de la OIT indica que cuando hay más igualdad de género en un lugar de trabajo, hay un 63% de probabilidad de que se incremente la rentabilidad y la productividad; 60% de que aumente su capacidad de atraer y retener talento; y un 58% de mejorar la reputación de la empresa.

Alcanzar la equidad de género no es un proceso de corto plazo, requiere de una férrea voluntad política, empresarial, social y también individual. Desde condiciones laborales equitativas, cambiar los procesos educativos y comprometerse con políticas de inclusión son algunas de las acciones que debemos fomentar. Si bien hemos visto avances en los últimos años, con cada vez más mujeres sumándose al mundo del trabajo, equiparando labores y demostrando sus capacidades emprendedoras, directivas, creativas e innovadoras, todavía falta mucho por hacer.

Como Cámara, llevamos varios años trabajando para contribuir con la equidad de género en el mundo empresarial. En esa línea, tenemos nuestra Mesa Mujer Empresa, conformada por empresarias, ejecutivas, emprendedoras y universidades de la región, que busca analizar y difundir la equidad en las empresas, así como generar redes de confianza y compartir buenas prácticas entre las socias de la CRCP. De este modo, hemos logrado liderar el debate en nuestra región, difundir nuevos enfoques de recursos humanos, renovados tipos de liderazgo, influir en políticas públicas y exponer la opinión del gremio sobre temas estructurales para aumentar la participación de la mujer en la economía regional.

Tras un 2019 que nos remeció como sociedad, que nos obligó a una escucha activa y que nos hizo replantearnos nuestro futuro como país, hoy es momento de actuar. Tenemos una gran oportunidad por delante para generar el cambio que necesitamos. El desafío es de todos. Trabajemos colaborativamente para derribar los muros que nos separan en pos de la equidad de género.

La oportunidad de dar el ejemplo

La masiva marcha convocada para hoy en el marco del Día Internacional de la Mujer puede ser una tremenda oportunidad para comenzar a cicatrizar las heridas de la división social.
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El inusitado interés que ha generado la celebración del Día Internacional de la Mujer, convocado para hoy en las principales ciudades del país, puede ser mucho más que una espuria confusión del ala más radical del feminismo con la molestia social que cimentó buena parte de las demandas surgidas tras aquel histórico viernes 18 de octubre del año pasado, cuando nadie advirtió el desborde que generaría aquel peregrino acto de evadir el pago del Metro de Santiago por parte de un puñado de estudiantes.

Por lo mismo, lo mejor que podría pasarle a quienes legítimamente reivindican el rol crucial que cumplen las mujeres en nuestra sociedad y su lucha por evitar injusticias, discriminación y postergaciones tan propias de un sistema claramente conservador que recién legisló sobre el divorcio una vez iniciado el Siglo XXI, debiera ser una clase magistral a todo Chile de cómo se defienden derechos sin caer en actos violentos ni delictuales, como tan básicamente lo han hecho algunos de sus pares masculinos durante los más de 140 días que ha durado la crisis.

El comercio, la sociedad en su conjunto y la gran mayoría de la población ya no están en condiciones de seguir tolerando destrozos, agresiones y desastres. El golpe al corazón de la economía en nombre de la igualdad sólo ha provocado bajas en ventas, cierres de negocios y un mayor desempleo, como se ha visto en los casos del Hotel O'Higgins, once de los supermercados atacados durante el primer mes de descontrol, gran parte de los locales de calles Condell, Esmeralda y la Subida Ecuador, o el golpe de muerte recibido por los suplementeros y dueños de kioscos con una caída del 80% de sus ingresos por la lógica cercanía con los puntos clásicos de manifestaciones, entre otros.

El foco feminista, iniciado por la abogada iquiqueña Elena Caffarena, aún tiene un largo trecho por recorrer en un país en el cual se ha avanzado en la desigualdad de géneros con "escandalosa lentitud", tal como dijo esta semana la directora de ONU Mujeres en Chile, María Inés Salamanca, o forzada a través de marcos normativos como la Ley de Paridad aprobada recientemente en el Congreso.

Precisamente en el Parlamento y en la política, que es donde debiesen darse las mayores señales de igualdad de género, se cae en contrasentidos como que el partido más conservador de todos, la UDI, es el único presidido por una mujer y con jefas de bancada en el Senado y en la Cámara, a diferencia de otras tiendas supuestamente más progresistas y que, al final del día, terminan convertidos en clubes de Toby que sólo perpetúan las mezquindades de siempre.

Hoy, con casi 10 millones de mujeres en nuestro país (9.859.209, para ser exactos, lo que representa el 50,7% de la población) se debe seguir avanzando en fórmulas para garantizar su presencia en el mercado laboral -con igual remuneración y autonomía que los hombres- y en los reducidos y machistas círculos de poder nacionales, como directorios de empresas, partidos políticos y Fuerzas Armadas.

Qué estupendo aliciente para ello sería hoy una marcha masiva y pacífica sin caer en desórdenes y hechos lamentables. Tal sería la mejor forma de rebelión posible.